El desplome que sufre la recaudación pública en Navarra y en el Estado desde que el 14 de marzo se decretó el estado de alarma va a condicionar las principales decisiones políticas de esta legislatura y quizá también de la siguiente. El agujero que deja esta crisis por la vía de los ingresos se ha estimado provisionalmente en 818 millones el 20% del total, a los que debemos sumar los al menos 164 millones que ya ha generado en gastos que no estaban previstos. Hablamos, por lo tanto, de un socavón que rondará los mil millones. No sé si en la Comunidad Foral hay cemento suficiente para taparlo, donde hace solo dos meses y medio se aprobaron unos Presupuestos que contemplan un gasto no financiero de 4.256 millones. ¿Qué se puede hacer ante un descuadre de semejante magnitud? Aplicando la cuenta de la vieja, la salida pasa por gastar menos lo que significa aplicar los temidos e impopulares recortes, meter la mano en el bolsillo de todos o algunos contribuyentes con una reforma fiscal que tampoco es lo más popular del mundo o pedir prestado el dinero que no vamos a tener. Una solución esta última que ha de utilizarse para paliar parte del problemón, pero no para su totalidad, por lo que supone de carga hipotecaría para el futuro, en el improbable caso de que autoridades superiores den la imprescindible autorización para emitir tal volumen de deuda. En consecuencia, al Gobierno no le queda otra que ir pensando en qué partidas del Presupuesto no va a ejecutar. El vicepresidente Remírez habló el miércoles de revisar las Cuentas Públicas y priorizar gastos respetando en todo caso los derechos de su personal y sin introducir modificaciones fiscales. Criterio no compartido por EH Bildu, Podemos e I-E, que defienden una reforma tributaria en profundidad, e incluso por Geroa Bai, que apuesta por recaudar a través de una tasa Google o Tobin. ¿Y qué ha propuesto la derecha en materia impositiva? Nada. Prefiere ponerse de perfil para no mojarse y zumbarle al Gobierno. Pero ya conocemos sus recetas, porque las sufrimos en la última crisis: recortes a tutiplén y subida de impuestos como el IVA, donde no hay progresividad ninguna.