los resultados de las elecciones autonómicas y municipales en Navarra han supuesto un varapalo para las formaciones que asumieron en 2015 la responsabilidad de impulsar un nuevo modelo político y social en Navarra. Los resultados de esa gestión han sido buenos tanto en políticas sociales como en gestión económica y financiera y en el ámbito del empleo y de la convivencia tanto en el Gobierno de Navarra como en los ayuntamientos, pero la correlación de fuerzas que han dejado las urnas este 26-M ha favorecido a los partidos que en esta Legislatura han ejercido la oposición, el frente de derechas que ha aglutinado a UPN, PP y Ciudadanos y el PSN. El hundimiento de Podemos -tras sus crisis internas y la división con I-E en dos listas- ha beneficiado a los socialistas, que recuperan la segunda posición en el Parlamento y sitúan a su candidata María Chivite en posición de poder liderar un Gobierno progresista. A no ser que el PSN opte de nuevo por regresar a los tiempos pasados y dar su apoyo a Esparza, algo que Chivite ha negado esta campaña por activa y por pasiva. Esparza ha rentabilizado la unión de las derechas, se ha beneficiado también del reparto de escaños y sigue siendo la minoría mayoritaria, aunque eso no le asegura de partida la presidencia del Gobierno. Navarra ha mejorado estos cuatro años pese a la oposición frontal de las derechas y tiene la posibilidad de seguir optando por un Gobierno que impulse políticas progresistas en el ámbito social, económico y fiscal. Aunque tampoco parece fácil. Ha sido, en todo caso, la propuesta política del cambio político y social que ha experimentado estos cuatro años Navarra tras más de dos décadas de gobierno de UPN la que ha resultado derrotada en las urnas. Sus proyectos, propuestas y apuestas han permitido avanzar a Navarra, pero no han tenido el respaldo mayoritario de la sociedad. Al contrario, la suma de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E queda muy lejos de los 26 escaños que sumaron en 2015 y les dieron la mayoría absoluta. Desde el punto de vista de la reválida electoral de un modelo proyecto, es evidente que no la han obtenido. Se abre ahora un periodo de diálogo y negociaciones entre partidos para tratar de conformar mayorías que garanticen la estabilidad institucional en el Gobierno y en los ayuntamientos, y de partida todos los escenarios están abiertos. Incluido el del adelanto electoral.