a presencia y actuación concreta del Ejército español en territorios con una fuerte identidad propia con el fin de "ayudar", por medio de su Unidad Militar de Emergencias (UME) en las labores para afrontar la crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha generado una polémica innecesaria, estéril e interesada. El debate -que, por absurdo, no debería hacer perder la perspectiva de lo realmente importante y que debiera ocuparnos a todos, que no es otra cosa que el extraordinario reto sanitario al que nos enfrentamos- resulta profundamente falso desde su origen. Desde el momento en que el Gobierno español desplegó al Ejército por varias ciudades, las fuerzas de la derecha y los medios de comunicación afines presionaron con ahínco para que ese despliegue incluyera particularmente a la CAV y Catalunya, sin más argumento que el de que debían extenderse "por todo el territorio nacional". En los últimos días ha concurrido además una palmaria manipulación consistente en interpretar como una negativa del Gobierno vasco a la presencia del Ejército la mera constatación por el lehendari Urkullu de que por el momento la actuación de la UME en la CAV no era "necesaria". La realidad, por contra, es que no existe tal rechazo ni objeción alguna a una ayuda, sea cual sea, si en efecto esta fuera perentoria. Y no parece que la fumigación de ciertas zonas -y que ya están haciendo las instituciones vascas y catalanas por sus medios- sea, a día de hoy, una tarea altamente especializada y de imperiosa necesidad. Como tampoco lo es levantar hospitales de campaña, cuando por ejemplo Osakidetza ya tiene espacios identificados y medios para hacerlo en cuanto sea imprescindible, si se diera el caso. La Constitución española, en su más que cuestionable artículo 8, otorga a las Fuerzas Armadas la "misión" de "garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". No parece que este sea el cometido de la UME en la actual crisis, que tiene que ver estrictamente con el modelo de atención de emergencias especializadas y protección civil. La "visibilidad" de las Fuerzas Armadas en la calle -o, como ayer, en una comparecencia pública en Madrid de tres uniformados junto con una responsable de Transportes- puede constituir una obsesión para algunos por una motivación ideológica pero debería estar justificada en objetivables términos sanitarios.