la espera de que el Gobierno de Navarra concrete tras el puente, y en virtud de los últimos datos sobre la transmisión del SARS-CoV-2, qué medidas y restricciones se aplicarán de cara a la Navidad así como las matizaciones y precisiones necesarias de las pactadas esta semana en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), el anuncio de estas últimas prolonga la práctica, iniciada ya con el primer decreto de estado de alarma, de normativizar la actividad cotidiana como método frente al coronavirus. Esa limitación de las rutinas de la sociedad no alberga, en todo caso, discusión en cuanto a su eficacia, avalada por la mejora de los datos de transmisión en paralelo al aumento de las restricciones. Y viceversa. Ha sucedido en todo el mundo. Ahora bien, la extensión en el tiempo -no ya en Navidad, con sus condicionantes, sino durante 2021- de dichas medidas, a la espera de que su efectividad sea suplida dentro de unos meses por la de las vacunas, plantea una dificultad poliédrica. Por un lado, podría provocar que la responsabilidad individual se fuese diluyendo en el cansancio que provoca un marco de vetos y prohibiciones. Por otro y en consecuencia, contribuiría a aumentar los problemas de control de los incumplimientos, cuyas sanciones ya son hoy en ocasiones motivo de un peliagudo debate jurídico. Y además conllevaría la creciente complejidad de que esa normativización de la vida contemple y refleje las innumerables variantes personales que esta plantea, con las consiguientes contradicciones, y rectificaciones, que se evidencian en su paulatina aplicación concreta y con las todavía grandes interrogantes y discrepancias científicas respecto al coronavirus que se vislumbran incluso en las recomendaciones de los organismos internacionales, la Organización Mundial de la Salud, sin ir más lejos. Así pues, dado que la implantación de restricciones es evidente que funciona, como parece evidente que el proceso de vacunación se prolongará al menos a lo largo de 2021, no parece aventurado abogar porque las medidas se planteen, y también se comprendan, basadas más en el razonamiento lógico y la apelación a la responsabilidad -patente en la sociedad - en la no relajación de las costumbres preventivas que en la precisión y concreción de casos, que puede contribuir a generar dudas y a cuestionar su credibilidad.