dentificar el suelo agrario donde se autorizarán las instalaciones de energías renovables, garantizando la protección total de los suelos de alto valor productivo. Es el objetivo del nuevo protocolo en el que trabaja el Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiental. Los terrenos con un potencial productivo que esté por encima de las 2,2 toneladas por hectárea de rendimiento tendrán la condición de suelos de alto valor productivo. Es decir, sólo los "secanos poco productivos" o con índices por debajo de ese rendimiento se considerarían aptos para renovables. Se excluye cualquier superficie de regadío, como suelo protegido, salvo los que tenga fuertes limitaciones para el cultivo. También el anteproyecto de la Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética (plantea que el 50% de la energía que se consuma en Navarra sea renovable en 2050) determinará las zonas preferentes y de reserva para parques eólicos, y las plantas solares prioritariamente en suelo urbano o urbanizable. Una regulación necesaria ante la proliferación de nuevos parques en Navarra que evite que sean las empresas las que elijan los lugares donde se instalen. Ayer se conoció que el parque fotovoltaico proyectado en Peralta de 370 MW ha sido declarado inversión de interés foral y, según aseguró el consejero de Economía, favorecerá el "desarrollo a un entorno con núcleos de población medianos o pequeños creando oportunidades de empleo en el territorio". Asimismo, responde al Plan Energético de Navarra Horizonte 2030. No es el único proyecto. Navarra tiene en fase de estudio alrededor de 36 proyectos renovables, muchos de ellos de gran envergadura y algunos controvertidos como el que ocupa la falda del Perdón, que deberá sortear todos los filtros. En total hay previstos unos 700 Mw de parques eólicos y más de 1.100 Mw de solares (175 nuevos aerogeneradores y 2.000 hectáreas de terreno). Al control sobre la posible desaparición de suelos agrícolas fértiles y de los modos agrícolas, como reclaman los ecologistas, hay que acompasar medidas que eviten el impacto ambiental y de pérdida de biodiversidad en la que también puede suponer una oportunidad de desarrollo para muchos pueblos y de la lucha contra la despoblación. La renovable es una apuesta clara contra el cambio climático que debe ir acompañada de otros planes para disminuir el consumo de combustibles fósiles, y hacer cumplir en todos sus apartados la ley foral para reducir las emisiones.