Las tres mujeres asesinadas en Alboraya (Valencia), Aranjuez (Madrid) y Ayamonte (Huelva) elevan a 26 la cifra de víctimas mortales de la violencia machista en lo que llevamos de este 2018. Serán 27 si la investigación confirma también el caso de Romira Celeste. Son ya 1.000 las mujeres asesinadas desde 2003, año en que se puso en marcha este negro registro de forma oficial. A ello hay que sumar los miles de casos de agresiones físicas y psicológicas, la explotación laboral, la pobreza y la exclusión y la explotación sexual y la trata de mujeres. Un panorama desolador en conjunto que muestra en toda su crudeza el drama humano de la violencia contra las mujeres por el mero hecho de ser mujeres. Las cifras de la Estadística de Violencia Doméstica y Violencia de Género del Instituto Nacional de Estadística son dramáticamente claras. 27.087 mujeres en 2014, 27.624 en 2015, 28.281 en 2016, 29.008 en 2017 y 31.286 el pasado año. El número de víctimas registradas no para de crecer. Cifras terribles que hablan por sí solas de que la realidad de la violencia machista continúa siendo un problema social de primer orden al que aún le queda mucho para ser erradicado. Todo indica que sigue siendo necesario reflexionar sobré qué falta por hacer aún pare evitar que los casos de violencia machista lejos de disminuir, sumen cada año preocupantes aumentos. Y los últimos datos publicados inciden en las tendencias que apuntan a un incremento de las agresiones entre los jóvenes las sucesivas denuncias de abusos y agresiones en ámbitos festivos y una vez más este verano han sido un ejemplo, y a una creciente violencia articulada en el uso y abuso de la nuevas tecnologías con especial incidencia entre menores. Parece que todos los esfuerzos políticos, legislativos, educativos, económicos o institucionales para garantizar la igualdad y combatir la violencia machista son inútiles. Pero se trata de eso, de no resignarse. Es el modesto objetivo de esta pequeña columna. Mantener el debate abierto en la sociedad, en los medios y en las instituciones democráticas. De insistir contra el machismo. Y más ahora que en estos tiempos de regresión antidemocrática se reincorpora el ruido político y mediático de una nueva ofensiva machista con ventiladores políticos y mediáticos que pretende poner en duda los avances, logros y conquistas en el ámbito de los derechos de las mujeres.