a polémica suscitada por Garzón sobre la necesidad de reducir el consumo de carne ha traído cola. Pero es lo que hay. En el documento España 2050 uno de los objetivos es consumir cerca de una tercera parte de la carne que comemos. Un debate que es necesario abordar con responsabilidad y coherencia. Reducir el consumo de carne es algo que ya se está valorando en Europa. Países Bajos ha anunciado que dará dinero a las ganaderías que decidan cerrar. Ayudará a los ganaderos que reduzcan el número de vacas, cerdos y otros animales, y cederá terreno estatal para que los animales pasten libremente y así reducir las grandes granjas intensivas, las que más contaminan. Personalmente creo que es el modelo a seguir. No solo por el consumo de agua o vertido de purines como denuncian organizaciones ecologistas por no hablar del bienestar animal o de su alimentación. Sino porque lo que más no debe preocupar es la salud. Y aún siendo cierto que la carne roja tiene más grasas saturadas y colesterol yo creo que lo más importante es saber cómo se crían estos animales. Sean vacas, patos o cerdos. Y huir del modelo de producción de ganadería intensiva (tipo Caparroso). En Navarra la ganadería sostenible existe, pequeñas explotaciones cuyos animales pastan en verdes praderas. Vacas que se alimentan de hierba, forraje y heno, además de grano y cereales, que viven en pequeñas cuadras y con más controles sanitarios que los propios humanos. Así viven muchos ganaderos y así han crecido sanísimos nuestros padres, madres, abuelos y abuelas. Y esperemos futuras generaciones.