a cultura como un bien esencial para toda la sociedad es una de la reivindicaciones que en estos años de pandemia más se ha repetido entre los profesionales del sector, un sector clave siempre para el conocimiento, el ocio y la formación de las personas, que se ha demostrado imprescindible como medicina para la salud emocional de los ciudadanos y ciudadanas. Fue la cultura la que en los días más duros de confinamiento se adentró en los hogares para abrir ventanas cuando las puertas estaban cerradas, la que ha sabido adaptarse a restricciones cambiantes para no perder de vista su verdadera esencia. Esa cultura como parte de lo que somos fue una de las reivindicaciones que lanzó el dramaturgo navarro Alfredo Sanzol en la gala de los premios Max celebrada este lunes en Bilbao, en la que su obra, El bar que se tragó a todos los españoles, fue una de las triunfadoras de la noche. Una gala en la que el teatro navarro también se llevó otro premio de la mano de la compañía Demode Produkzioak con Kutsidazu Bidea Ixabel Musikala como Mejor espectáculo musical. Y sobre todo, una gala emocionante, vitalista, reivindicativa y cargada de esperanza e ilusión. La ilusión de sentir de nuevo los teatros llenos, los aforos al completo, la cultura en su sitio natural, el arte y la vida de la mano y la esperanza de un sector que confía y espera que ahora sí la cultura tenga por fin su verdadero lugar.