afa Nadal ha subido un peldaño más en el Olimpo del deporte en el que lleva ya años instalado tras la gesta histórica de lograr 21 Grand Slam del tenis a una edad, 35, en la que la mayoría de deportistas de alto nivel llevan años recordando sus hazañas. Arrastrando lesiones que a otros no les permitirían ni correr, ha demostrado una grandeza en la pista y fuera de ella que le ha catapultado hasta el cielo y que hace dudar a los que creíamos que estaba en la cuesta abajo del verdadero techo del tenista manacorí. Lo que hace en la pista no tiene explicación terrenal. O sí. Lo suyo es talento irrepetible pero aderezado de esfuerzo y superación para consagrarse en el escogido elenco de mejores deportistas de la historia. La épica, contundencia, elegancia y confianza que derrochó ayer en Australia acrecienta su leyenda. Con su grito de guerra de ¡Vamos! ha reescrito la historia del tenis mientras se atisbaba su crepúsculo y su fortaleza mental fuera y dentro de la pista ha primado sobre sus problemas físicos y su edad para conquistar merecidamente la gloria. Su naturaleza no es de este mundo y su carácter y cualidades nos darán más alegrías antes de refugiarnos en los homenajes y la nostalgia. ¡Vamos! Rafa, que cuando mayor es la dificultad mayor es la gloria.