Se veía venir. Es muy conocida la frase de Shakespeare “Navarra será el asombro del mundo” (Navarre shall be the wonder of the world) de su obra Trabajos de Amor. De hecho, lo asombroso se ha convertido en habitual, porque la política de Navarra acostumbra periódicamente a asombrar a los propios navarros y navarras y al mundo. En realidad, la obra en la que aparece la famosa cita es una comedia y sus textos están cargados de ironía. Si Shakespeare, que ni siquiera está claro que saliera de Inglaterra, hubiera viajado en estos últimos años a Navarra hubiera podido ver al menos una situación si no tan bucólica e idealizada, sí un buen lugar para vivir y convivir en un momento de aguas turbulentas y tormentas de inestabilidad en este siglo XXI. Una Navarra que había dejando atrás los tiempos oscuros de los intereses particulares y los conchabeos partidistas a espaldas y ajenos a la sociedad navarra, que caminaba consolidando un modelo de estabilidad política e institucional y de convivencia social, política y cultural, aperturista y alejado de la intolerancia excluyente que el anterior régimen impuso sistemáticamente sobre buena parte de los navarros y navarras. Y con todo a favor, a Shakespeare se le habría venido abajo el guión. De golpe, la votación de la reforma laboral en el Congreso con los dos diputados de UPN demarcándose de las directrices de Esparza desveló una bronca interna en el seno de las derechas navarras que camina hacia tiempos inciertos, pero nuevos sin duda. Pero también ha destapado un acuerdo secreto entre UPN y el PSOE que implica a toda la política navarra. Sayas y Adanero han insistido desde el principio en que Esparza revelara los contenidos de ese documento y la presión interna ha llevado finalmente al actual líder de UPN a admitir que el pacto con el PSOE sobre Navarra es mucho más profundo que el apoyo a medias a Maya en Iruña. No lo desvela en todos sus apartados, dice, por respeto. El oscurantismo ya es una falta de respeto en una democracia avanzada y consolidada socialmente como la navarra. Y el respeto, también en la política, no se otorga, se gana. Ese ocultismo es precisamente una falta de respeto a sus cargos públicos, a sus militantes, a sus votantes y a toda la sociedad navarra a la que reconoce sin ponerse colorado ocultar lo que ha trapicheado a escondidas. Irá a peor esto. A Esparza le han descubierto y ha optado por el ventilador de la porquería. Porque si el pacto secreto y oculto es con el PSOE y Esparza se niega desvelarlo está retando directamente a la otra parte contratante a que lo haga. El PSN debiera aclararlo al menos. Por dos razones. Para demostrar que no es acuerdo vergonzoso que ponga en cuestión su discurso y compromisos con sus actuales aliados políticos en Navarra. Y para evitar tirar por la borda de la forma más estúpida el trabajo y los avances del Gobierno -que preside la socialista Chivite-, por una jugada tan chapucera, incomprensible e inestable para Navarra. El PSN ya debería saber a estas alturas de fiascos con UPN que en política, como en la naturaleza, la mierda siempre sale a flote. Se ha descubierto el pastel. Falta saber cómo, por qué y para qué se ha llegado a este viaje a ninguna parte cuando todo transcurría más o menos bien. La lista de víctimas políticas del esperpento irá creciendo.