alvando todas las diferencias, viendo estos días actuar a Isabel Díaz Ayuso no puedo menos que acordarme del personaje de Torrente, el policía que Santiago Segura ideó y al que dio vida en una de las sagas cinematográficas más exitosas de la historia del cine español. Películas que arrasaban en taquilla y llenaban salas gracias al acierto de dar con un personaje tan extremo, que a fuerza de rechazarlo acababas encumbrándolo a lo más alto. Nunca ganó Goyas, pero Torrente, sin ética ni principios, con su estilo casposo, facha y machista pasó a la historia del cine. En la última entrega del PP Isabel Díaz Ayuso es ese personaje que sigue el guión prefijado que le permite vivir de la política que no de hacer buena política. Lástima que lo suyo son actuaciones en la vida real, no en la pantalla. Hay muchos hilos detrás de Ayuso, muchas horas de guión y puesta en escena, mucha interpretación para meterse al público en el bolsillo. Cuanto peor mejor. Es una de esas políticas para quienes la honestidad y la ética quedan en segundo plano, para quien favorecer a los suyos hasta el extremo ahora conocido es algo de lo que orgullecerse. Debería estar pidiendo disculpas por presunta corrupción y está lanzando amenazas por posible espionaje. Tapa la verdad lanzando nuevas mentiras. Ayuso fue una creación de Casado en un momento en el que había que reescribir el guión de la película del PP, pero el personaje ha cobrado vida propia por encima de su creador. Como Torrente.