inalmente, el dato del IPC del mes de marzo confirma que la inflación se ha disparado al 9,8%, dos puntos más que en febrero, aunque sin alcanzar los dos dígitos del 10% al menos en Navarra. Un panorama sombrío. O ya más que sombrío que se extiende por toda la economía mundial. Y no se vislumbra un cambio a mejor al menos a corto o medio plazo. Como mucho, el Banco de España prevé que para la llegada del verano la inflación se reduzca al 7%, una cifra igualmente muy alta. Además, el alza actual de los precios -alimentos, energía, combustibles-, coincide con un momento de ralentización de la economía, un camino que conduce si no hay medidas que posibiliten un giro a la recesión como ya ocurriera tras la crisis de 2011. Si la guerra abierta en Europa tras la invasión rusa de Ucrania se prolonga en el tiempo y China mantiene su dura política de confinamientos para frenar la nueva ola del coronavirus la situación puede pasar de sombría a terrible. La falta de grano ucraniano y ruso ya amenaza con una gran crisis alimentaria en el Magreb y Oriente Medio y la paralización de la producción en China por la pandemia apunta a nuevas dificultades en el comercio marítimo internacional de suministros. La inflación es un factor que afecta a todos los ámbitos de la economía, desde el consumo de las familias por la pérdida de poder adquisitivo, la revalorización de los salarios y de las pensiones, la competitividad de las empresas, las exportaciones y los tipos de interés de las hipotecas o el coste de la financiación de la deuda pública. Es como una fila de piezas de dominó cayendo una tras otra de forma imparable. Si a la inflación y el estancamiento económico se le suma una subida de los tipos de interés, a la que parece que apunta la retirada de los estímulos de los bancos centrales, el gran consumo y la inversión empresarial se deteriorán aún más. De hecho, el riesgo de estanflación -tasas de inflación elevadas no acompañadas de crecimiento económico suficiente para crear o mantener el empleo de calidad-, es una pesadilla muy real de nuevo. Y la economía, sometida ya a factores de inquietud presentes como la guerra en Ucrania o la pandemia en China o la pugna por el traslado de la batalla económica a Asia -con India como factor clave frente a los intereses de EEUU-, no puede esperar meses a la suerte de que el escenario mejore. Son necesarias medidas y soluciones institucionales, tanto a nivel de Estado como de Navarra y de la Unión Europea, para aliviar una situación anómala como la actual. Y quizá sean necesarias aún más de las mínimas que presentó ayer el Gobierno de Navarra para evitar que las consecuencias de la ralentización actual y el coste de la inestabilidad de los mercados en la economía y el ahorro no se carguen de nuevo en los ciudadanos, básicamente las rentas de trabajo y las clases medias, ya deterioradas por los recortes de derechos sociales y laborales impuestos en la última década. De momento, Navarra mantiene sus previsiones de crecimiento, pero ya se sabe que si nos confíamos, somos muy malos. En todo caso, lo que se lleva estos días son las vacaciones de Semana Santa. A disfrutar quien pueda y quien quiera hacerlo. Con lo que hay y con lo que se puede avecinar, ni tan mal.