ciudadanos, con ese particular empaque elitista que muestra, insiste en su mudable y rancia forma de pensar que le lleva a decir lo que sus votantes esperan de ellos. Incluso, en su urgente viaje atrás que pretende dar a la política española, propone medidas que van contra la propia condición de las mujeres. Y qué duda cabe que cuando una formación política incluye en su concepción del feminismo la mercantilización del cuerpo de éstas, apelando a la libertad, es que sencillamente no ha entendido nada. Lo que esconde Ciudadanos con su decálogo de feminismo liberal, manipulando conceptos como los de libertad, solidaridad y altruismo, es justificar una práctica que conlleva la prórroga del estatus de subordinación y sometimiento de las mujeres a los hombres. Quede claro que regular la práctica de la prostitución y la maternidad subrogada implica situar a las mujeres a disposición del poder de los hombres y del libre mercado, aun sabiendo que la casi totalidad de éstas lo hacen por razones económicas.

Ciudadanos debería documentarse más acerca del discurso patriarcal, hecho de aire viciado y panoplias propias de verdugos, que ve a las mujeres como una insustancial anatomía, que ha conducido a muchos desalmados a aprovecharse sexualmente de ellas, a violarlas e incluso a matarlas, porque se niegan a ser un simple objeto propiedad del hombre. Los feminismos no equivalen a asonadas coyunturales, sino a una coherente y firme pugna que se incardina en la totalidad de la lucha de las mujeres para dejar de ser un sexo colonizado por los hombres. Las mujeres vienen dando claridad y esmero a todo lo que representa la brecha salarial, el techo de cristal, la violencia de género, la masculinidad del lenguaje y los estereotipos sexistas, no como simples acontecimientos sociales o meras cuestiones personales, sino como lúcidas reflexiones que ponen al día lo que piensan los hombres y lo transparentan. Vamos que no se quedan atrás en esto de las cuotas y las paridades ni se pliegan a un mundo de esencias construidas desde tópicos añejos. Y, dicho sea de paso, si Ciudadanos última su pacto con UPN y el PP, y de paso con Vox, aunque sea entre bastidores, es lógico pensar que todos ellos asumen el feminismo liberal que comercia con el cuerpo de las mujeres.

La prostitución, si bien no está considerada stricto sensu violencia de género, guarda una estrecha relación, pues supone la utilización del cuerpo de las mujeres como una mercancía que el hombre, a cambio de dinero, compra temporalmente para satisfacer sus necesidades sexuales. El hecho de que, en apariencia, se ejerza con el libre consentimiento de la propia prostituta no cambia el hecho sustancial, que no es otro que la violencia que supone la cosificación del cuerpo de las mujeres. En cuanto a la supuesta libertad con la que se ejerce la prostitución debe quedar bajo rigurosa sospecha, pues son múltiples las variables de tipo económico, psicológico o social que obligan a ejercerla. En consecuencia, la prostitución no puede ser considerada un trabajo ni puede, por tanto, legalizarse ni reglamentarse, independientemente de que las prostitutas tengan todos los derechos inherentes a las personas. Es más se debe penalizar a los mal llamados clientes por el hecho de atentar contra la dignidad de las mujeres y violentar su cuerpo mercantilizándolo.

En el caso de la maternidad subrogada no solo se contrata un útero, sino todo un proceso fisiológico y emocional, no exento de riesgos, como es el embarazo y el parto. El mercado de la maternidad subrogada trasluce un comercio en el que el útero de la mujer es considerado simple mercancía. Y este hecho, en sí mismo, deshumaniza y cosifica a estas mujeres. En efecto, este nuevo negocio supone que una mujer es alquilada por una determinada cantidad de dinero, previo contrato, para gestar un hijo que entregará, una vez finalizado el embarazo, a la pareja contratante, lo que supone un brutal desapego psicológico. Esta actividad no tiene nada de altruista, pues se basa en un mercado bien organizado en el que las agencias de gestación subrogada se lucran a costa del sufrimiento de mujeres que se encuentran en situación de necesidad y vulnerabilidad económica. Esta donación temporaria del útero no es inocua, sino que la madre sustituta debe someterse a las consecuencias técnicas del procedimiento, a los cuidados y síntomas propios de nueve meses gestación y al parto. Y todo ese sacrificio solo para parir un hijo del que deberá finalmente desprenderse. El dinero no lo puede comprar todo, y menos aún el cuerpo de las mujeres y el sufrimiento que conlleva satisfacer los deseos de la sociedad machista. Y es que los valores han tomado cuerpo en las mujeres que emergen oportunamente para confrontar sus convicciones e ideas renovadoras contra la resistencia machista, precisamente cuando ésta se pronuncia en su afán continuista y se agota en esa misma continuidad que pretende alimentar y defender. El feminismo no debe conformarse con obtener la igualdad formal o jurídica, sino que deben aspirar a la equidad de hecho. No basta con rescatar fugazmente a las mujeres de la urgencia de su necesidad, sino rubricar con su firme oposición el rechazo a la nada que el machismo les vende, convirtiéndola en igualdad tangible y perdurable.

El autor es presidente del PSN-PSOE. Médico-psiquiatra