ecuerdo perfectamente el viernes 13 de marzo. Teníamos previsto un acto en la Delegación que cancelamos a primera hora porque ya todo indicaba que esa jornada no sería igual a las demás. En torno a las tres de la tarde, el presidente del Gobierno anunciaba que un día después, el sábado 14 de marzo, se decretaría el estado de alarma por la emergencia sanitaria de la covid-19. España sumaba entonces 4.231 casos y 120 muertes registradas. Cifras muy lejanas a las que, por desgracia, vendrían después.

Habían pasado poco más de dos meses desde que Pedro Sánchez fuera investido presidente del ejecutivo. Tras casi un año de gobierno en funciones, afrontábamos una legislatura ilusionante llena de ideas y de proyectos. También aquí, en Navarra, donde ya habíamos planificado lo que serían esos primeros meses de gestión.

Y, sin embargo, el 14 de marzo nuestra vida se interrumpió. El mundo se detuvo. Ese domingo reuní de urgencia a mi equipo para analizar el nuevo escenario y convocamos a los cuerpos policiales, Protección Civil, Defensa, Gobierno de Navarra, FNMC y Ayuntamiento de Pamplona para constituir el órgano de coordinación que estaría vigente durante todo el estado de alarma. Solo que entonces no sabíamos si serían unos días, unas semanas o unos meses, como finalmente fue.

Ese órgano ha sido fundamental para coordinar todos los trabajos y para aclarar las cuestiones que han ido surgiendo durante este tiempo. El papel de todos sus miembros, incluso en los momentos más duros y de mayor incertidumbre, ha sido sobresaliente.

Por su parte, el Gobierno de España ha trabajado en dos líneas básicas. La primera, la sanitaria. Porque el objetivo prioritario ha sido siempre el de salvar vidas y, para ello, el acopio de material sanitario ha sido primordial. El ejecutivo central ha enviado a Navarra durante estos meses más de 2 millones de unidades: mascarillas, guantes, geles, kits PCR, test de detección rápida de anticuerpos o respiradores. Además, y a través de esta Delegación del Gobierno, hemos repartido entre la población 391.000 mascarillas, parte de las cuales han ido destinadas a los colectivos más vulnerables gracias a la colaboración de Cruz Roja, Cáritas y el CERMI.

Quiero destacar también el papel de la Unidad Militar de Emergencias, la UME, que practicó más de un centenar de desinfecciones en residencias de mayores, centros de personas con discapacidad, pisos tutelados o centros de salud mental. Y el apoyo del ejército que, en el marco de la operación Balmis, realizó labores de control en municipios, ayudó al traslado de material a un albergue de Pamplona, o colaboró en el montaje y desmontaje del taller de confección de material sanitario que durante unas semanas estuvo funcionando en Refena.

La segunda línea de actuación ha sido la económica, orientada siempre a la protección social de quienes han sufrido con mayor dureza la crisis desencadenada por la pandemia.

En el mes de mayo, un total de 70.185 trabajadores navarros percibieron algún tipo de prestación social por parte del SEPE por importe de 75 millones de euros. A mediados de junio, 24.852 personas seguían estando protegidas por un ERTE, mientras que 24.905 habían abandonado esta situación para reincorporarse a sus puestos de trabajo. Además, se han destinado hasta el momento 12 millones de euros a prestaciones por cese de actividad para 18.129 autónomos de nuestra comunidad, que son el 94 por ciento de quienes habían solicitado esas ayudas. Y se han aprobado avales ICO por valor de 801 millones de euros para un total de 4.963 empresas navarras. Nada de esto hubiera sido posible sin el gran trabajo que ha realizado el personal de la Administración General del Estado en momentos de extrema dificultad.

Además, a nuestra comunidad le corresponden 4,5 millones de euros del Fondo Social Extraordinario para minimizar el impacto de la pandemia entre quienes peor lo están pasando y podrá destinar 26 millones de Fondos FEDER a gasto sanitario. La Comunidad Foral también recibirá la parte que le corresponda del fondo de 16.000 millones no reembolsables que, para costear la sanidad o educación públicas, representan la mayor transferencia de recursos económicos aprobada por un gobierno central al margen del sistema de financiación autonómica.

Tampoco me olvido del Ingreso Mínimo Vital, una prestación clave para luchar contra la vulnerabilidad económica, con las enormes desigualdades que ésta acarrea. No queremos dejar a nadie atrás. Y no lo vamos a hacer. Pero esto no ha acabado aún. Hoy parecen lejanos los aplausos de las 8 de la tarde. Parecen lejanas las muestras de solidaridad, los llamamientos a la unidad, los buenos propósitos y el pensar que saldríamos siendo diferentes.

No podemos olvidar todo lo que hemos vivido, lo que hemos sufrido y sacrificado, a las víctimas, a sus familias, a los sanitarios agotados y extenuados.

Seamos responsables y prudentes. Porque, más de cien días después, es la única receta que tenemos frente al virus.

El autor es delegado del Gobierno de Navarra

Espero que estemos a la altura y se mantenga con dignidad la tradición, cumpliéndose la frase de L. Van Beethoven: "Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo"

El 14 de marzo nuestra vida se interrumpió. El mundo se detuvo. Ese domingo reuní de urgencia a mi equipo para analizar el nuevo escenario

No podemos olvidar todo lo que hemos vivido, lo que hemos sufrido y sacrificado, a las víctimas, a sus familias, a los sanitarios agotados y extenuados