ivimos unos tiempos donde todo cambia en muy poco tiempo, casi de la noche a la mañana. O casi todo. Por mucho que estemos en la era de la tecnología, los drones, internet, la pandemia, la globalización…, seguimos comiendo 3-4 veces al día y bebiendo en las comidas y entre las mismas. Y hay algo más que tampoco cambia: el ser humano es de memoria corta. Hace apenas dos años asistíamos a actos en los que se expresaba la necesidad de valorar el medio rural, se ponía en evidencia la realidad del despoblamiento de muchos de nuestros pueblos con falta de servicios, de oportunidades de negocios, de inversión. Y eso desencadenó múltiples foros de debate, comisiones, grupos de trabajo, muchos euros virtuales para apoyar medidas para corregir estos movimientos migratorios de las zonas rurales a las ciudades. Poco o nada, desgraciadamente, ha cambiado, porque poco o menos se ha hecho al respecto.

Llegó el maldito virus al que se nombró covid-19 y mientras que había que importar mascarillas y respiradores, vacunas y otros muchos recursos, los pueblos medio vacíos no cesaron su actividad: se mantuvo la producción de cereales y leche, hortalizas y carne, vino y aceite… Uno de los sectores esenciales (junto con otros muchos y a los que seguimos reconociendo: médicos, enfermeros, personal de hospitales y residencias, servicios de orden público, tiendas de proximidad de alimentos y supermercados… y otros muchos). Las mujeres y hombres del campo siempre estamos ahí, el campo esencial no solo produciendo alimentos sino también desinfectando las calles de pueblos y ciudades, y todo lo que hiciera falta, porque nos sentimos siempre comprometidos con la sociedad.

A veces nos dicen que gritamos poco, otras veces que somos pocos votos cuando llegan las elecciones. Todo eso puede ser cierto, no lo negamos. Sin embargo, de forma correcta pero enérgica tenemos que compartir con la sociedad que seguimos estando ahí, que cuidamos de la Navarra rural, de sus campos, montes, ríos y valles, que volvemos a sembrar y plantar y cuidar esparragueras, endrinos, pimientos, bróculis, viñas y olivos, que mal que bien nos defendemos con nuestros corderos, cerdos y vacas.

Que pagamos nuestros impuestos como cualquier ciudadano, el IVA, el IRPF, el IBI y todo lo que nos corresponde. Pero recientemente se ha aprobado un cambio en la tributación del sector agrario que aún puede ser revisado. En la reciente aprobación de presupuestos generales y ley de acompañamiento para 2021 el Gobierno Foral ha modificado el sistema de impuesto sobre la renta de las personas físicas de este sector eliminando de la noche a la mañana la opción de tributación por estimación objetiva singular. Es una medida que el Gobierno foral ha decidido aplicar en un momento complicado, de pandemia, a una de las actividades que más da y más necesita, como hemos comentado antes. En un momento también delicado, lo que así se ha entendido en el sistema fiscal nacional para no introducir estos mismos cambios.

Siendo sinceros no estamos de acuerdo con esta imposición en estos momentos, y sobre todo porque se ha realizado sin poner esta decisión sobre la mesa de negociación con los representantes de nuestro sector. Nos llama la atención que se haya realizado así, sin comunicación, sin diálogo y, sobre todo, sin un periodo de adaptación y sin los mecanismos habituales en los sistemas de estimación directa que ajustan esta tributación (consideración especial a las ayudas de la política agraria común, a las medioambientales, sin unos adecuados gastos de difícil justificación y otros). Nos sigue pareciendo necesario que el sistema de estimación objetiva singular pudiera mantenerse para agricultores y ganaderos a partir de una determinada edad a los que no les va a resultar fácil llevar una contabilidad exhaustiva. En definitiva, dos conclusiones que queremos trasladar a la sociedad y a la presidenta de Navarra en representación de todo su gobierno:

? Navarra ha sido y debe seguir siendo dominada por la comunicación, el debate y el consenso. No parece oportuno el momento elegido para el cambio fiscal comentado, y adicionalmente se establece un marco que es manifiestamente mejorable y aún se está a tiempo para hacerlo. La imposición de las decisiones, el olvido de lo que supone el sector agropecuario para la Comunidad Foral y los cambios drásticos, que no tienen en cuenta inversiones y otras decisiones tomadas con un marco legislativo diferente, no responden a lo que ha sido la marca de identidad de nuestro territorio foral.

? Nuestro compromiso y sentimiento de orgullo de profesión y de apego a nuestros pueblos y campos no nos van a cambiar. Si somos esenciales, no por ello pedimos un trato especial, nada de favor. Pero si realmente las ciudades necesitan de nuestros pueblos como pulmón, como zonas de ocio y tiempo libre, como de abastecimiento de alimentos, como escudo de protección del planeta, pedimos medidas reales y concretas, con plazos de ejecución concretos. Lo que ahora ocurre realmente, disculpen si alguien se molesta por ello, es puro teatro: mucho hablar y poco hacer.

Navarra históricamente ha sido una tierra de pactos, que por cierto han funcionado correctamente. No rompamos está tradición legislando desde una sola parte y hagamos entre todos una legislación tributaria justa tanto para la Hacienda de la Comunidad Foral como para el sector agrícola y ganadero de Navarra, y unas zonas rurales realmente sostenibles y con futuro. Las organizaciones agrarias que nos representan siempre están dispuestas a sentarse y esperan la llamada del Gobierno. ¡Estamos a tiempo!

*Firman este artículo: Ángel Eraul Dronda, Roberto Flamarique Urdín, Carmelo Macua González, Luis Miguel Mateo Mateo, Félix Rodrigo García, Begoña Sanzberro Iturriría y José Javier Echarte Echarte Agricultores y ganaderos por Navarra

Hagamos entre todos una legislación tributaria justa tanto para la Hacienda de la Comunidad Foral como para el sector agrícola y ganadero de Navarra