n desalojo en Jerusalén Este y la represión en la explanada de la mezquita de Al-Aqsa, aparte de la opresión continua de la ocupación israelí, condujo a la reciente guerra entre Israel y Hamás. Durante once días con sus noches, la fuerza aérea israelí, que tiene un control sin restricciones de los cielos de la zona, y apoyada por artillería terrestre y naval que rodea la Franja de Gaza por tres lados, ha golpeado implacablemente este territorio palestino.

La Franja de Gaza es tan minúscula que apenas es perceptible en la mayoría de los mapas. Además, ha estado bajo un estricto y castigado bloqueo durante 15 años, y ya había sufrido tres guerras. Cada metro cuadrado de su territorio está bajo vigilancia israelí las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Los datos personales de cada uno de sus residentes son conocidos por el Gobierno de Israel.

En términos militares, las organizaciones palestinas en la Franja de Gaza no se consideran particularmente sofisticadas, y sus armas y equipos son en todo caso rudimentarios. Sin embargo, durante once días y noches, el poderío combinado de los servicios militares y de inteligencia de Israel no logró eliminar ni el liderazgo político ni el militar de ninguna de las organizaciones palestinas, y aparentemente no logró asesinar a un solo alto dirigente de ninguna de ellas. Además, Israel no logró dañar significativamente la capacidad palestina de lanzar continuamente salvas coordinadas de cohetes y morteros contra Israel, que han continuado sin disminuir. El cese del fuego palestino que procedía de la Franja de Gaza en la noche del 19 y 20 de mayo, y su reanudación coordinada en la mañana del 20 de mayo también demuestran que Israel no logró interrumpir el mando, el control y las comunicaciones de esta organización. Israel, además, se abstuvo de utilizar su abrumadora ventaja militar para lanzar una invasión terrestre de la Franja de Gaza por temor a pérdidas militares significativas.

Si las afirmaciones de Israel sobre la destrucción de una red de túneles y búnkeres palestinos fueran siquiera remotamente precisas, los líderes de las organizaciones palestinas estarían muertos y enterrados, sus lanzacohetes pulverizados, el fuego de cohetes/mortero habría terminado -y continuado sólo esporádicamente-, y los tanques israelíes marcharían libremente a través de la ciudad de Gaza.

La pérdida de vidas civiles e infraestructuras ha sido horrible, pero militarmente insignificante. Si el propósito era generar presión popular sobre las organizaciones palestinas para que se adapten a los términos israelíes, fracasó indiscutiblemente.

"El derecho de Israel a defenderse de los ataques con cohetes desde la Franja de Gaza" lo ha traducido Israel en el derecho a bombardear casas matando a muchos civiles, incluidos 64 niños con o sin sus padres: 70.000 habitantes fuera de sus hogares; destruyendo centros de salud, incluido el único centro covid-19, 20 industrias civiles, 17.000 viviendas total o parcialmente, incluidas torres con vecinos y medios de comunicación internacionales, así como múltiples infraestructuras eléctricas, conexiones a Internet, agua potable y aguas residuales (hay ahora 800.000 personas sin agua potable). Han destrozado también tierras de cultivo, calles, incluidas algunas que conducen a hospitales, causando escasez de alimentos, medicinas, agua, electricidad y combustible.

Es un ataque a la vida del pueblo de Gaza para castigar la demanda del pueblo palestino de vivir libre de ocupación, opresión y apartheid.

La operación Guardián de los muros, como la ha llamado Israel, ha sido claramente una debacle sin paliativos para Israel. Si bien los líderes israelíes hicieron las declaraciones habituales sobre su desempeño de haber superado sus expectativas, aún no han identificado un objetivo concreto logrado por ellos. El victorioso Netanyahu aún no ha aparecido en público para explicar el secreto de su triunfo. Los líderes militares, de inteligencia y políticos de Israel ya están intercambiando recriminaciones, y probablemente designarán un chivo expiatorio antes de que acabe el mes.

La operación Guardián de los muros fue también un fracaso en un aspecto más fundamental. Los muros que Israel ha construido en el marco de los acuerdos de Oslo para fragmentar al pueblo palestino y aislar a sus diversas comunidades ya se estaban debilitando debido a las recientes acciones de Israel en Shaikh Jarrah y el Haram al-Sharif (mezquita Al-Aqsa). Su alboroto en la Franja de Gaza acabó derrumbándolos. Los palestinos no han estado tan unidos desde finales de la década de 1980. Las celebraciones en todo el mundo palestino cuando entró en vigor el último alto el fuego no sólo se debieron al hecho de haber impedido que la maquinaria de guerra de Israel lograra nada, también fue un festival de unidad recuperada. Consolidar esta unidad y mantenerla operativa es el desafío más importante al que se enfrentarán los palestinos en las próximas semanas.

En la arena internacional también le fue mal a Israel, su insistencia en seguir adelante en Shaikh Jarrah y Gaza ha llevado a un abrupto final la luna de miel con el presidente estadounidense Joe Biden. La iniciativa progresista de suspender los envíos de armas a Israel en el Congreso no ocurrirá, pero sigue siendo un terremoto político Es poco probable que Biden olvide que tuvo que dedicar más tiempo esta semana a hablar con y sobre Netanyahu que a sus verdaderas prioridades, y que esto fue así porque la política de Israel hacia los palestinos es inhumana. Los palestinos tienen derecho también a vivir en paz con todos sus derechos fundamentales civiles y políticos en su país.

El autor es cofundador de Paz en Palestina (1991)