l 16 de septiembre de este año, la prensa contaba que Osasuna había recuperado la tradicional ofrenda floral a san Francisco Javier tras dos años de interrupción por culpa de la pandemia. Se decía que el cuerpo técnico, la junta directiva y la plantilla visitaron la Basílica de Javier siendo los capitanes los encargados de la ofrenda floral al santo.

A propósito de este acontecimiento, el periodista Tomás de la Ossa recordaba lo “incongruente” de tal visita, dado que los estatutos de Osasuna establecen la “igualdad de todas las personas asociadas, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de varios asuntos, entre ellos la religión” (Artículo 9).

Hemos revisitado dichos estatutos por ver si se nos había escapado algún detalle importante, pero no. Se puede confirmar que ninguno de sus artículos establece que “aquellos que forman parte del club, cuerpo técnico, junta directiva y jugadores, deberán visitar obligatoriamente todos los años la Basílica de Javier para hacerle una ofrenda floral y encomendar al santo la buena marcha del equipo en la competición de la liga nacional de fútbol”. Tampoco existe cláusula que avise al jugador de su “compromiso ineludible de visitar la Basílica de Javier al comenzar la temporada”.

En definitiva, no existen argumentos estatutarios por los que la junta directiva se pueda arrogar el derecho de llevar a una función religiosa a la plana mayor del cuerpo técnico, junta directiva y plantilla, pues, al hacerlo, incurriría en discriminación manifiesta.

En cuanto a la “naturaleza tradicional de esta visita a la Basílica de Javier”, recordemos que su origen es carlofranquista. Es un acto religioso que los golpistas ya asentados en las distintas instituciones navarras inauguraron en el año 1952, en pleno nacionalcatolicismo. Por si quedasen dudas al respecto, el sacerdote, que hizo la ofrenda floral, afirmaría que Osasuna fue “un equipo que blasonó de catolicismo en los días más amargos de la revolución comunista española”.

Lo que no es verdad. Los jugadores jamás se manifestaron en contra del comunismo, ni del socialismo, ni de ninguna ideología. Otra cosa bien distinta es que lo hicieran los dirigentes del club, entre ellos Daniel Taberna y Ángel Goicoechea Reclusa. Y no debe extrañar tal cariz, toda vez que, desde el momento en que la entidad deportiva pasó a ser dirigida por falangistas y carlistas, hecho que se inició en noviembre de 1935 y, sobre todo, a partir de 1936 hasta nuestros días, el club se tiñó de la ideología del poder político carlofranquista que dirigió Navarra durante la dictadura.

Digamos, por tanto, que la visita a la Basílica de Javier es una herencia golpista aceptada por las distintas juntas directivas de Osasuna nunca cuestionada, ni siquiera en los tiempos en que, desde 1978, hay una Constitución que establece un Estado aconfesional y, mucho más pertinente, la existencia de un estatuto del club que contempla el respeto a la pluralidad en materia de creencias.

En otro orden de cosas, pero relacionadas entre sí, en octubre se celebró en el Parlamento navarro un acto institucional publicitario de un libro dedicado a recordar la figura del que fuera presidente de Osasuna, Natalio Cayuela. En dicha ceremonia se hicieron muchas declaraciones. Nos interesa rescatar las del presidente actual de Osasuna, “envueltas en una grave emoción”, según la prensa.

Describió a Osasuna como “un símbolo de unión entre todos los navarros (...); es un sentimiento transversal e integrador. Es una pasión que une a diferentes elementos (...), un elemento vertebrador”. Y la frase del millón: “Osasuna es mucho más que un club deportivo”. Y, como se trataba de un homenaje a Natalio Cayuela, el presidente de Osasuna terminaría diciendo que “si Osasuna representa hoy todo esto, es gracias a hombres que lucharon por ello como lo hizo Natalio”.

Ignoramos lo que Osasuna representa en los niveles que sugiere Sabalza, pero sí conocemos que Natalio Cayuela cuando fue presidente de Osasuna en tres ocasiones nunca persiguió esos objetivos. Deportivamente hablando, Cayuela luchó como nadie -lo reconoció hasta Jokintxo Ilundáin, falangista-, para conseguir que el club fuese solvente y salir del hoyo económico en que todas las temporadas se encontraba. Pero no se le conoce ninguna declaración que buscase esa homogeneidad y uniformidad sentimental e ideológica alrededor del club. Como republicano consideraba que, al contrario de lo que piensa Sabalza, Osasuna era una institución de muchas voces, de muchos sentimientos y pensamiento ideológico. Y no se planteó que fuese “más que un club deportivo”. Jamás luchó por hacer de Osasuna un elemento integrador de la sociedad navarra, ni que formara parte de su identidad.

Si se quiere respetar el legado de Natalio Cayuela, empiécese por lo más evidente de su ideario político: su laicismo acorde con la Constitución de la II República, puesta de manifiesto siendo presidente de la Junta de la Casa de Misericordia defendiendo la pluralidad religiosa de dicha institución frente a la agresiva ofensiva de los integristas, cobijados en Diario de Navarra. Laicismo más manifiesto aún, en 1933, cuando Natalio Cayuela, como presidente del Partido de Acción Republicana, dirigió al Gobierno el siguiente telegrama: “Consejo Provincial y local Acción Republicana expresan V. E. adhesión dictamen Comisión parlamentaria proyectos Ley Congregaciones religiosas y protestan manifestaciones falsas Asociaciones Padres Familia que no representan opinión navarra”.

Sabalza presume de ser apolítico, así que no le pediremos que sea fiel al legado republicano de Natalio Cayuela, ideario que le costó ser asesinado en Valcardera, pero, al menos, inténtelo en la parcela que le corresponde desde el punto de vista deportivo. Cayuela nunca hubiera llevado a la plantilla de jugadores, al equipo técnico y a la plantilla de jugadores a la Basílica de Javier a pedir la intercesión de san Francisco Javier y hacerle una ofrenda floral. ¿Porque era ateo y anticlerical?

No. Sencillamente por respeto a la pluralidad de quienes profesaban una religión distinta a la católica o ninguna. Exactamente, por ese mismo respeto que establecen los actuales estatutos de Osasuna, y que Sabalza en la práctica olvida cumplir sin que nadie le llame a capítulo.

Firman este artículo: Víctor Moreno, Pablo Ibáñez, José Ramón Urtasun, Fernando Mikelarena, Carlos Martínez, Clemente Bernad y Txema Aranaz Del Ateneo Basilio Lacort