urante el mes de noviembre, el Foro Social Permanente ha desarrollado por cuarto año consecutivo las jornadas Hitzorduak-Construir la convivencia democrática en Navarra-Desafíos y oportunidades. En esta ocasión ha tenido dos partes: una comparecencia en el Parlamento de Navarra y una mesa redonda en el Palacio del Condestable.

El objetivo ha sido actualizar ante los grupos parlamentarios y la sociedad civil nuestros análisis sobre los avances, bloqueos y retrocesos que está teniendo la construcción de la convivencia democrática en Navarra.

Estas jornadas se han realizado en un contexto interesante, en el escenario generado por el décimo aniversario de la Conferencia Internacional de Aiete. Además, también estamos en la etapa final del Plan Estratégico de Convivencia del Gobierno de Navarra, al que hemos realizado múltiples aportaciones. Un plan que, como decimos en esas aportaciones y ha corroborado el aniversario de Aiete, si desea ser inclusivo debe afrontar el conjunto de cuestiones pendientes a resolver del ciclo de violencias.

De manera general, entendemos que, pese a las dificultades inherentes a la composición sociopolítica de nuestra Comunidad Foral, el proceso de resolución de las consecuencias del ciclo de violencias avanza. Si bien es evidente que todavía quedan pendientes importantes aspectos por resolver.

Después de años de bloqueos múltiples, desde 2016 se están dando pasos decisivos que nos han traído al escenario actual. Y es eso precisamente lo más importante: el proceso de construcción de paz es un proceso complejo, paciente, que hay que regar permanentemente.

Juan Manuel Santos, expresidente de Colombia, afirmó que "es más difícil hacer la paz que hacer la guerra". Y este paradigma está hoy, todavía, más presente que nunca a tenor de los debates permanentes en el Congreso de los Diputados y los debates recurrentes que se dan en nuestro Parlamento Foral.

En numerosas ocasiones nos refermimos a los tres nudos pendientes identificados tras la disolución de ETA en 2018: víctimas, memoria crítica inclusiva y personas presas, huidas y deportadas.

Este artículo se va a centrar hoy en hacer un balance del primer aspecto: el derecho de todas las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación. E insistimos en el término todas, porque es inaceptable que hoy todavía sigan existiendo discriminaciones hacia un tipo de víctimas en función de quiénes fueron sus victimarios. Vayamos por partes.

Por una parte, las víctimas de ETA se han visto agraviadas con algunas maneras de escenificar los ongi etorris. Esta misma semana hemos conocido la decisión del EPPK en torno a este tema, dándole solución definitiva.

En cuanto a este tema, entendemos que en la sociedad navarra existe un consenso sobre dos aspectos fundamentales: empatía y derechos. Empatía, porque nuestra sociedad no acepta más sufrimiento hacia las personas que lo han padecido o padecen; y derechos, de las familias y allegadas a recibir y abrazar a las personas que han cumplido sus condenas, en muchos casos en condiciones de extrema dureza (alejamiento, aislamiento, etcétera). Además, queremos subrayar que la judicialización de esta problemática, por dolorosa que haya sido para las partes, no es el camino adecuado para afrontar la necesaria solución definitiva e integradora a la cuestión de los ongi etorris.

En lo que se refiere a las víctimas del Estado (GAL, torturas, etcétera) nos congratulamos de que la Ley Foral 16/2019 haya superado los obstáculos y se esté poniendo en marcha. El retraso producido debido a los diferentes recursos ha generado una situación de revictimización en este tipo de víctimas que es responsabilidad de todos los actores corregir.

En nuestra comparecencia del pasado 17 de noviembre se produjo un paso que valoramos positivo y necesario: la autocrítica de Iñaki Iriarte, portavoz de UPN en el Parlamento, hacía las víctimas del Estado.

En esta misma comparecencia, instamos a los grupos parlamentarios a recuperar la confianza con estas víctimas mandándoles un mensaje claro en dos aspectos relativos a la citada ley: el primero, acordar la composición de la comisión de valoración y, el segundo, avanzar en el acuerdo en torno a su decreto de aplicación. En ambos aspectos buscando el máximo consenso posible. Cuanto antes se ponga en marcha esta ley, antes se terminará con esa dolorosa sensación de víctimas de segunda categoría que tienen todas ellas.

Aunque es cierto que es el instrumento principal de reparación institucional no solo se debe esperar al desarrollo de la ley. Durante los últimos meses el Parlamento Foral ha dado pasos importantes en el reconocimiento a las víctimas de la tortura. Se ha roto ese manto de sospecha que les ha acompañado tantos años.

Perseverar en ese camino es importante. Entendemos que se pueden seguir dando pasos en su reconocimiento, al menos en dos sentidos. El primero: existe un instrumento que se ha utilizado en la Comunidad Autónoma Vasca que se ha demostrado sanador para las víctimas de la tortura. Nos referimos al informe sobre la tortura realizado por el Instituto Vasco de Criminología. Y el segundo: tras el acuerdo del Parlamento del pasado 26 de junio, sugerimos a los parlamentarios dar un nuevo paso organizando un acto de reconocimiento en la cámara con motivo del Día Internacional de las víctimas de la tortura desde el máximo consenso posible.

Ambas iniciativas permitirían avanzar en visualizar la dimensión que esta vulneración de derechos humanos ha tenido en nuestra Comunidad Foral.

Desde el Foro Social venimos planteando que se eviten actitudes, de obra o palabra, que puedan generar más dolor en cualquier tipo de víctima. De la misma manera que en el tema de los ongi etorris se ha avanzado, toca ahora hacerlo de manera decidida en el siguiente espacio.

Hoy es el día en que todavía, cuando se habla de víctimas, el imaginario colectivo las identifica solo con víctimas de ETA. Y esto, que lo vemos todos los días, genera una revictimización inaceptable en las víctimas de la violencia del Estado. Es hora ya de superar esta discriminación que genera dolor. Es hora de superar viejas ideas de mis víctimas y sus víctimas. Es hora de asumir como sociedad que todas las víctimas son de toda la sociedad. Y que, por tanto, debemos ampararlas a todas.

Es hora de desarmar la palabra y construir un lenguaje más inclusivo que evite generar más dolor de obra o de palabra a quienes ya han sufrido demasiado.

Foro Social Permanente en Navarra