l objetivo de la UE es hacer de Europa la primera zona climáticamente neutra del mundo para el 2050. Ningún otro continente es tan ambicioso. Ello nos lleva a estar viviendo una época de transformación radical de prácticamente todos los sectores de la economía. Un proceso que ya estaba en marcha y que la pandemia ha acelerado. Esto es posible gracias al consenso político existente en el continente, derivado de la asunción de un concepto de sostenibilidad que impregna todas nuestras políticas en Europa. También es una apuesta comercial. Ser el continente más verde fortalece nuestra economía, la hace más competitiva y puede permitirnos recuperar así un liderazgo mundial que se ha ido perdiendo las dos últimas décadas. Esta es, al menos, la apuesta de la UE.

El Pacto Verde Europeo de 2019 subraya la importancia en la acción exterior, ya que se centra en convertir a la UE en un líder mundial en política climática. Asimismo, propone orientar la política comercial de la UE hacia la transición ecológica, incluyendo compromisos de apoyo a la sostenibilidad a través de acuerdos comerciales internacionales. El objetivo geopolítico es ejercer el liderazgo del multilateralismo para configurar la gobernanza climática mundial. Una tercera parte de la financiación pública mundial de la lucha contra el cambio climático procede de la UE y de sus Estados miembros. Entre otras medidas, la Comisión propuso el año pasado la creación de un Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, es decir, un arancel al carbono con el fin de evitar la fuga de empresas fuera de la UE, a la vez que proteger el mercado interior de importaciones que no respetan la sostenibilidad.

A todo lo anterior, hay que sumar que el mercado privado tiene claro que las inversiones se dirigen hacia lo sostenible. Tal y como indica un informe de Naciones Unidas, desde 2016 se ha multiplicado por diez el número de fondos privados vinculados a inversiones en actividades relacionadas con la economía circular, y solo en 2020 los activos gestionados en fondos de capital público relacionados con la economía circular se multiplicaron por catorce. Entre 2016 y 2020 el Banco Europeo de Inversiones financió operaciones ligadas con la economía circular por valor de 2.700 millones de euros y ha lanzado la Iniciativa Conjunta sobre Economía Circular junto con los mayores bancos e instituciones de promoción de la UE, con el objetivo de invertir al menos 10.000 millones de euros en la economía circular para 2023.

Pero, ¿cómo podemos definir si una actividad es no o no es sostenible? Para ello la UE aprobó en 2020 la llamada taxonomía de actividades sostenibles. La taxonomía de la UE es un sistema de clasificación que establece una lista de actividades económicas sostenibles desde el punto de vista medioambiental. El objetivo es proporcionar a las empresas, los inversores y los responsables políticos definiciones adecuadas, así como crear seguridad para los inversores e instituciones públicas, evitar el llamado lavado verde, ayudar a las empresas a ser más respetuosas con el clima, mitigar la fragmentación del mercado y ayudar a cambiar las inversiones donde más se necesitan.

¿Cómo incorporamos todo eso en Navarra? La recién aprobada Estrategia de Especialización Inteligente de Navarra incluye un nuevo vector respecto a 2016, la sostenibilidad, pasando de ser S3 a S4. La visión que establecemos en la S4 es Navarra como región de referencia en Europa en la transición hacia una economía sostenible y digital. Debemos dirigir nuestro sistema productivo hacia la sostenibilidad y la utilización eficiente de recursos basados en la bioeconomía y la circularidad. El objetivo es la implementación de la economía circular en todos los eslabones de la cadena de valor industrial. La S4 establece también una serie de líneas de trabajo comunes y concretas que hay que desarrollar en los próximos años. Debemos mencionar la simbiosis industrial, el diseño de productos, componentes, equipos, envases y sistemas de distribución que tengan en cuenta el ciclo de vida del producto, la reducción de materias primas, agua, energía, etcétera en los procesos industriales, la remanufactura y uso de suministros circulares (renovables, reutilizables, reciclables, reciclados, biodegradables) y fomento de la construcción sostenible, hidrógeno verde, entre otras. Para ello vamos a disponer de unos recursos públicos sin precedentes, como son los fondos Next Generation, en concreto el PERTE ERHA de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento aprobado antes de Navidad.

La S4 incorpora también un sistema de gobernanza, en el que se incorporan agentes de la llamada cuádruple hélice, es decir, las universidades y centros tecnológicos, y representantes del empresariado y personal trabajador. El reto del Departamento de Desarrollo Económico para los próximos meses será el trabajar conjuntamente con todos ellos para ir definiendo medidas concretas que consigan esa transformación ecológica para Navarra.

En resumen, podemos discutir sobre ventajas e inconvenientes del coche eléctrico, el uso de las renovables, limitar el uso de plásticos en envases y un largo etcétera, pero lo cierto es que todo ello será una realidad en la próxima década, y tenemos que estar preparados. En Navarra hemos aprobado una Estrategia de Especialización Inteligente a la que hemos incorporado la cuarta “S” de sostenibilidad. Tenemos una visión compartida y el trabajo que tenemos por delante es incorporar, en colaboración con los agentes económicos y sociales, medidas concretas que nos permitan ser una referencia transición hacia una economía sostenible.

*El autor es doctor en Derecho europeo y consejero de Desarrollo Económico y Empresarial del Gobierno de Navarra

Ser el continente más verde fortalece nuestra economía,

la hace más competitiva y puede permitirnos recuperar un liderazgo mundial que se ha ido perdiendo

Debemos dirigir nuestro sistema productivo hacia la sostenibilidad

y la utilización eficiente de recursos basados en la

bioeconomía y la circularidad