a Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías ... en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres”. Así reza el artículo segundo del Tratado de la Unión Europea, la misma que crea un mercado interior basada en una economía social de mercado. El origen de la UE no es otro que evitar para siempre el horror y destrucción que supuso la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, entre los países que son miembros de la UE no ha estallado ningún conflicto armado, es decir, más de 70 años de paz continuada, algo que nunca antes se había dado en toda la historia de Europa central y occidental. Ucrania nos hace despertar. La pesadilla de la guerra sigue presente.

El mencionado Tratado de la UE establece que en nuestras relaciones con el mundo promoveremos nuestros valores y los derechos humanos. Así lo reconoce el lema de la UE, que no es otro queUnidos en la diversidad. Las prioridades de la Comisión Europea de 2019 mencionan, además del pacto verde y la digitalización, un nuevo impulso a la democracia europea, así como promover nuestro european way of life, o modelo de vida europeo, es decir, mejorar el Estado de Derecho y la democracia, incluida la protección social, salud y educación universal o pactos sobre migración y protección de consumidor, entre otras medidas. Valores que asumimos como propios en Europa, pero que en absoluto son compartidos en otros continentes. Economía basada en valores.

Lo cierto es que el mundo ha cambiado mucho en lo que llevamos de siglo. Por un lado, se está volviendo menos libre. Si hasta 2005 las democracias y las libertades se expandían por todo el mundo, hoy están en declive, una tendencia que no ha disminuido en los últimos 15 años. Esto va en paralelo al cambio de poder global. En 2021, de las ocho economías más grandes del mundo, cuatro han sido europeas; para 2030, ese número se reducirá a tres y para 2050, solo Alemania permanecerá en la lista, siendo la octava. En 2005 el tamaño de la economía europea era más de seis veces mayor que el de China. En 2022 China ha superado ya el valor de la economía de la UE (es cierto que el Brexit ha acelerado este proceso), y se espera que para 2030 supere a la economía de los EEUU. Sumemos a lo anterior que la UE representamos, tan sólo, el 6% de la población mundial.

En un interesante libro de 2019 titulado China y la gobernanza global, su autor, el diplomático chino He Yafei, indica que “el espíritu de la democracia ateniense, la tradición del cristianismo, el estado de derecho y el contrato social ... no son más que elementos que han desempeñado un importante papel en el avance de la civilización occidental. Sin embargo, esto no significa que tengan un valor universal, ni que deban aplicarse universalmente o imponerse ciegamente”. Debemos, por lo tanto, asumir que el concepto occidental de derechos humanos no es tan universal como nosotros creemos.

El pasado 2 de marzo tuvo lugar la votación en Naciones Unidas para condenar la invasión de Ucrania. 141, de 193 miembros, votaron a favor, pero a los cinco votos contrarios (obviamente el de Rusia entre ellos) hay que sumar 35 sonoras abstenciones, entre ellas la de China, India y Pakistán (entre los tres países suman casi un 40% de la población mundial). Además, China ya ha declarado que no participará en ninguna de las sanciones económicas que se impongan a Rusia.

A pesar de todo, no hay que caer en el fatalismo. En Europa seguimos siendo líderes en diversos sectores de la industria, economía verde, comercio internacional, sistema financiero estable y un largo etcétera. Pero llevamos demasiado tiempo perdido hablando de reindustrialización de Europa, así como de dependencia energética y materias primas. Debemos solicitar a la UE una revisión de nuestro sistema de aduanero, implementar la estrategia de industrialización de 2020, así como el pacto Verde europeo. En la parte que nos toca en Navarra, debemos de acelerar la transición energética, que está en nuestra mano, y desplegar en todas sus vertientes la economía circular, con el triple objetivo de ser una economía sostenible, asegurar nuestra soberanía y ser competitivos en el mundo. En este orden de cosas, nuestra Estrategia S4 de Navarra recoge lo establecido por la UE: para que una actividad económica esté alineada con la taxonomía de inversiones sostenibles debe cumplir cuatro condiciones, entre ellas garantizar salvaguardias mínimas basadas en determinadas normas de derechos humanos.

El economista y nobel de la Paz, Norman Angell, escribió hace más de 110 años La gran ilusión, en la que afirmaba que la guerra era económica y socialmente irracional. No se equivocaba, sin embargo, en pleno siglo XXI el reto de construir una economía basada en valores está más vigente que nunca.

El autor es doctor en Derecho Europeo. Consejero de Desarrollo Económico y Empresarial del Gobierno de Navarra

El origen de la Unión Europea no es otro que evitar para siempre el horror y destrucción que supuso la Segunda Guerra Mundial

En Navarra, debemos de acelerar la transición energética, que está en nuestra mano, y desplegar en todas sus vertientes la economía circular