sta es una sensación recurrente que han sufrido miles de personas en Navarra durante varias generaciones cuando se les ha sometido a castigo y a burlas por usar el euskera o expresarse con dificultad en castellano tanto en la escuela como en el antiguo servicio militar o en las visitas a las ciudades por motivos administrativos, médicos o bancarios.

Eso ha sido así, está documentado desde hace muchos años y tenemos testimonios de personas vivas que han sufrido en su carne esa situación, provocando en algunos casos una sensación de vergüenza por ser euskaldún, y en otras de auto odio a la lengua y cultura propia al verles negado su valor y las dificultades pasadas.

Evidentemente, en la últimas décadas algunas de esas situaciones han desaparecido en su factor más cruel, pero otras se mantienen de forma solapada bajo diferentes pretextos o argumentos para que quien quiera utilizar el euskera en Navarra, en su tierra, en servicios oficiales, administrativos, médicos y también para quienes lo quieren aprender, se encuentren múltiples trabas, una de ellas, la más recurrente, es que el que se provea de plantilla que conozca el euskera en dichos servicios genera discriminación para los que no lo saben. Retorcer el argumento y utilizarlo en sentido contrario es lo que está sucediendo, que haya un determinado número de plazas suficientes con capacitación - cualificación es simplemente una petición de lógica supina. Que el euskera, lengua propia de Navarra tal como está reconocida en la Ley del euskera, sea valorada como mérito, como se valoran otros conocimientos y exigencias tampoco es una discriminación, es simplemente agregar más factores de calidad a los puestos de trabajo en los que se requiera.

Nadie alega discriminación por valorar el alemán, francés o determinados grados de titulación, son factores que aportan más puntos al baremo sobre otros que no los tienen. El que para llamar a una oficina pública se imponga la inercia de no utilizar el euskera, por aquello de no saber si quien te va a atender conoce el idioma o va a responder con cierto desdén, no en todos los casos, retrae el uso de quienes lo han aprendido, lo saben, y mantiene vigente el sentimiento de ser extraños, extranjeros en nuestra tierra. Y en la gente mayor hace revivir el sentimiento de minusvaloración.

Yo mismo pude comprobar en mi vida laboral la sensación, primero de sorpresa y luego de comodidad, cuando por diferentes indicios he identificado como euskaldunes y les he podido atender en euskera a muchas personas en un ámbito financiero. Cuando se anuló el anterior Decreto Foral por presiones sindicales y corporativistas que no tienen en cuenta que las personas que trabajan en atención al público y en otras áreas administrativas se deben a los contribuyentes, y por lo tanto lo que debe primar es la excelencia y capacitación para ello en las dos lenguas de Navarra, una vez definidos los puestos y perfiles, flaco favor le hicieron a Navarra.

En el actual borrador del Decreto Foral sobre este tema observamos, aparte de una deficiente valoración y estimulación para el desarrollo del euskera en estos ámbitos, que ni siquiera se valora el euskera en los baremos de los puestos de empleo público en las denominadas zonas mixtas y no vascófonas, aunque sí se valoren otros idiomas como el francés, inglés, alemán... ¿Habrán creado una nueva realidad lingüística en dichas zonas?

Desde luego es insultante para cualquier persona con un mínimo de conocimiento y respeto a la historia de Navarra. Por cierto que este decreto, promovido por un un partido que se pretende progresista, queda por debajo del Decreto sobre el euskara en la Administración existente a principios del año 2000 bajo el Gobierno de UPN. No son de recibo los discursos bajo los que se cobijan. La involución es evidente. Y decepciona, no solo a los euskaldunes, sino a todo aquel que tenga una visión más integradora y enriquecedora para nuestra comunidad.

Es tiempo de superar prejuicios, demostrar sensatez y decisión, de valorar todas las culturas y lenguas, también en la enseñanza, pero sin menospreciar lo propio, promocionándolo y no confrontándolo, y demostrando firmeza ante presiones de quien mantenga una posición cerrada por motivos políticos o corporativos, que va contra el interés de la justicia, igualdad y cohesión de Navarra al no respetar derechos para todos. Porque el uso del euskera en el ámbito público es un derecho que corresponde al Gobierno de Navarra no solo respetar, sino fomentar, tal como se expresa en la Ley del Euskara.

Esa labor tiene que verse plasmada ya en el nuevo decreto foral sin dilaciones, modificando los actuales borradores que han presentado, ya que mantener la filosofía con la que están hechos es algo que ni los euskaldunes, ni quienes defienden el euskera por encima de otras consideraciones, se lo merecen.

Rectificar, además de ser de sabios, es de justicia.