La pasada semana leía el desarrollo de lo que fue la asamblea de la Comunidad de Bardenas. Por desgracia nada nuevo bajo el sol. Por mi parte, tampoco me repetiré sobre el desmantelamiento del polígono de tiro, sobre el arrendamiento que hace la Junta, sobre la necesidad de una mejor gestión del territorio entendiendo que es una Reserva Natural de la Biosfera y hay que atender a diversos y complejos factores, sobre sus usos principalmente agropecuarios o por la administración del dinero público que se hace, según informes de la Cámara de Comptos en 2017 de auténtica dilapidación del capital en banalidades.

Ahora bien, me detendré en una frase, que no por manida y utilizada hasta el aborrecimiento por la derecha desde hace décadas no cesa su empleo. Según mi paisano Félix Floristán: “Hay que despolitizar la asamblea y la Permanente. Esto no puede ser política, la Bardena necesita gente que trabaje por y para el territorio”. Atención, que lo dice un concejal que obtuvo su acta con el PSN y entró en el equipo de gobierno con Navarra Suma. ¿En base a qué va a tomar decisiones una junta constituida mayormente por concejales con carné de un partido u otro? Y aunque no fuera así, ejemplos ha habido en la propia Junta, ¿acaso las personas no reflexionamos en base a nuestras ideas? ¿Cuando se “trabaja por el pueblo” (otro tópico que ya huele) no se hace desde una óptica o desde unos valores? Si en política, municipal inclusive, no te mueves en base a ideas, es porque lo haces en base a intereses personales. Hacer política no tiene por qué ser algo malo o negativo, por contra la opacidad y el interés personal sí.

El problema no es si la Junta está politizada, sino que desde hace décadas está cautiva de los denominados “pactos del régimen” entre UPN y el PSN vivos todavía por aquí, convirtiendo Bardenas en un cortijo. Y mientras no varíen en muchos ayuntamientos congozantes las mayorías existentes, así será. Ojo, con polígono de tiro o sin él. Si se quieren cambiar las cosas, lo primero habría que alterar democráticamente esas mayorías para establecer otra forma de gestionar desde unos valores totalmente diferentes. Un cambio con idénticos jugadores, misma baraja y reglas, a lo único que nos avoca es a un nuevo “reparto de cartas” donde lo novedoso solo sería ver a quién le toca una buena mano.

Hay una gran cantidad de poder, escaso control y un funcionamiento más que cuestionable. Pudiendo mantener la elección de los 22 representantes, uno por ente, pienso que podría elegirse desde los ayuntamientos a esa persona, por mayoría de dos tercios, que haya reunido previamente una serie de avales, cumplir unos requisitos mínimos y como requisito sine qua non no tener ningún tipo de interés en el territorio de Bardenas. Asimismo, la Junta se completaría con otros quince representantes de diferentes candidaturas con derecho a voz y voto elegidos por voto directo de la población congozante.

Muy importante también sería poner al día el Consejo Asesor de Bardenas Reales, con un calendario de reuniones, pudiendo participar con voz en la asamblea y con la obligación por parte de ésta de llevar a debate todo tipo de reflexiones, documentos o proyectos que pudieran emanar del Consejo.

En conclusión y aunque solo es una idea mejorable, existen múltiples mecanismos para cambiar las cosas, más allá del falso “altruismo aséptico”. Fórmulas democráticas y nuevas reglas para evitar conductas caciquiles, beneficios personales y dilapidación del erario público mientras las Bardenas se mueren de pena. Y la cuestión vital, como decía antes, todo empieza por cambiar las mayorías en nuestros ayuntamientos.