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Una historia conocida

Osasuna ofrece una buena imagen, peca de falta de puntería y el Barça marca sus goles en sus dos únicos tiros a puerta

Una historia conocidafoto: mikel saiz

PAMPLONA. Con el partido cogido con alfileres gracias al oportunismo de David Villa, Guardiola tiró de la nómina de superestrellas que ayer calentaban banquillo y fue poniendo sobre el tapete a Iniesta, luego a Messi, finalmente a Xavi. Con muchos minutos por delante colocó el Barcelona a sus mejores futbolistas en el terreno de juego para amarrar una victoria nada segura que Osasuna intentaba cuestionar a base de una apreciable disciplina táctica, una evidente ambición y un esfuerzo encomiable. Tal muestrario de dignidad futbolística de nada sirve si no hay capacidad suficiente para plasmar con mordiente y goles el trabajo. El Barcelona utilizó la mayor calidad de sus futbolistas y una eficacia letal -del 100%- para llevarse el triunfo en un encuentro en el que el fútbol volvió a no hacerle justicia a Osasuna. Con un reparto superior de puntería y fortuna -a partes iguales-, los rojillos hubiesen hablado de un encuentro distinto, en el que además de buena imagen y talante ante el mejor conjunto del mundo, el resultado quizás hubiera sido distinto. Diferente al de esta historia conocida que ensalza el papel de equipos estupendos siempre rendidos en estas citas.

Osasuna salió con su plan conocido, presión hasta la cocina, pero le costó redirigir a términos de peligro esa voluntad exprimidora. De hecho, un Barcelona apagado pudo realizar jugadas de mil toques e incluso mandar en el partido tras superar con relativa comodidad la adelantada línea de oposición y de riesgo de los rojillos. Y en este escenario poco definido, con el único mando que entrega la posesión, Villa rompió su maleficio con el gol marcando en una acción que se antojó casi de contragolpe por la velocidad que imprimió el Barça a la acción. Tan rápido movió la pelota en el centro del campo -la jugada acababa de nacer en las botas de Valdés-, que a Nelson no le dio tiempo de llegar a tapar el centro de Jeffren, los centrales vieron pasar por delante el balón remitido por el extremo y a Monreal se le coló por la puerta de atrás el atacante blaugrana. Un gol aparentemente sencillo, solo accesible a los conjuntos grandes, con muchas marchas para su juego.

Lo mejor de Osasuna estuvo en mantener la compostura -acababan de rebasarse los 20 primeros minutos- y en ser fiel a su plan, al nuevo estilo. Algún lance con titubeos ante Villa dio paso a un tramo antes del descanso de dominio de los rojillos. Las recuperaciones en el último tercio del campo ofrecieron sus frutos, las acciones a balón parado también crearon alguna inquietud -un tímido remate de cabeza de Vadócz llegó tras un córner- y las llegadas por las bandas por fin tuvieron alguna forma de inquietud. En el último minuto, Monreal acertó a colar un centro en el área, Sola no engatilló y Damiá, delantero centro entonces, se enredó con Milito para rematar con más suavidad de la buscada y favorecer que entre Valdés y el palo se desbaratara la ocasión. A Vadócz le cedió otro balón de cabeza Nekounam para disponer de otra acción para el remate que no encontró la portería local. Hasta en cuatro oportunidades Osasuna había atinado entre los tres palos, pero sin premio final.

Con el estandarte de la reacción, de la valentía, pero derrotado en el marcador, Osasuna se marchó y volvió de los vestuarios. Que se estaba comportando como un equipo molesto lo dejó bien claro Guardiola con el paso de los minutos, cuando la inclusión de sus futbolistas más grandes -los tres pequeños Iniesta, Messi y Xavi- fue entregándole una capacidad de maniobra superior ante estos rojillos insolentes. Sin escurrir ni un ápice de su sana ambición, a Osasuna se le fue escapando el partido conforme el esfuerzo expuesto impidió cualquier aproximación con peligro. Sin centrales terminó el Barcelona y con los jugadores rojillos a pecho descubierto, la aparición final de Messi fue suficiente para vestir de comodidad un marcador muy poco seguro. Fue el segundo disparo del Barcelona entre los tres palos.

Osasuna está donde no quería, con buenas intenciones y modos, pero durante un mes sin puntuar. Contra el Valencia ya toca la primera final.