HA llegado el momento de estar todos con Osasuna, porque el equipo rojillo se va a jugar en estos cinco últimos partidos de Liga, con un calendario extremadamente complicado, su permanencia en Primera División. Es cierto que lleva cuatro derrotas consecutivas y que el equipo no está ahora en esa dinámica que encandiló a todo el osasunismo. Pero ahora sólo cuenta que está en grave riesgo de entrar en puestos de descenso y que, en un equipo modesto, la fuerza radica la unión entre todos los estamentos, en ese apoyo incondicional por llevar en volandas al equipo a la salvación.
Además este Osasuna de Mendilibar se lo merece. Tiene errores individuales y colectivos, pero técnico y jugadores demostraron ayer que dan lo mejor de sí mismo para convertir sueños imposibles en realidades y que con esa actitud y el apoyo incondicional de la afición, el equipo rojillo seguirá otro año en Primera.
Osasuna enseñó ayer el camino a seguir: dio la cara y recuperó identidad ante un Barcelona que acusó, como es lógico, la ausencia de sus mejores jugadores, reservados para la semifinal de la Liga de Campeones. Sobre todo echó de menos inicialmente a Xavi e Iniesta para el control y dirección del partido y a Messi en la finalización. Por ello y porque Osasuna no salió a verlas venir sino a por el partido, el Barcelona de ayer fue otro, no tuvo el control ni la posesión absoluta de otros encuentros y notó demasiado la falta de confianza de los jugadores nuevos y la falta de coordinación entre ellos. Se mostró muy impreciso, con muchas e increíbles pérdidas de balón por la presión de Osasuna, le costó tener llegada y crear ocasiones. En definitiva, Osasuna convirtió ayer al Barcelona en un equipo terrenal que dejaba opciones a la esperanza. Es de agradecer que Osasuna, que también llegó con bajas notables, al menos lo intentase. Le tuteó, le incordió y acabó metiendo en su área al Barcelona al final del primer tiempo. Sin embargo, no supo aprovechar su mayor llegada ni tuvo acierto en sus remates y ocasiones (dos palos y dos remates de Vadócz y Nekounam). No tuvo finalización ni pegada -ahí estuvo su mayor defecto-, mientras que el Barcelona sí. Villa, que no marcaba desde el 26 de febrero, fue el encargado de abrir el marcador en la única ocasión del Barça en todo el primer tiempo, aprovechando un error rojillo de ambos laterales.
Como Osasuna tenía maniatado al Barcelona y el partido y el resultado estaba muy abierto, Guardiola se vio obligado a sacar a su mejor tridente, Xavi, Iniesta y Messi, para intentar recuperar el dominio del balón y el control del partido, pero no tuvo éxito, porque Osasuna continuó jugando sin complejos y convencido de poder hacerle daño. Y casi lo consigue si no hubiese sido por la buena intervención de Valdés en una falta botada por Cejudo. Sin embargo, volvió a imponerse lo que ayer decidió el partido: la mayor calidad y mejor pegada del líder. Messi cerró el partido en el 87 en la segunda ocasión del Barça en todo el partido.
Osasuna no sumó, pero al menos salió reforzado mentalmente y ganó en confianza para recibir al Valencia, Sevilla y Villarreal, y jugar fuera contra el Zaragoza y Getafe jugándose la salvación. Si juegan como ayer, pero mejorando su pegada, y la afición empuja como en sus mejores momentos, la permanencia estará conseguida.