Lo de Willian José ayer en El Sadar fue más allá. Supuso un paso más respecto a lo aquí mismo comentado, hace una semana, sobre la actuación de Ander Guevara contra el Barcelona. El vitoriano no apareció en los resúmenes de aquel partido. Su participación, sin embargo, supuso la llave mediante la que la Real logró ser superior al conjunto culé. Recibió. Se giró. Obligó a hacerlo también a todo el bloque blaugrana. Y, con el campo cuesta abajo hacia Ter Stegen, lanzó a Odegaard y a Merino para que entre ambos se ocuparan del resto. En cuanto al derbi de Iruñea, no es que Willian José no aparezca hoy en los resúmenes. Sí que sale. ¡Y sale fallando goles! El análisis de los primeros 45 minutos, sin embargo, apunta al brasileño como la clave para abrir la lata.

la elección Willian e Isak. Isak y Willian. Hablamos de delanteros tan distintos, tan diferentes, que la elección entre uno u otro rara vez va a responder a sus estados de forma. Muy mal tienen que estar el sudamericano o el escandinavo para que la competencia les pase por encima independientemente del contexto del partido de turno. En circunstancias normales, el panorama pronosticado por el entrenador debe decidir quién pisa el verde de inicio. Al fin y al cabo, es como cuando tienes en casa, al margen de otras prendas, un bañador y un anorak. No saldrás a la calle vestido con uno u otro en función de cuál está más nuevo, más limpio o mejor planchado. Cogerás lo que cojas mirando qué tiempo hace ahí fuera. Ayer Imanol se acercó a la ventana y echó un vistazo. Imaginó un partido. Y, a la hora de tirar de armario, fue coherente con el planteamiento pretendido. Daba igual que Isak le hubiese marcado al Barcelona. Daba igual que también hubiese visto puerta en Palencia. Willian José, al campo.

entre líneas Porque el técnico de Orio vio que el derbi estaba a la espalda de los pivotes de Osasuna. Y vio también que la presión de los rojillos, agresiva en cuanto a la colocación alta del bloque, iba a resultar algo más contemplativa en lo referido a la actitud de los futbolistas navarros. Acertó el míster. Dentro del 4-4-2 de Jagoba, los puntas Chimy Ávila y Adrián no saltaban al duelo individual con los centrales. Se centraban en tapar líneas de pase interiores, neutralizando a Guevara. Y así, mientras, los pivotes Brasanac y Oier podían ocuparse de Odegaard y de Merino. La Real abrió mucho a estos. También los retrasó para darles la opción de bajar a la base. Y generó de este modo un espacio capital en la parcela de la mediapunta. Un espacio al que bajó constantemente Willian José para cocinar superioridad tras superioridad.

en los goles Ya había aparecido el brasileño en la antesala de alguna que otra acción de peligro, como la del centro de Zaldua que él mismo remató fuera de cabeza. Y después participó en los tres primeros goles de la Real. Antes del 0-1 y del 0-2, se dejó caer al vértice del rombo imaginario que el equipo dibujaba en la medular para cumplir con dos funciones. La primera, dar continuidad al juego. La segunda, atraer centrales y dejar tras ellos un espacio que Portu y Oyarzabal pudieran aprovechar. Saldó con éxito ambos propósitos. Luego peleó el balón que terminó en la falta del 0-3, obra de Martin Odegaard.

una rémora mayúscula En esto del fútbol, antes de preocuparte por las carencias de tu equipo, cabe tener siempre en cuenta lo que hace el rival. Hablamos de un deporte de duelos. Un equipo contra otro. Y los errores vienen a menudo forzados por el principal interesado en que los cometas: el adversario. Valga esta máxima para muchos pasajes vividos por la Real esta temporada. Sin embargo, ocurre también que, cuando algo se convierte en habitual, entonces sí, toca mirar más a los defectos propios que a las virtudes ajenas. El equipo txuri-urdin viene mostrando cierta tendencia a caer en fallos no forzados que cuestan caro. Ayer metieron a Osasuna de lleno en el partido. Porque el empuje de los navarros vino después de los goles, no antes. Menos mal que la expulsión de Roncaglia aclaró el panorama. Y que el gol de Isak aportó oxígeno a raudales. Sí, el gol de Isak, un tanto que, de puertas hacia afuera, contribuirá a afear la situación de Willian José. En Zubieta, mientras, alguien deberá explicar hoy al brasileño todo lo que hizo bien contra Osasuna. Se trata de mantenerle enchufado. Mientras lo esté, poco importará que no firme cifras de Bota de Oro. El equipo y los compañeros agradecerán su trabajo sobre el verde.

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