Con Flefield nadie quiere mancharse las manos. De la empresa portuguesa, ubicada en el paraíso fiscal de Madeira, dijo en la sesión del jueves la magistrada Fernandino, que preside en la Sección Segunda de la Audiencia el juicio de Osasuna, “ya sabemos todos a estas alturas a qué obedecía Flefield”.

La elocuente afirmación ha estado precedida de los olvidos repentinos, las incomparecencias en las notificaciones, la falta de respuestas de una mercantil fantasma y de la única alusión aproximada a su sino que la hizo el que fuera contable de Osasuna, Tomás López, que recordó que a través de Flefield se había pagado al menos hasta 2009 a algunos jugadores de Osasuna la parte de su contrato vinculada con los derechos de imagen. “Era una forma de que los clubes obtuvieran beneficios fiscales al no tributar por parte de esos contratos”. Para ello servían, al menos hace años, este tipo de sociedades pantalla vinculadas al mundo del fútbol en particular. El problema fue cuando en 2014 se quiso utilizar la tapadera de Flefield para justificar la salida de 1,5 millones de la caja de Osasuna y se expuso que era por sus tareas de scouting y consulting futbolístico.

Uno de los futbolistas que cobró parte de su contrato a través de dicha sociedad fue el excapitán rojillo Patxi Puñal, quien manifestó esta semana en la vista oral que incluso desconocía que se le hubieran efectuado pagos en su época de jugador de ese modo. “Lo he conocido a raíz de este procedimiento. Son cosas que negocian nuestros representantes con los clubes para que cobremos el dinero libre de impuestos”, declaró Puñal. El abogado que fue citado en el juicio como representante legal de la mercantil lusa, Iñigo Landa, y que ha defendido a Flefield en varios pleitos en España, solo arrojó sombras al panorama. El letrado, que compareció el jueves como testigo, manifestó que no tenía relación con Flefield, sino que él representaba a clientes, agentes intermediarios de futbolistas que algunos de ellos trabajaban en el extranjero y que resultaban ser clientes de esta sociedad, que a su entender servía para cobrar derechos de imagen y comisiones de representantes.

SIN CUENTA DE PAGO Preguntado al respecto de si le llamaba la atención algo del contrato que se confeccionó desde el ordenador de Vizcay y que justificaba el pago de 1,5 millones de Osasuna a Flefield por ese scouting de jugadores que nunca existió, Landa respondió que le pareció llamativo que no pusiera el número de cuenta bancaria, que no haya nada acerca de las instrucciones de dónde se iba a pagar ese dinero. Pero no sé quién está detrás de Flefield ni sé quién es su representante”. Todo en Flefield es tan oscuro que durante la instrucción se envió una comisión rogatoria policial a su sede en Funchal, y allí solo quedaba una secretaria. Al supuesto gerente, George Wander, perseguido también por las autoridades alemanas, se le situaba por entonces fugado en Singapur. Cuando el que era auditor de Osasuna, Adolfo Suárez, recibió las facturas y el contrato de Flefield, también exigió las reseñas de la mercantil portuguesa para enviar una carta de circularización. En principio, uno de sus empleados remitió la misiva por fax, pero dijo que no había obtenido respuesta alguna.