El Chimy Ávila fue un buen justiciero para Osasuna. El Barcelona había hecho lo justo para llevarse tres puntos en un partido en el que, eso sí, supo competir frente a un equipo rojillo insistente y ambicioso. A cuatro minutos del 90, el argentino recolectó la cosecha de esfuerzo de todo el grupo y elevó un empate definitivo, definitorio también del nivel de pugna al que se llegó al encuentro. Osasuna, otros días timorato o despistado, regresó ayer a El Sadar para ofrecer su imagen, la de verdad. Vigoroso y animado, el equipo de Arrasate sintió el sabor de la victoria pese a quedarse con un punto. Osasuna no ganó, pero en el reparto de méritos estuvo a la par del Barcelona, un grande en reconstrucción, pero siempre un conjunto exigente y complejo, trufado de futbolistas emergentes y hombres de nivel.

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Osasuna sumó un punto, pero por fin se reconoció durante muchos minutos Osasuna, cosa que en estos momentos de dudas, en los que se extiende la sequía sin triunfo en la Liga, debería servir para redirigir el rumbo y plantear con mayores dosis de convicción el último partido de del año, el domingo en Getafe. Peleando el marcador hasta el final ante el Barça, el equipo de Arrasate tiene muchos motivos para sentirse bien, con ganas para incidir en esta línea.

Osasuna soltó chispas en la primera parte a base de una intensidad considerable y un empuje con y sin balón que se traducía en incomodidad para el Barcelona y en soluciones por las bravas. Lo mejor del primer tiempo fue la capacidad de reacción al gol del Barça, más que un desajuste defensivo, quizás habilidad de Gavi para encontrar un hueco y determinación de Nico para pisar el área. El equipo de Xavi se estaba felicitando por desatascar un partido áspero, cuando David García sacó a pasear su incontestable juego aéreo también en el campo rival. Una falta desde la banda se convirtió en un dardo envenenado cuando la pelota llegó a su testa y compuso un remate imposible para el portero.

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A quince minutos con ajetreo en las porterías dieron paso a un partido abierto y entretenido, en el que hubo idas y venidas a las dos áreas, pero poca puntería entre los palos. Fragor por el centro y ebullición por las bandas, pero superioridad defensiva en cada lado. El Barcelona continuó operando por la banda de Abde, un joven talento de la casa que ha sacado la cabeza en el primer equipo ante la sequía de fichajes de fuera que suelen tapar los resquicios por donde salen los chavales. Osasuna fue más solidario en eso de llevar la bola rápido hacia posiciones de ataque. También resultó muy comprometido a la hora de regresar tras alguna andanza a balón parado sin premio. Juan Cruz, uno de los destacados de los rojillos, protagonizó un regreso espectacular hasta el área que zanjó en córner una jugada que estaba adquiriendo mala pinta. De lo poco que se vio del Barça.

El segundo acto quedó mediatizado por el gol a los cinco minutos de Abde. El chaval fusiló a la perfección un centro de Dembélé, pero la acción rapidísima del Barcelona llegaba con preámbulo. Gavi había despejado a la desesperada un balón en su área y el balonazo se estrelló en el brazo de Busquets; el árbitro, a un metro, sentenció que no había pasado nada, pero la pelota amortiguada sirvió para que se montara una contra a la postre letal. Si el árbitro decide que no ha pasado nada, no hay VAR que levante la decisión; pero otra cosa es que las puertas que abre a cada poco la reglamentación acelere los corazones y agite los debates.

A Osasuna, dispuesto sostener una pelea a pecho descubierto, porque no sufría y sentía que podía hacer daño, le supuso el gol una ducha de agua fría. Un chorro congelador que, como suele ser habitual, creó un efecto contrario. Los hombres de Arrasate se calentaron, protestaron, se enredaron en quejas y crispación y el Barcelona, sin la atención necesaria, estuvo más cómodo, con Dembélé firmando unas acciones de remate marca de la casa: zancada elegante y sendero hacia dentro, y disparo fuera.

Osasuna mantenía su fuego interior y, con los cambios, lo avivó todavía más. Mediado el segundo tiempo se cambiaron todos los actores del juego ofensivo -entraron entonces Chimy, Budimir y Darko- y se proyectó un ataque total con los dos siguientes -con Torres y Cote- cinco minutos más tarde. Solo tres defensas, un pivote en plan ancla y todo lo demás, a la carga. El Barcelona se fue haciendo pequeño, replegando, mirando el crono. El zapatazo del Chimy desde el borde del área, con casi todo el mundo metido al remate en un córner, le dio a Osasuna lo que le correspondía: un punto más que merecido y bombonas llenas de moral.

Ficha técnica

2 - Osasuna: Sergio Herrera; Nacho Vidal (Torres, m. 73), Unai García, David García, Juan Cruz, Manu Sánchez (Cote, m. 73); Kike Barja (Chimy Ávila, m.69), Moncayola, Lucas Torró; Rubén García (Darko, m. 69); Kike García (Budimir, m. 69).

2 - Barcelona: Ter Stegen; Araújo, Piqué, Umtiti, Gavi; De Jong, Busquets, Nico (Mingueza, m. 73); Abde (Ferrán, m. 90), De Jong, Dembelé (Coutinho, m. 81).

Goles: Nico 1-1 (m. 12), David García 1-1 (m. 14), Abde 1-2 (m. 49), Chimy Ávila 2-2 (m. 87).

Árbitro: Martínez Munuera (Comité valenciano), asistido por Yuste Jiménez y Martínez Munuera. El colegiado mostró amarilla a Nacho Vidal, Juan Cruz, Rubén García, David García y Manu Sánchez por parte de Osasuna. A Gavi, Ter Stegen, Piqué por parte del Barcelona.

Incidencias: Partido correspondiente a la vigesimosexta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio El Sadar ante 21.427 espectadores. En los prolegómenos del encuentro se guardó un minuto de silencio en memoria de Jesús Riaño, periodista navarro fallecido a los 78 años.