n la temporada 2011-12, Quique De Lucas y Fabián Orellana fueron los jugadores que más partidos jugaron con el Celta en Segunda División, equipo que logró el ascenso a Primera ese curso con Paco Herrera como entrenador -fue segundo, con 85 puntos, por detrás de un Deportivo de poderío exagerado que logró 91-. Un imparable Iago Aspas, autor de 23 goles, se metió 35 partidos de Liga entre pecho y espalda, pero el chaval cedido por el Osasuna de Mendilibar, Oier Sanjurjo, fue otro de los más utilizados en el curso, con 33 participaciones en el campeonato regular -jugó un encuentro más de Copa-. Con 25 años entonces, el estellés fue el central más habitual en el equipo gallego y, fruto de su buen rendimiento, en la temporada siguiente regresó a Osasuna para participar en 31 encuentros en la máxima categoría. Y aquí sigue.

No cabe duda de que el periodo de formación que tuvo que pagar fuera de casa le sirvió a Oier para cultivarse, madurar y progresar para su longeva etapa como rojillo. Allí probó por primera vez como central -"el debut ha sido especial para mí porque jugué en una posición en la que no había jugado en mi vida", declaró entonces tras su primer partido-, circunstancia que quizás podría repetirse el miércoles ante los problemas de Osasuna.

Oier estuvo en su etapa como celeste con jugadores ahora emblemáticos en la historia del Celta, como el estandarte Iago Aspas o el también incombustible Hugo Mallo, dos que siguen en la plantilla del conjunto gallego de aquellos tiempos, como también el meta Rubén Blanco, un crío de 16 años entonces. Pero también coincidió con nombres importantes como Roberto Lago, Borja Oubiña, Tuñez -su compañero en el eje de la zaga-, Mario Bermejo, Álex López o Joan Tomás, y con los luego jugadores de Osasuna David Rodríguez, autor de nueve goles, o Rau?l Navas, inédito en ese curso con el primer equipo -disputó 23 encuentros con el filial-.