En medio del último escándalo del 'furgol' español nos hemos enterado de que Osasuna se encuentra dentro de un grupo de equipos llamado "los otros". Básicamente son los conjuntos que no son ni el Madrid ni el Barcelona y que en la Supercopa van a cobrar menos pese a que van a hacer lo mismo (o incluso mejor) que sus otros contrincantes. Nada que no se supiera, pero resulta hasta chocante escucharlo en una conversación entre un jugador en activo y el presidente de la Federación Española de Fútbol.

Pero, con permiso de Geri y Rubi, en estas líneas Osasuna no va a ser de "los otros". Más bien, al revés. Los rojillos se enfrentaban a los otros que no son los de Geri. Vaya lío. Bueno, al Madrid. Y durante esta semana, incluso hasta en la misma jornada del partido, los blancos han tenido bajas de última hora que recordaba cuando Roberto Carlos se borraba de venir al viejo Sadar ya que había una señora en la grada que le gritaba. Ni Casemiro, ni Modric, ni Bale. Esto no hizo nada más que alimentar esa esperanza latente pero a la vez complicada de alcanzar de que Arrasate y sus chicos alcanzaran la Conference League. Sí, seguramente si alguien de "los otros" lee esta ilusión le parecerá una mindundez, pero esa es la gracia, parecerse poco a ellos, mantener unos valores que tantos como unos perdieron hace tiempo (más allá de campañas de marketing muy bien regada con sus millones), aunque desde dentro de la rojez de vez en cuando alguno se le olvide y piense que el objetivo es ganar (dinero y partidos) a cualquier costa. Ya probamos eso una vez y todos sabemos dónde se acabó.

Y así, con su identidad diferenciada como principio, salió Osasuna a enfrentarse al transatlántico blanco. Que nadie se piense que por las ausencias arriba presentadas iban a dejar de serlo.

Los rojillos plantaron cara con todo y más ante un Real Madrid que ya va en modo automático a por el título. No perdió Osasuna, ganó el Madrid, que no es lo mismo. Oirán mucho hablar sobre las dos paradas de Sergio Herrera. Normal. Aquí ya sabemos cómo se las gasta, especialmente desde los once metros. Un escándalo.

Pero, sobre todo, lo que no tienen "los otros" es a un público que te reconoce y anima con el alma más allá del resultado final. Y eso no se paga con dinero.