- "En mi familia, más que osasunistas, han sido oieristas", soltó Oier Sanjurjo Maté durante el discurso que pronunció ayer en el acto de homenaje y despedida que le organizó Osasuna en El Sadar, que congregró a unas 3.000 personas en las gradas del remozado estadio rojillo, demostración palpable del legado que deja el futbolista de Estella, el sexto que en más ocasiones ha defendido la elástica del conjunto navarro en la centenaria historia del club, y prueba también de que la comunidad oierista no se reduce exclusivamente a su entorno familiar.

No lloró ayer Oier en El Sadar porque, como él mismo reconoció, vino llorado de casa, aunque el evento que le preparó el club lo tuvo todo para que el capitán derramara lágrimas a diestro y siniestro. En el penúltimo capítulo de su despedida como rojillo -el domingo llegará el epílogo con la disputa en Pamplona contra el Mallorca de su último partido oficial con la elástica del conjunto navarro, el 356-, el todavía capitán de Osasuna, que no continuará en el club porque su contrato expira el próximo 30 de junio y ya le comunicaron hace un par de meses que no se lo iban a renovar, se llevó algunos regalos, pero sobre todo el cariño y la admiración de una nutrida representación del osasunismo.

Durante 50 minutos hubo sorpresas para todos los gustos. Rodeado de los capitanes de todos los equipos del club, tanto masculinos como femeninos, a Oier le recibió la grada con una sonora ovación y también alguna bengala en el sector ocupado por miembros de Indar Gorri. Antes de los discursos, el suyo y el del presidente, un Luis Sabalza que, como ya es habitual, no pudo contener las lágrimas y al que se le quebró la voz por momentos mientras dedicaba infinidad de elogios al homenajeado -le llamó "leyenda", "mito" y "ejemplo para la cantera"-, se proyectaron en el videomarcador de El Sadar una serie de imágenes que repasaron la carrera del estellés como rojillo, desde su debut con el primer equipo en 2007 hasta su último gol, el que anotó la pasada semana en Pamplona contra el Getafe, sin olvidar su cesión de una temporada al Celta en busca de minutos.

Tras su discurso, Oier escuchó con una sonrisa en el rostro los mensajes grabados de varios excompañeros (Puñal, Cruchaga, Miguel Flaño, Hugo Mallo, Damiá, Cejudo, Nino, De las Cuevas, Oriol Riera, Xisco, Brandon, Fran Mérida y Roberto Torres), la misma que exhibió durante el aurresku que le dedicó el dantzari Pablo Goñi y otra idéntica a la que lució cuando Sabalza le entregó un cuadro con el póster con su imagen que se repartió ayer entre los asistentes al acto y otro con una camiseta de Osasuna con su rostro estampado en la misma, obra del artista francés Mats Drawing.

Entres los 3.000 asistentes al acto hubo una nutrida representación del club. No se lo quisieron perder ninguno de sus compañeros, a excepción de Barbero, ausente en los dos últimos entrenamientos por una indisposición; tampoco los miembros del cuerpo técnico, con Jagoba Arrasate a la cabeza; ni el director deportivo, Braulio Vázquez; ni los integrantes de la junta directiva, salvo Manuel Piquer. Hubo jugadores de la cantera, de los equipos femeninos y del Genuine. También empleados, desde los de más alto rango, como el director general Fran Canal y el gerente Ángel Ardanaz, hasta los de oficinas, sin olvidar a exjugadores, algunos de los cuales se encuentran trabajando para la entidad, como son los casos de Patxi Puñal y Miguel Flaño, y otros no, como César Cruchaga o Josetxo Romero, por citar un par de ejemplos. Y cómo no, su orgullosa familia: su mujer Joana Octavio; sus hijos Adur, Jon y Aiala; sus padres, Rafa Sanjurjo y Ana Maté; sus hermanas Andrea e Irene; y sus suegros, cuñados y sobrinos.

Todos los que acudieron a El Sadar se llevaron el agradecimiento de Oier, para el que "la realidad ha superado el sueño". "Os pido que nunca olvidemos de dónde venimos y hacia dónde vamos". "Os voy a echar de menos, cabrones", concluyó. Y viceversa. l