La tercera ampliación del contrato de Jagoba Arrasate con Osasuna se demoró más de lo que el club había planeado. Hubo un largo tiempo de reflexión que coincidió con el bache de resultados ya habitual en las tres últimas temporadas. Alcanzado finalmente el acuerdo (hasta 2024), de las valoraciones posteriores de unos y otros cabe subrayar tres palabras: asentamiento, cambios y mejoras. Por un lado, la dirección de la entidad hizo hincapié en la importancia de sostener el proyecto en Primera división, donde los ingresos son más cuantiosos. Y ya sabemos, por las cuentas recién divulgadas, que este ejercicio se cerrará con pérdidas. El anuncio de que un programador chino tiene dificultades para cumplir sus compromisos económicos con LaLiga deja en evidencia la enorme dependencia del fútbol del dinero de televisión. Es un serio aviso de cara al futuro.

Sostener esa continuidad para seguir saneando el club queda en manos de la plantilla. Una responsabilidad muy alta y a la que ninguno de sus integrantes es ajeno. Empezando por el entrenador. Arrasate ya habló, tras renovar, de su idea de ir introduciendo mejoras, y aunque no las ha detallado, a ellas se ha aplicado en las últimas semanas. Es significativa, en el sentido que pueden ir estos planes, la baja de Oier, capitán y con 36 años en sus piernas. Le han seguido Íñigo Pérez y Ramalho, porque en todo este proceso es fundamental remodelar la plantilla. Sin perder de vista el riesgo de que piezas codiciadas como Herrera, David García, Torró, Moncayola o Budimir cambien de aires, algo que el club hasta recibiría con alivio por lo que supondría de un abultado ingreso extra no contemplado en las cuentas y que traería un notable alivio en las finanzas. Con el Promesas en 1ª RFEF quizá haya que optar por menos cantidad y más calidad, dando su oportunidad a los chicos de la cantera, más tras comprobar que esta temporada ha habido futbolistas del primer equipo que apenas han tenido relevancia o han protagonizado un paso fugaz. Por contra, para lo que es el estilo de Osasuna se ha echado en falta a jugadores con desborde en banda, por ambos lados, y un recambio solvente en el lateral derecha. Osasuna juega sin enganche entre medio campo y delantera, pero esto tiene que ver con el estilo de Arrasate y no parece que vaya a cambiar.

Es comprensible que el entrenador quiera llegar a la pretemporada con ideas nuevas ya que, tras lo visto en este curso, hay mucho que corregir y ese décimo puesto final, siendo excelente y estando por encima de las posibilidades y los objetivos de Osasuna, no lo justifica todo. No justifica que el equipo haya perdido su fútbol arrollador como local, que sea víctima fácil en El Sadar, que pierda intensidad ante rivales asequibles y que entre en esas crisis de una decena de partidos encadenados cuyo desenlace queda a expensas de la renta de puntos acumulada, sin que haya una explicación sobre lo sucedido. Hay un momento de la temporada en el que el equipo se cae y algo tendrá que ver con la planificación y el liderazgo del entrenador. Pero esto ya es historia, material sobre el que trabajar y corregir en verano. En suma, hacer que algo cambie la próxima temporada para que todo (la permanencia como resultado final) siga igual.