De Walter a Walter. De la escuela alemana a la escuela inglesa. De Herr a Mister. Apenas dos años después de la salida de Gerbart llegó a Pamplona Walter Martin Harris, un británico avalado por los títulos conseguidos con el Real Unión. El giro adoptado por los dirigentes osasunistas tampoco cuajó, lo que hace sospechar que los futbolistas eran poco permeables a lo que venía del exterior o bien que los métodos de trabajo y tácticos que se querían poner en práctica no eran los adecuados para el perfil de la plantilla.

Nacido en 1873 en Birmingham, Harris jugó en 1906 con el Barcelona; en 1908 se hace cargo del Coventry City y en 1921-1922 entrenó al Real Unión de Irún y fue el manager de un combinado vasco que viajó a América a disputar varios partidos amistosos. En 1924 aparece como masajista y segundo entrenador de la selección francesa de fútbol que disputó los Juegos Olímpicos de París, ciudad donde fue también profesor de educación física.

En febrero de 1925, la prensa anuncia su vinculación con Osasuna, “en calidad de manager del once rojo”. Y abunda: “Celebramos esta medida de la directiva osasunista que ha de reportar grandes beneficios al club navarro”. Pero las cañas se volvieron lanzas ante el mal juego y resultados del equipo.

Todos los elogios que Ángel Goicoechea había regalado a Walter Gerbart, en el caso de Harris se tornaron feroz crítica. “Mr Harris fracasó rotundamente como entrenador en Pamplona. De Irún había venido con una gran tara. Allí no hizo otra cosa que dar masajes a los jugadores. En Osasuna se confiaron a Harris. Y ni hizo ni dejó hacer. A los meses de estar él, el equipo marchaba mucho peor que cuando vino. Y es que no se quiso hacer caso a las advertencias de Irún. Mr Harris era un preparador físico, pero el fútbol le importaba un rábano”.

Harris no tuvo buena prensa en los años posteriores. Algunos comentarios sobre su labor eran extremadamente ácidos. Por ejemplo, en noviembre de 1928, El Mundo Deportivo enjuiciaba así su paso por el Málaga: “No ha salido de ser el buen masajista que demostró en el Deportivo Alavés”. En septiembre de 1932, Diario de Navarra se hace eco de su fichaje por el Hércules: “Lo sentimos por el Hércules”, sentencia.

Quien no se mordió la lengua fue el legendario Jacinto Quincoces que lo tuvo como entrenador en el Alavés tras su paso por Osasuna. Harris, vino a decir el defensa, “no tenía ni idea” de fútbol, y detalló que le daba al whisky más de la cuenta, hasta el punto de que “una de las obligaciones de esa época era acostar al entrenador”.

No hay constancia exacta de la fecha de salida de Harris de Osasuna. Hasta agosto de 1927 no habría otro nombramiento oficial de entrenador, tarea que le fue encomendada al exjugador Félix Zozaya.

La doble faceta

Desde la experiencia con Harris, Osasuna renunció a los experimentos y eligió como entrenadores a exjugadores o técnicos nacidos en España, No fue hasta 1979 cuando Fermín Ezcurra puso su atención en el fútbol yugoslavo, que entonces aportaba al mercado continental a técnicos cualificados. Sin embargo la contratación de Streten Petkovic chocó con insalvables trámites burocráticos.

Poco después, los viejos planes de Ezcurra encontraban a un entrenador con el mismo perfil: Ivan Brzic (1983-87). Su currículum en Osasuna tiene subrayada la primera clasificación para la Copa de la UEFA.

Ha sido en el siglo XXI cuando la figura de extranjero y exjugador de Osasuna se ha repetido hasta en tres ocasiones con diferente suerte. Primero con el mexicano Javier Aguirre (2002-06), que subió el techo del equipo hasta una final de Copa y un cuarto puesto en la Liga que garantizaba la presencia en la fase previa de Champions League.

El polaco Jan Urban (2014-15), figura incomparable en el terreno de juego, se diluyó en el banquillo. Apenas siete meses estuvo al frente del proyecto; fue destituido en aquella temporada que acabó con viaje de ida y vuelta al infierno en Sabadell.

Por último, el serbio Petar Vasiljevic (2016-17) sumó a su condición de futbolista y entrenador la de director deportivo. Pasó del despacho al vestuario, de contratar jugadores a ser su jefe, para conducir la nave al naufragio del descenso.