PAMPLONA - En la tarde de ayer, la empresa Aspe dio una noticia inesperada que cayó por sorpresa. Ander Errandonea, hijo de Inaxio, laureado zaguero a finales de los 80 y durante toda la década de los 90, se retira de la pelota con tan solo 20 años -cumple 21 en agosto-, tan solo uno después de su debut como profesional.

Esta difícil decisión se debe a los problemas de Ander en las manos, que no le han dado tregua en este corto período en la elite. Por eso, a pesar de estar inmerso todavía en el campeonato de parejas de Promoción, Ander ha decidido dar el paso a una prematura retirada.

“Es una pena, pero ha sido una decisión muy meditada y creo que es la correcta”, afirma Ander, que asegura que “he sufrido muchísimo durante este año” porque “no han salido las cosas como yo pensaba”. El delantero de Bera explica cómo ha llegado este momento: “Antes del Promoción ya lo estaba pensando. Después de esta oportunidad que no me esperaba lo afronté con ganas, pero se ha visto que no estaba y al final el último partido que jugué salí a la cancha con un miedo increíble, y no estaba disfrutando nada”. El navarro, que no ha podido tener la continuidad necesaria para demostrar nada, se reforzaba la zona dañada, pero esa no era la solución. “Estaba jugando con mucho taco y así no podía controlar la pelota ni nada”, expresa.

En contra de lo que pueda parecer, este problema con las manos fue nuevo para Ander, que no había sufrido nada parecido en su etapa como aficionado. “Nunca he tenido ningún problema, incluso si me la he fastidiado he estado una semana parado y después he salido a jugar. Supongo que será el material”, presiente.

Debido a esta irregularidad, el de Aspe dejó de tener confianza en sí mismo por la gran presión que sentía sobre él. “Perdiendo continuidad pierdes confianza, estando las cámaras y la gente es una presión y salir con miedo no merece la pena”, mantiene. Puede parecer que el peso de un apellido como el de Errandonea pudo hacer mella en el joven, pero él asegura que no. “No era el apellido, era el salir a la cancha y no poder dar el nivel, esa frustración de ver que no va para adelante”, lamenta. Inaxio, padre de Ander y director comercial de Aspe, le ha apoyado en todo momento en su decisión.

El de Bera intentó poner remedio con masajistas, lo que pareció ser un remedio, pero luego el dolor volvía. “Me tocaba la mano y no tenía ningún dolor, pero entrenaba y notaba que la pelota me golpeaba”, comenta. Así, jugar es imposible.

Ander Errandonea se retira de la pelota, pero afirma que “la vida sigue”, y ya tiene algo pensado para su futuro. Lo que si tiene claro es una cosa: “Si no estás disfrutando esto, no merece la pena”.