La previsión es que la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Euskadi sea aprobada a finales de año. ¿Qué supondrá?

Espero que cuanto antes podamos tener aprobada la ley y que además sea con el máximo consenso posible. A partir de ahí supone seguridad jurídica al dar rango de ley a las políticas públicas que ya se vienen desarrollando y dotar de una visión de conjunto a esas políticas. Sobre todo destacaría que incorpora actuaciones que estamos llevando a cabo pero que con la ley van a tener un nuevo impulso, todo lo que tiene que ver con la política de divulgación de la memoria democrática.

¿En qué se concretan estas actuaciones de divulgación?

Las instituciones están obligadas por ejemplo a generar un espacio expositivo aquí en Gogora. También establace la necesidad de crear un centro memorial en Gasteiz sobre los hechos que ocurrieron en torno al 3 de marzo de 1976 y de dar un nuevo impulso al museo que está en Gernika, y que queremos que sea de la memoria histórica de Euskadi.

La tramitación de la ley y las actuaciones de Gogora discurren, por tanto, por vías paralelas que están destinadas a confluir.

Nuestro principal trabajo como institución es la transmisión crítica y ética de la memoria democrática. En ese sentido, la ley nos da un nuevo impulso y estamos a las puertas de tener el primer centro de memoria histórica y memoria reciente que cuente todo lo que ha ocurrido en Euskadi. Diría que no existe algo similar a nivel estatal. 

Se refiere al futuro espacio expositivo que se ubicará aquí mismo, en la sede de Gogora en Bilbao.

Va a abordar las distintas violaciones de derechos humanos que ha habido sobre todo a partir de la dictadura por parte de grupos terroristas, pero también del terrorismo parapolicial, grupos de extrema derecha, etc. Pero también va a recoger la memoria en positivo, la memoria democrática de aquellas personas que se movilizaron a favr de la paz y en contra de la violencia incluso en las peores situaciones.

“Hay que construir presente y futuro sobre la memoria democrática y no sobre el vacío ético del olvido”

¿Los contenidos de este futuro espacio serán permanentes o irán cambiando?

No va a ser un museo, va a ser un espacio que, partiendo de la visión de las propias víctimas, va a recoger el relato de los hechos en cada caso y toda la parte de resiliencia ante la violencia que hemos vivido. Persigue generar una reflexión crítica sobre todo a través de audiovisuales: documentales, testimonios... Va a ser permanente pero se puede ir renovando también. Esperemos que, si todos los plazos se cumplen, para finales del año que viene podamos estar hablando de una realidad.

¿Son los jóvenes un público prioritario de estas iniciativas?

Son un público importante pero no solo está dirigido a las personas que no vivieron los hechos que estamos contando. El objetivo es que toda la sociedad haga una reflexión crítica y ética de lo que hemos pasado, que muchas personas que hemos vivido esos años también podamos repensar nuestro propio pasado. Sobre todo, si volviera a ocurrir, qué es lo que cambiaría en mi actitud. Se trata de que la memoria sea una herramienta pedagógica para construir una sociedad mejor.

¿Por qué son importantes estas acciones de divulgación y pedagogía sobre el pasado?

Tenemos que construir presente y futuro sobre la memoria democrática y no sobre el vacío ético que supone el olvido. Recuperar la memoria es importante por supuesto para dignificar a las víctimas pero tiene todo su potencial mirando al futuro, nos permite construir una sociedad basada en una reflexión crítica en torno a la violencia. Si no, existe el riesgo de construir la sociedad en un vacío ético. En una sociedad como la nuestra, que hemos vivido durante tantos años una situación de violencia, no podemos hacer como que no ha pasado nada, necesitamos ese suelo ético. Para eso es importantísimo conocer el pasado y generar una reflexión crítica en relación al recurso a la violencia.

“Bajo ninguna circunstancia la violencia es la solución, no resuelve los conflictos y además los agrava”

¿Cuál es la conclusión de esa reflexión crítica sobre la violencia?

En nuestra juventud se llevaba mucho el relativismo ético y hace falta que saquemos la enseñanza de que bajo ninguna circunstancia la violencia es la solución. No resuelve los conflictos y además los agrava. A esta tesis solo podemos llegar haciendo un análisis de lo que ha supuesto la violencia en Euskadi. ¿Qué ha traído? Mucho sufrimiento y nuevos conflictos. Por tanto, si queremos construir una sociedad diferente necesitamos esa mirada al pasado y para mirar al pasado de forma crítica debemos conocerlo. Ese es el objetivo de esta institución y de estos espacios de memoria. 

Hablábamos sobre la juventud. ¿Qué le parece el reciente fenómeno de GKS, la disidencia radicalizada de Sortu?

Que una persona tenga una ideología extremista y antisistema me puede parecer bien, siempre que respete la pluralidad y que el extremismo ideológico nunca lleve a minimizar ni a justificar la violencia. En muchos lugares de Europa hay grupos de izquierda radical, miremos a la CUP en Catalunya, esto no nos debería generar ningún problema. El problema es cuando se vincula la radicalidad política o ideológica con la violencia, que es lo que ha ocurrido aquí, pero no siempre ocurre. En relación a GKS no he visto esa justificación de la violencia, he visto más un discurso anticapitalista, muy socialista, nada que objetar desde ese punto de vista. Evidentemente, si hay una justificación de las vías violentas hay que erradicarlo de raíz. 

“La recuperación de la memoria nos compete a todos y no debería depender de quién gobierna”

La autocrítica con el pasado de violencia es todavía una tarea pendiente para un sector en Euskadi.

En nuestra sociedad sigue habiendo una cierta relativización de la violencia. Y si algo nos ha enseñado nuestro pasado reciente es que, además de que éticamente es reprobable, en términos de eficacia política nunca se ha conseguido nada. Aquí sigue faltando esa reflexión, los que ayer defendían la violencia no han trasladado esa reflexión a la sociedad vasca. Como Gobierno vasco tenemos que hacer una política pública que garantice que el presente y el futuro que vamos a construir esté basado en una memoria democrática. El ser humano tiene tendencia a pasar página pero las instituciones públicas tienen un deber de memoria, también en el ámbito educativo, hacer que nuestros jóvenes conozcan su historia reciente.  

El Congreso de los Diputados ya aprobó la Ley de Memoria Democrática. ¿Cuál es la relación que están destinadas a mantener estas leyes, la estatal y la vasca?

Una buena relación, obviamente. Esperemos que esa institución no dependa de los vaivenes electorales, la recuperación de la memoria democrática nos compete a todos los demócratas y no debería depender de quién gobierna. La ley que se ha aprobado en el Congreso tiene aspectos que no tiene la nuestra, entre otras cosas porque no tenemos competencias, por ejemplo en el ámbito de la justicia. Establece una fiscalía especial para los delitos del franquismo, lo que aplaudimos, no podemos incorporarlo a nuestra ley pero son complementarias. Esperamos que la buena relación se mantenga, lo que hace falta es que no haya rupturas a nivel estatal.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ya ha adelantado que la derogará si llega a Moncloa.

No solo eso, estamos viendo por ejemplo las dificultades con la exhumación del Valle de los Caídos. En este Gobierno hay voluntad política pero también hay una voluntad de obstruccionismo por parte de toda la derecha a nivel estatal. 

“Los jóvenes tienen que saber lo que es vivir sin democracia ni libertad, solo así se valora lo que se tiene”

A la inauguración del columbario de Orduña acudieron familias de todo el Estado pese a que los 15 restos que se inhumaban no han podido ser identificados. Entiendo que se podía palpar su anhelo por localizar a sus allegados.

Las familias lo vivieron como si fueran los suyos. La exhumación es muy importante porque es muy físico pero cuando se recupera el relato, la injusticia que padecieron, que estaban en el lado bueno de la historia, que lucharon por la democracia de la que hoy gozamos, se dignifica su historia. Todo eso se recoge además en paneles, incluso su entierro, con una escultura que recuerda al ausente, y además con representación institucional al más alto nivel. Las familias se ven reconfortadas aunque no les estés entregando físicamente el hueso de su familiar. En Orduña, los familiares llevaron las cajas y hubo mucha emoción.

De lo que comenta se infieren décadas de olvido institucional.

Es lo que necesitan las personas que durante tanto tiempo no han tenido una respuesta social ni sobre todo institucional a ese nivel de reconocer que tu familiar estaba en el lado bueno de la historia, defendiendo la democracia, y por eso lo mataron de forma injusta. Y lo vamos a poner en un espacio público. Esto reconforta, tranquiliza, recuperan la dignidad de ese familiar.

Mientras, prosigue la recuperación de restos, por ejemplo en el cementerio de Begoña donde apareció la mayor fosa común de la Guerra Civil de toda Euskadi.

Ahora estamos en la fase de laboratorio. La identificación de los primeros cinco se hizo a través de las chapas y ahora se está cotejando con el ADN de los familiares. Hemos hecho una convocatoria con aquellos que creen que su familiar desapareció en Artxanda esos días, lo que nos va a llevar más de un año, no es fácil extraer ADN de esos restos que suelen estar muy deteriorados.

¿Qué acciones a futuro destacaría?

Para mí lo más importante es trabajar con el Departamento de Educación para impulsar la transmisión de los hechos traumáticos de la memoria reciente de nuestro país. Y hacerlo no como un proyecto adicional sino incorporándolo al currículum. No podemos cometer el mismo error que con el franquismo y con la Guerra Civil, tenemos que hacer la transición de una situación de violencia a una situación de convivencia respetando la pluralidad y los derechos humanos desde la memoria, no desde el olvido. Los jóvenes tienen que saber lo que es vivir sin democracia y sin libertad, no ya política o de reunión, ni siquiera libertades personales. Solo de esa manera se valora lo que se tiene.

“La derecha intenta que se agote la legislatura sin que se haya entrado en el Valle de los Caídos”

El proceso para recuperar algunos de los restos que se encuentran en el Valle de los Caídos, que se preveía inminente, se ha enredado en un galimatías de recursos, paralizaciones cautelares de las obras, licencias municipales y sentencias judiciales.

A finales del año pasado, la previsión era empezar los trabajos en el Valle de los Caídos en el arranque de este 2022. Estamos en agosto y aún no se ha podido actuar. ¿Cómo están las familias?

Las familias ya no se creen nada, están cansadas, escépticas, como es normal. Algunas de ellas van a acudir al Defensor del Pueblo europeo. Más allá de que Gogora estamos ayudando a tramitar más de 40 casos de vascos que quieren exhumar del Valle de los Caídos poco más podemos hacer. Ahora mismo depende de un nuevo permiso de obras que tiene que dar el Ayuntamiento de El Escorial.

“Su política es contraria directamente a las víctimas, es no empatizar con las personas que sufren”

¿A qué achaca esta situación?

Hay un sector político que está intentando obstruir, yo diría que tratando de que se agote esta legislatura sin que se haya entrado en el Valle. En el fondo es lo que algunos persiguen con la esperanza de que en la nueva legislatura esto sea obstruido políticamente. 

¿Y qué les tiene que decir?

Empatizo totalmente con las víctimas y apelo a esta derecha española, y también al PP vasco, que tantas veces decimos que estamos a favor de las víctimas... Su política es directamente contraria a las víctimas, es no empatizar con las personas que sufren, con las que están buscando durante más de 80 años a su familiar desaparecido. Es hacer daño a las víctimas y eso es absolutamente intolerable.

“Los familiares que acuden a Gogora encuentran todas las facilidades y eso hace que cada vez vengan más”

En el caso de la exhumación de Franco también hubo muchos recursos y retrasos, y fue una sentencia del Tribunal Supremo la que desbloqueó la situación. ¿Es comparable?

Ahora es el Supremo el que tiene que pronunciarse pero dependemos también de los tiempos electorales. Estamos hablando de un Gobierno que no es el nuestro e insisto más en la perspectiva de la víctima. No hay derecho a que se haga esto a las familias, si estamos diciendo que tenemos que poner en el centro de las políticas de memoria a las víctimas, también en este caso. 

De esas 40 familias a las que están asesorando, ¿cuántas tienen permiso para recuperar a sus allegados del Valle de los Caídos?

Treinta y siete.

Y el resto están en proceso.

Sí, es cuestión de tiempo. Pero cada vez va a más, empezamos con 20 y hay un permanente goteo. Todos los familiares de víctimas que acuden a Gogora encuentran todas las facilidades y eso hace que cada vez venga más gente. De hecho, la mayoría de las familias que han solicitado la exhumación del Valle son de Euskadi y es porque tienen ese apoyo institucional.

“Hay que tratar de no hacer daño a las víctimas y ahí el mejor de los sentidos es el sentido común”

En el ámbito del reconocimiento, ¿cómo hay que actuar con las víctimas que ejercieron a su vez de victimarios?

Desde la época en que Maixabel Lasa era directora de Víctimas estableció un criterio que más o menos se ha seguido, que es que todas las víctimas de derechos humanos merecen un reconocimiento, te lo debe tanto la justicia como las instituciones y la administración. Pero otra cosa es que sean merecedoras de homenajes.

Y tener en cuenta los dos aspectos que definen a esa persona, no obviar uno de ellos.

-Claro, hay que tratar de no hacer daño a las víctimas y ahí el mejor de los sentidos es el sentido común. Más allá de que un juez te permita o deje de permitir, uno tiene que saber que determinadas cosas pueden hacer daño e intentar evitarlas. Si tenemos interiorizado que el objetivo es construir convivencia y no urgar en las heridas, creo que en cada momento sabemos cómo actuar.