De la colisión al divorcio. Catalunya se adentra en un nuevo ciclo político. La decisión adoptada por la militancia de Junts de apearse del Govern sume en la incertidumbre al Ejecutivo de Pere Aragonès, deja a la formación posconvergente en el diván con riesgo de fractura interna e implosiona el independentismo. La consulta ha deparado un resultado dividido: con una participación del 79,18% –de los 6.465 militantes con derecho a voto–, el 55,73% se ha decantado por abandonar el proyecto compartido con Esquerra y el 42,39% lo ha hecho a favor de quedarse, después de que haya sido imposible entablar un acuerdo de mínimos entre los republicanos y JxCat, que había exigido una serie de condicionantes para salvar los muebles: la restitución del vicepresident Jordi Puigneró y el cumplimiento del pacto de legislatura, que incluía la gestación de una dirección estratégica en el soberanismo, un camino común en Madrid y colocar la amnistía y la autodeterminación encima de la mesa de negociación entre gobiernos.

En semejante trance, Aragonès activará un gabinete en solitario, monocolor y que incluiría a independientes. El pase a la bancada de la oposición del partido liderado por Jordi Turull muy probablemente aboque a Esquerra a buscar alianzas con los comunes y el PSC, no como integrantes del Govern pero sí para sacar adelante los Presupuestos que, precisamente, han sido diseñados por Jaume Giró, de JxCat, quien era partidario de no descolgarse del Ejecutivo ante el temor, como otros compañeros, de pasar a la irrelevancia y de que sea más complejo el trayecto hacia el objetivo de la independencia. Sin embargo, pesos pesados como Carles Puigdemont y Laura Borràs abogaban por dar rienda suelta a una andadura diferente en la que implementar el mandato del 1-O. Turull encara el reto de recoser una fuerza donde caras representativas ven cuestionado su liderazgo.

Junts deberá abrir el debate de qué papel llevará a cabo en el Parlament y valorar los réditos que le puede conllevar realizar una oposición dura o conceder apoyos puntuales a los republicanos en votaciones claves como la de las Cuentas o las que conciernen al plan independentista. El resultado de la consulta, quizás más ajustado de lo previsto, aporta un mapa interno hasta ahora desconocido. Borràs y Turull evitaron medir las respectivas fortalezas en el congreso que se celebró en junio y para el que acordaron una dirección de consenso. Después, llegó la suspensión de la presidenta del Parlament y la polémica en torno a su figura, y ahora toca comprobar cómo se traduce lo sucedido. Salen reforzados tres de los cuatro vicepresidentes de JxCat –Josep Rius, Francesc de Dalmases y Aurora Madaula–; la consellera de Investigación y Universidades, Gemma Geis; el exvicepresident del Govern Jordi Puigneró; el secretario de Organización, David Torrents; el eurodiputado Toni Comín; la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas; y los diputados Jaume Alonso-Cuevillas y Joan Canadell. Por contra, queda debilitado el sector que integran los consellers Jaume Giró, Victòria Alsina, Lourdes Ciuró y Violant Cervera; el exsecretario general, Jordi Sànchez; los exconsellers Josep Rull, Quim Forn y Damià Calvet; el exregidor Xavier Trias y su posibilidad de ser alcaldable; y el secretario general adjunto de Junts, David Saldoni.

En este contexto, Aragonès prepara una revolución y podría optar por un Consell Executiu algo más reducido y con gente sin carnet. “Lo renovaré con nuevos consellers, con personas comprometidas con el país y su gente”, ha adelantado en su declaración institucional consumada la quiebra. “La decisión de Junts la respeto, pero no la comparto y lleva al Govern a iniciar una nueva etapa”, ha admitido el president, afeando que “a la ciudadanía no se la sirve abandonando responsabilidades y yo no lo haré, por eso hay que seguir gobernando, buscando alianzas para hacer avanzar al país”. De esta forma, ha rechazado convocar elecciones ya que “sería del todo irresponsable dejar el país sin gobierno o en situación de interinidad”. “Debemos saber rehacer confianzas, trabajar en positivo y tender la mano a todos”, ha sostenido, de cara a “empezar una nueva etapa con seguridad y confianza, con un nuevo Govern dedicado 100% a la ciudadanía para una Catalunya más justa, verde y feminista e irrenunciablemente libre”. “Mi voluntad es y será siempre llegar a acuerdos y tender la mano, pero no tomaré ninguna decisión irresponsable con lo que está sufriendo la ciudadanía”, ha rematado finalmente el Jefe del Govern. Y es que los republicanos tienen además que encontrarle rápido sustituto a los 250 altos cargos y asesores que Junts ocupaba como socio del Ejecutivo y que ahora están llamados a salir, de forma que no se pare la máquina.

Previamente, y una vez que Turull y Aragonès hayan conversado telefónicamente y de que se reuniera la ejecutiva posconvergente, el secretario general de JxCat ha comparecido junto a Borràs para reconocer que “estamos ante la mayor crisis de credibilidad del independentismo” pero que su partido ha demostrado su fortaleza dando “una lección de democracia y transparencia”. “Junts ha hablado y ha decidido salir del Govern”, ha zanjado la presidenta de la formación, que asume la postura de la militancia en una votación que “ha roto los liderazgos mesiánicos”. “Catalunya es diversa, plural y heterogénea, como Junts”, se ha felicitado. A juicio de Borràs, “no se estaba cumpliendo el mandato de las urnas. Si hablamos de ganadores y perdedores, es evidente que Junts gana y Aragonès pierde. Su legitimidad democrática ha quedado puesta en entredicho. Quizás también él tenga que someterse a una consulta en el Parlament”. “El Govern de Pere Aragonès es un Govern fracasado”, ha sentenciado.

Por su parte, Turull ha agradecido el trabajo “excelente” de los consellers, que de inmediato han formalizado sus renuncias, lo que “más dolor” le causa ante la ruptura. “Nos encontrábamos en un cruce. Ya avisábamos a finales de agosto que así no podíamos seguir. Lo hemos probado todo y más. Seguiremos al lado de la gente para hacer política”, ha valorado el secretario general, recalcando: “En Junts no cabe la renuncia, ni la resignación, ni la rendición. A partir de ahora podremos ser nosotros mismos”. En sus proclamas han precisado que Junts no se romperá: “Votar nunca divide”. Y sobre las palabras de Pedro Sánchez ofreciendo estabilidad a Aragonès, Turull ha lanzado un escueto “todo encaja”. Borràs ha sido clara: “Se trata de solemnizar una obviedad”. Para echar más leña al fuego, Puigneró se ha despachado en Twitter acusando al president de “no querer un gobierno independentista”.

Mientras el expresident Quim Torra, partidario de la salida, se limitaba a darle la “enhorabuena” a su formación; desde las entidades civiles, la ANC, que pide elecciones, ha arremetido contra Esquerra y Junts al entender que “la estrategia partidista ha fracasado”; y Òmnium cree que “se resiente el interés colectivo”. Por parte de la CUP, Eulàlia Reguant ve “una muestra más del colapso de una legislatura que podría haber abierto un nuevo ciclo”, y ha acusado al Govern de seguir una estrategia de “pacto con el Gobierno español y la patronal”, algo que “imposibilita abordar retos colectivos como el derecho a la autodeterminación”. Jèssica Albiach, de los comunes, ha aseverado que “se abre una nueva oportunidad de poner Catalunya en marcha con una mayoría progresista”. Los bloques graníticos podrían estar ya en la papelera de la historia. Surge otra duda: ¿Lo está también el procés?