La convocatoria de elecciones generales para el próximo 23 de julio ha trastocado todo el calendario electoral en Navarra. Lo que debía haber sido una negociación tranquila y pausada del acuerdo programático y de la estructura del Gobierno ha saltado por los aires con el anuncio de Pedro Sánchez, que añade mayor incertidumbre si cabe el mapa salido de las urnas. Si no se adelanta, el proceso de investidura se deberá afrontar a lo largo del mes de julio, en plena campaña electoral de las generales. 

De momento, el calendario fija la constitución del Parlamento para el viernes 16 de junio. Habrá que elegir al presidente de la Cámara y a los miembros de la Mesa, un órgano relativamente secundario que se encarga de ordenar los debates en el Parlamento. Pero que controla el proceso de investidura y cuya elección servirá para ver si hay un primer acuerdo entre los socios del Gobierno. PSN, Geroa Bai y Contigo Navarra han avanzado su voluntad de reeditar la mayoría, pero las posturas siguen lejanas y no hay conversaciones en marcha todavía.

Un día después, el 17 de junio, se constituirán los ayuntamientos. Segunda prueba para la nueva mayoría parlamentaria y con EH Bildu como primera fuerza progresista en muchos consistorios. Algo que puede ser insuficiente en lugares como Pamplona, Barañáin o Estella, donde los votos del PSN son imprescidibles para construir una alternativa a UPN. Los socialistas reiteraron ayer que no darían sus votos a la izquierda abertzale, una posibilidad mucho más difícil ahora tras el batacazo del PSOE a nivel nacional.

Gobierno rápido

Es evidente que las nuevas elecciones generales han cambiado el paso al proceso postelectoral. La candidata y líder de Geroa Bai, Uxue Barkos, ha reclamado al PSN una negociación rápida y urgente para formar el Ejecutivo foral lo antes posible, por lo que pudiera pasar. “Ahora tenemos sobre la mesa una precampaña que va a alterar los mensajes de la política estatal”, advirte Barkos, que emplaza al PSN a empezar a trabajar “ya” la conformación del Gobierno. Pero sobre todo, a dar garantías de que la apuesta por mayorías progresistas y sociales sigue vigente a día de hoy y que se llevará a cabo con negociaciones en Navarra. 

Hay cierta preocupación en los socios del PSN por lo que pueda ocurrir en los próximos días. Quizá no tanto como para repetir un agostazo como el 2007, pero sí como para que el proceso de investidura se pueda dilatar en función de los intereses electorales del PSOE. Dejando la investidura para después del 23 de julio y a la espera de clarificar un escenario político que quizá ya no sea tan favorable, condicionado incluso por una derrota del PSOE y una llegada del PP a la Moncloa

Pero el PSN niega esa posibilidad. Los socialistas, que ayer por la tarde reunieron a su ejecutiva, reiteran que su voluntad de acuerdo con sus socios actuales, y se abren también a una negociación rápida del nuevo Gobierno. Los socialistas navarros tampoco quieren esperar a lo que pueda ocurrir en Madrid y su prioridad sigue siendo amarrar la presidencia de Chivite lo antes posible. 

Diferencias de partida

El problema es que si bien tanto el PSN como Geroa Bai buscan una negociación rápida, lo hacen desde un punto de partida lejano. El PSN interpreta que con la diferencia de cuatro escaños respecto a Geroa Bai –que baja de 9 a 7– le corresponde “más fuerza” en el Gobierno de Navarra, donde la última legislatura ha gestionado ocho de las trece consejerías, además de la propia presidencia. Reclama además la presidencia del Parlamento y pide el apoyo de sus socios para el Ayuntamiento de Pamplona.

La lectura de Geroa Bai en cambio es otra. La formación de Barkos asume atribuye su perdida de escaños a que su papel “responsable y leal” en el Gobierno se ha visto eclipsado por una sobrerrepresentación del PSN y por los acuerdos con EH Bildu en el Parlamento. Así que busca más peso político porque sus votos siguen siendo tan imprescindibles como antes. 

Es la disputa que se abre a partir de ahora y que tiene como primer escollo la presidencia del Parlamento de Navarra. Un órgano neutral que históricamente ha sido para el segundo partido de la coalición y que los últimos cuatro años ha sido para Unai Hualde (Geroa Bai). Pero ahí también hay discrepancias. Tanto Geroa Bai como el PSN aspiran a tener un puesto que se votará la víspera de conformar los ayuntamientos, y cuya negociación se solapará con la de los ayuntamientos, conde los socialistas ya han dejado claro que dejarán vía libre a la derecha en su negativa de pactar con EH Bildu. 

Un escenario que se tendría que haber negociado en otras circunstancias y con otros tiempos. Pero que llega condicionado por unas elecciones generales que vuelven a contaminar todo el debate político. Todo el mundo está ya en alerta y mira de reojo a lo que pueda pasar en Madrid. Sobre todo a lo que pueda decidir la dirección socialista de Ferraz, que de momento evita posicionarse sobre Navarra. La partida acaba de comenzar.

UPN mira a Madrid y EH Bildu pide Pamplona

Con el escenario de pactos todavía abierto los partidos empiezan a jugar sus cartas, también los que tienen buena mano pero mala jugada. El caso de UPN, que con 15 escaños retiene la hegemonía de la derecha pero queda una vez más fuera del juego de mayorías. Javier Esparza mira ya a Madrid con la esperanza de que la dirección del PSOE fuerce un giro en Navarra que ahora mismo no parece probable. 

En similar situación ha quedado EH Bildu, que gana dos escaños y sube hasta los nueve, pero que ve cómo se diluyen sus opciones de lograr la Alcaldía dePamplona, su principal apuesta en estas elecciones. La entrada de la ultraderecha en el Parlamento le aboca además a una abstención en la investidura de Chivite. Arnaldo Otegi reclamó ayer la alcaldía de la capital para su formación y advirtió al PSN de que “deberá explicar” la continuidad de UPN al frente del Consistorio. Sin embargo, lo desvinculó de lo que vaya a ocurrir con el Gobierno. 

Unos y otros miran de reojo a Madrid, donde su influencia política puede crecer tras las próximas elecciones generales. Los regionalistas con la esperanza de que el miedo electoral cunda en las filas socialistas en plena precampaña. Mientras que EH Bildu confía en que sus votos en el Congreso vuelvan a ser imprescindibles tras las elecciones de julio. Incluso para plantear una moción de censura en Pamplona. 

Ambos todo caso van a jugar un papel protagonista en la constitución del nuevo Parlamento y en la de los de los ayuntamientos, donde han ganado presencia institucional. Fundamentalmente en Pamplona y su Comarca, donde rivalizan por una hegemonía municipal que en muchos casos tendrá el PSN como árbitro. Y que previsiblemente se resolverá, como hace cuatro años, del lado de la lista más votada, que en la mayoría de los casos en liza ha sido UPN.