David, así se llamará este vecino de la Ribera que prefiere mantener su anonimato, tiene 40 años y se le resistía formalizar una pareja estable. Acudió a las redes sociales y, a través de la aplicación Tinder, conoció en junio de 2021 a un hombre con intereses cercanos, atractivo y que estaba próximo a trasladarse laboralmente a Zaragoza. Se hacía llamar Daniel Foster Poaches y ahora se sabe que tenía un aspecto idéntico al de un celebritie australiano de programas de viajes. Era la persona a la que suplantaba su identidad. Decía que era huérfano de padre polaco y madre rumana. Que por el momento se encontraba en Venecia, donde iba a trabajar unas semanas como decorador de interiores en la reforma de un hotel. Empezaron a hablar a diario en inglés, varias veces al día, a través del chat de gmail. También comenzaron a llamarse.

El estafador Daniel Foster suplantaba las fotos del celebritie australiano Mayr. Foster le mandó esta imagen al navarro simulando que le iban a operar en Venecia.

El estafador Daniel Foster suplantaba las fotos del celebritie australiano Mayr. Foster le mandó esta imagen al navarro simulando que le iban a operar en Venecia. 2 Un reportaje de Enrique Conde

Por distintas razones nunca hicieron una videollamada, pero como cualquier amor sumió a David en un punto de ensimismamiento, el anzuelo perfecto para empezar a urdir una estafa de lo más sofisticada que le ha arruinado más de 140.000 euros.

Pero ese punto de la historia llegará después de varios capítulos. En aquel momento inicial solo tenían ojos y palabras el uno para el otro. El problema es que el anhelo de David de poder encontrarse en algún momento con su pareja online, ponerle cara, tener una cita presencial, no era correspondido al otro lado del teléfono. Pero él lo desconocía. Y tardó 15 meses en darse cuenta, sufriendo un calvario que ahora relata con un tono de más sosiego, pero que le hizo llegar a perder los estribos. “Ahora, visto desde fuera, puedo pensar cómo pude ser tan tonto de fiarme de alguien a quien ni conocía. Pero era una persona que te decía siempre palabras agradables, era muy cariñosa, parecía tan cercano que pensaba que no era capaz de hacerme daño y que además te pilla una vez pasada la pandemia y que es alguien en quien confiar. Otra cosa que me ocurrió es que él siempre se hacía pasar por víctima, así que parecía que las víctimas éramos los dos y que sufríamos las cosas en común”, recuerda David.

La estancia en Venecia del supuesto Daniel Foster empezó a sufrir alguna que otra peripecia y ahí la ayuda económica de David se tornó crucial para sacarle del atolladero. El decorador confiesa a las pocas semanas de conocer a David que su trabajo en Venecia se ha esfumado. Que había sido víctima de una estafa (estas artimañas de simular ese victimismo son comunes en estos casos, para que las víctimas reales empaticen con sus historias), que no tenía contrato de trabajo en regla porque el hotel que iba a redecorar no existía y que necesitaba contratar un seguro de viaje para salir de Italia, comprar itunes para seguir hablando por teléfono y tener una manutención en el hotel. Alegaba que se había quedado sin blanca y David ofreció formalizar un contrato de préstamo.

“Como me pedía el dinero de poco en poco se fue ganando mi confianza. En tres semanas le entregué 5.000 euros. Comprobé que las transferencias iban a un banco italiano, con lo que la historia tenía esa verosimilitud que él me contaba”.

Uno de los cheques utilizados

Uno de los cheques utilizados

A finales de septiembre sobreviene otro hito que sirve para agravar el desfalco. Foster sufre un supuesto ataque en plena calle y queda muy mal parado. Tanto es así que a David le hacen creer que ingresa en el Cioccolatta’s Hospital (es un hospital real de Venecia), desde donde contacta con el navarro un supuesto médico. El doctor James. Otro que nunca existió. James le watsapea, le telefonea e incluso le envía escaneada una tarjeta credencial como profesional de dicho hospital. Por supuesto otro fraude, pero que en ese momento cuela. “El supuesto doctor me dijo que Daniel necesitaba dinero para la operación y que había facilitado mi número como su pareja. Me dijeron que corría riesgo de que le amputaran la pierna si no le intervenían ya. El fallo de todo esto esto es que no compartí la información con nadie. Lo guardé para mí y no pensaba que me pudieran engañar con cosas tan graves. Durante esos días no podía hablar con Foster porque me decían que se estaba recuperando y, a finales de septiembre, retomamos el contacto. Me mandó fotos sacadas desde el hospital (el instagramer australiano al que suplantaba la identidad este estafador tiene en su perfil fotos en la habitación de un hospital por algún percance que sufrió en alguno de sus viajes). Claro, yo siempre veía que era la misma persona, el mismo joven con el que hablé con Tinder desde el principio, y me fiaba”.

Pero no todo podía ser tan sencillo para que Daniel Foster pudiera llegar a Zaragoza y que así David se pudiera acercar desde Navarra a conocerlo. Tras salir de Italia, los problemas con el visado, el pasaporte y la documentación se van suce diendo. A David le cuenta la historia de que va pasando por distintos países porque no puede entrar directamente a España. Así, finge estar en Turquía, Portugal y que finalmente llega a Gibraltar. Se va acercando, pero no termina de llegar. En realidad es todo una pantomima para intentar hacer más real lo increíble. A la historia se van uniendo otros personajes secundarios. Así que a David le empieza a escribir un oficial de la aduana gibraltareña.

“Él siempre me hablaba con cariño, se hacía pasar por víctima y me creí lo que le pasaba”

Como había ocurrido con el médico de Venecia, el funcionario le narra que su novio virtual Daniel Foster está detenido a la espera de juicio porque le habían encontrado un dinero que no le pertenecía en su mochila. Esta vez al navarro le piden financiación para pagarle un abogado. Y, para seguir haciendo más real el cuento, le dicen que apenas dispone de diez minutos al día para poder hablar con él por teléfono. El supuesto Foster le transmite que le devolverá todo el dinero en cuanto acabe este proceso, pero que no se preocupe porque es inocente. Y así ocurre, como no podía ser de otra forma. A David le dicen que Foster ha sido absuelto. Le hace llegando pronto a Zaragoza. Pero nunca desembarca. Ahora se desplaza a la playa de los Lances, en Tarifa. Y mientras, para que David no pierda en él la confianza, comienza otro de los grandes hitos de esta importantísima estafa.

No pensaba que me engañara con cosas tan graves y tan fuertes

El supuesto novio virtual del navarro le envía por mensajería un cheque de una entidad online extranjera. “Mi padre enfermó y él me decía que me quería ayudar por todo lo que había hecho por él y que por eso me mandaba ese dineral”, cuenta. En ese cheque, que aparece en estas páginas, figura una cantidad de 1,2 millones de dólares. Y Foster le dice que “como somos familia, que puedo disponer de lo que necesite de ese dinero. Que contacte con el banco, que él me ha hecho beneficiario porque no tiene a nadie más en este mundo y soy la persona adecuada. No pensaba que me podían engañar con cosas tan fuertes”, recuerda David una vez tras otra. Entre enero y marzo el navarro no puede disponer ni de un euro de ese cheque y pierde un total de 75.000 euros en comisiones, un dinero que incluso le tiene que pedir prestado a su familia con la excusa de tratar de recuperar unos valores invertidos en el extranjero.

La estafa llegaba a tal punto de sofisticación que él disponía de unas coordenadas para poder acceder a la web del supuesto banco, que tampoco existía. Como todo aquí, esa web y ese banco también eran filfa, pero estaba muy bien montado. Hasta tal punto que el navarro se conectaba a internet con dichas credenciales y aparecía en una página en la que parecía real que era titular de una cuenta bancaria en esa entidad, que tenía ahí depositado un cheque y donde incluso se encargaban de detallarle todas las comisiones que había pagado. Los correos que le mandaban, él también los daba como veraces porque llevaban logotipos y firmas incluso de personas vinculadas al Fondo Monetario Internacional. Dicho engaño se prolongó hasta que quisieron apretarle un poco más las tuercas para que pagara 13.000 euros por ser titular de una cuenta en el extranjero, según le dijeron desde ese supuesto banco que alegaba que era un trámite necesario con Hacienda. David acudió entonces a La Caixa para presentarles la documentación y las exigencias que ahora le ponían. Allí, los empleados le pusieron en la primera pista de la verdad. Era una estafa. No había cheque real, ni banco detrás de él. Todo era mentira salvo la ruina de David y el calvario personal y emocional que estaba sufriendo con una historia que él creía que era de amor y que era un engaño en toda regla.

“Esa trama me envió un cheque falso, ideó una web bancaria, carnets de médicos y de aduanas... ”

Pero la relación con su novio virtual, al contrario de lo que se pudiera pensar, no salió mermada de este episodio. “Él me hacía creer que era otra víctima de lo ocurrido, que él no podía saber nada de eso y que le habían estafado conmigo. Se sentía tan sorprendido que le seguí creyendo”. David siguió confiando en él, aunque con menor disposición económica, hasta octubre de 2022. Antes tuvo que pasar por otros episodios. Otro hombre británico le contactó directamente por whatsapp. “Me decía que me iba a ayudar con lo del cheque, que me iba a poner en contacto con la Policía. Pero esta tercera persona me dio mala espina desde un principio. Era como muy llamativo y muy elegante. Y me recordaba a alguien. Así que estuve mirando fotos de por qué me podía sonar y descubrí que sus fotos se correspondían con un influencer británico, al que suplantaba. Me mandó una supuesta respuesta de la Policía a las consultas que yo le había hecho sobre si existía ese banco o si esa operativa podía ser real. Para cuando él me lo mandó, yo ya había conseguido el verdadero contacto de la Policí británica a y les reenvié el email que recibí. La Policía me dijo que esa dirección era falsa y que la bloqueara”.

Así lo hizo David, pero tenía ganas de saber más, de descubrir todo el pastel. Aun tenía alguna esperanza de que su pareja online no fuera un fraude, pese a que las historias que le seguía contando resultaban difícilmente verosímiles. “Estaba en aquella playa de Tarifa, donde alguien que se hacía pasar por personal de Migraciones me decía que estaba enfermando porque le estaba pasando factura todo lo de la estafa. Que se quería morir y que no quería comer. Yo ya quería salir de esto como fuera y esa gente que se hacía pasar por funcionarios de Extranjería me amenazaban con la posibilidad de que el tal Daniel Foster muriera”. Así que siguió mandándole algún dinero para su manutención. Pero prosiguió sus averiguaciones.

“Al descubrir todo, me sentí aliviado, descansé. Ya era algo que no me dejaba ni dormir”

Hasta que se topó con una web como Yandex, que se convirtió en su máquina de la verdad. Allí puso el nombre de Daniel Foster Poaches y vio las fotos de su novio virtual, pero a su vez observó que dichas fotos también se relacionaban con otro hombre. Era un tal Tyson Mayr, un influencer australiano que se dedica a viajar por el mundo. Me metí en su Instagram. “Y lo descubrí todo. La famosa foto del supuesto hospital de Venecia era un incidente que tuvo Mayr en algún viaje. Por ese hecho de que fuera influencer viajero, los estafadores me mandaron fotos de tantos puntos distintos y de aeropuertos. Y me lo tragué todo. Al ver aquello, le escribí a Foster para decirle que ya sabía que todo era una estafa. Él trato de negarlo. Me decía que jamás me haría daño de forma intencionada porque era una persona muy buena que me había portado muy bien con él. Pero ya dejé de escribirle. Era una película tan bien hecha que me la creí entera”. Y ¿cómo se siente ahora? “Me siento aliviado. He puesto tres denuncias en la Policía Foral que no van a llegar a ninguna parte porque no se va a descubrir quién me estafó, estoy a punto de iniciar un tratamiento psicológico a través de la Oficina de Víctimas, pero al menos he descansado. Porque para mí esto ya era un infierno. Desde luego que estoy apesadumbrado y me digo cómo me han podido hacer esto y cómo me he podido dejar engañar, pero al menos me alivia saber que ha acabado”.

El origen de la trama

Verano de 2021. Una persona que se hace llamar Daniel Foster se interesa a través de Tinder por un vecino de Navarra. Contactan y le dice que está a punto de llegar por trabajo a Zaragoza cuando acabe unos proyectos en Italia. Se va ganando su confianza con buenas palabras, hasta que dice estar envuelto en una serie de peripecias en las que va necesitando dinero. El navarro firma incluso contratos de préstamo para que le devuelva el dinero cuando llegue a Zaragoza, circunstancia que nunca ocurre. Le estafan 140.000 euros. Al final, las fotos de quien él creía que era Daniel Foster era un celebritie australiano del que el estafor aprovechaba sus fotos de viajes.