La mayoría de nosotros tenemos bien interiorizada la rutina de mantener nuestra vivienda lo más ordenada y limpia posible, por lo que diariamente limpiamos, ordenamos, fregamos y sacamos la basura. Además, con cierta periodicidad y aprovechando tener algo más de tiempo hacemos un trabajo más a fondo para llegar a rincones que no entran en el día a día o labores que necesitan más atención.

Aún así, a veces pasamos por alto algunos rincones, objetos o, simplemente, creemos que con lo que hacemos es suficiente. Dicen que el diablo está en los detalles. Quizá. Pero los que sí están son los gérmenes y las bacterias que en ocasiones nos dan disgustos serios. Por ello hay que prestar atención a algunos rincones objetos y hacer algo más que pasar un paño.

Aquí van algunos ejemplos

1. El fregadero de la cocina. Se usa mucho todos los días. De hecho, probablemente sea la zona que más detergente soporte. Especialmente en los hogares en los que el lavavajillas se use poco por ser pocas personas las que vivan ahí. Pues hay estudio que afirman que hay más 100.000 veces más gérmenes y bacterias que en el lavabo. La diferencia, que el lavabo lo desinfectamos más a menudo y que en el fregadero se acumulan restos de alimentos que no se eliminan con el simple jabón. Por eso, una pasadita con desinfectante no está de más.

2. Lavavajillas y lavadoras. Con estos electrodomésticos pasa algo parecido que con el fregadero. Como su uso implica jabón y agua caliente, tendemos a pensar que están siempre limpios. Pues no. De vez en cuando, pero de forma regular, debemos hacerles una limpieza específica. Filtros, cajetines y algún otro rincón puede acumular suciedad variada. Esta limpieza debe llegar también a las partes exteriores ocultas, a los rincones. Moverlos y limpiar el hueco es una medida más que necesaria al menos un avez al año. Y esto incluye también frigrorífico y cocina.

3. Estropajos, bayetas y trapos de cocina. Es la misma política de quién limpia al limpiador. A la larga acumulan suciedad, por lo que después de su uso combien limpiarlos cuidadosamente.

Tiene toda la lógica: como los usamos para limpiar, estos artículos se llenan de patógenos transmitidos por alimentos y hongos. Esta suciedad puede afectar a tu salud, por lo que conviene lavarlos o cambiarlos con frecuencia.

4. Escobas y fregonas. Más de lo mismo, limpian y limpian y acumulan suciedad. Puede llegar a un punto en que suelten más de lo que recogen. Agua tibia y jabón después de usar evita problemas. Con las fregonas puede ocurrir también que se deshagan por el uso excesivo de lejía.

5. Las bolsas de la compra reutilizables. De uso casi obligatorio por la eliminación de las tradicionales de plástico del súper, las hay de tela y las hay sintéticas. Pueden acumular restos de alimentos por dentro y suciedad general fuera. Un ciclo de lavadora de vez en cuando no viene mal. Se alarga la vida útil y se previenen problemas.

6. Los mandos a distancia. Cada vez más abundantes en los hogares gracias a los diferentes dispositivos con los que convivimos. Son muchas manos y no todas debidamente limpias las que lo sujetan y aprietan. Es un acumulador de gérmenes. Aunque en los dos últimos años, gracias al uso generalizado de los hidrogeles, la presencia de microorganismos ha bajado mucho. De todas formas, una desinfección regular no sobra. Y también es aplicable a los móviles, aunque estos sean menos compartidos.

7. Manillas y picaportes. Normalmente se les pasa el trapo del polvo, pero son muchas las manos que abren y cierran puertas y cajones. Son los hermanos unifuncionales de los mandos a distancia. Agua, jabón y desinfectantes son bienvenidos.

8. La ropa de cama. Pijamas, sábanas, fundas de almohada, edredones y cobertores se usan con más regularidad de la que somos conscientes. Son muchas las horas que pasamos durmiendo, y aunque pasen en un suspiro, sudamos, salivamos y dejamos todo tipo de restos. No hay mas que ver las series de televisión protagonizadas por investigadores forenses. Cambiarlas con bastante regularidad es una más que conveniente medida. Los ácaros no lo agradecerán pero niuestra salud, sí.

9. Ropa de temporada. Aunque se lave cuando se vaya a guardar, es bueno volverlo a hacer al sacarla de los cajones, altillos o bolsas. El polvo se acumula en todas partes y la calefacción hogareña los convierte en nidos ideales para polillas. Y si no se ha lavado antes de guardar, como suele ocurrir con prendas como gorros de lana, guantes o bufandas, es todavía más necesario.

10. Cepillos de dientes. La boca suele estar llena de bacterias y algunas pueden dar disgustos, la mayoría leves, pero otros no tanto. Además, están en el baño y el inodoro no queda lejos cuando se activa la cisterna. Además, su uso acaba haciendo que las cerdas pierdan eficacia. Un mes de vida útil es lo recomendado.