Las famosas cookies y los algoritmos que las rastrean dominan, cada vez más, nuestras vidas y nuestros comportamientos. El comportamiento que tenemos en internet hace que las grandes corporaciones tengan un retrato más definido de cada usuario. Estas multinacionales tienen nuestros datos y conocen de nosotros qué compramos, a dónde vamos, cuáles son nuestros gustos o qué webs vistamos. Vamos, que nos tienen controlados.

Un algoritmo es un conjunto de reglas definidas que permite solucionar un problema, de una determinada manera, mediante operaciones sitemáticas (no necesariamente ordenadas) y finitas. Estas instrucciones, definidas y ordenadas en función de los datos, resuelven el problema o la tarea.

Una cookie es un pequeño fragmento de texto que los sitios web que visitas envían a tu navegador. Las cookies permiten que los sitios recuerden información sobre tu visita, lo que puede hacer que sea más fácil volver a visitar los sitios y que estos te resulten más útiles.

Cookies y algoritmos determinan la actividad de muchas empresas para decidir qué nos interesa o a qué podemos tener acceso cuando nos conectamos a nuestro ordenador o móvil. La clave es ¿por qué hay que ser prudentes con los algoritmos y las cookies qué podemos hacer para protegernos de sus efectos más nocivos?

Si visitas una tienda on line, no te extrañe que en la siguiente entrada a otra página web, los artículos que has mirado aparecen como por arte de magia. O si hablas en Google o por WhatsApp de un viaje, de pronto, en la publicidad surgen ofertas de ese viaje. Instagram termina por seleccionar para sus usuarios la publicidad de aquellos artículos que sabe que les interesan. Y plataformas televisivas como Netflix te ofrece qué te puede interesar ver en función de nuestro historial de búsqueda y visionado.

Ese acceso continuo a todo tipo de servicios y contenido, tal como anticipa el doctor Pierre Bourdin Kreitz, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) no sale gratis. "Si te ofrecen todo ese contenido es también porque a las empresas les conviene", señala.

Gracias a la inteligencia artificial, ordenadores, tabletas y móviles aprenden a seleccionar qué información nos hacen llegar. "Se trata de una inteligencia artificial basada en el aprendizaje automático: de ahí que necesite tantos datos. A través de ellos detecta patrones, hace predicciones o, simplemente, clasifica", añade.

Ante esta realidad tecnológica habitual, estos son algunos consejos para evitar que los algoritmos lo sepan todo sobe nosotros y decidan nuestros actos.

Revisa la protección de datos

Tomarse el tiempo necesario para revisar la política de protección de datos y los permisos que estamos dando a cada página que visitamos. A menudo, en la letra pequeña nos cuelan compromisos que no sabemos que adquirimos.

Navega en modo incógnito

Es algo menos ágil porque no se nos guardan las URL visitadas, pero limitarás el dejar rastro. Puede ocurrir que, al buscar billetes de avión, por ejemplo, con un destino concreto, el precio de estos haya subido al visitar esa página de nuevo. Eso es porque el algoritmo ha detectado el interés del usuario y sabe que comprará más caro si hace falta. Con la navegación en modo incógnito no se almacena la visita si cerramos el navegador y volvemos a empezar de cero cada vez.

Elimina o rechaza las 'cookies'

Estas porciones de información de los sitios web que visitamos se almacenan en nuestros dispositivos. Los algoritmos las usan para nutrirse de información con la que ofrecernos, por ejemplo, publicidad.

Confunde a los algoritmos

Algunos expertos proponen navegar de vez en cuando por lugares que no nos susciten ningún interés: el exceso de información que se envía desde el dispositivo hará que los verdaderos gustos del usuario queden camuflados y no se pueda definir su perfil.

Elimina los anuncios que pasan por las redes sociales

O también clica en anuncios al azar para volver loco al algoritmo. Existe una aplicación, Ad Nauseam, que sirve para convertir los algoritmos en algo inservible pinchando anuncios aleatoriamente. Google Chrome ha eliminado dicha aplicación: los algoritmos son la base de su gran negocio.

Desactiva el sistema de predicción que completa lo que queremos escribir

Gmail, por ejemplo, es un sistema de correo que claramente escanea nuestros e-mails a cambio de ofrecernos sus servicios. Limitar el uso de asistentes (Google, Siri, Alexa) es otra buena práctica.