Pocos le conocían antes de 2018, cuando solo era un rostro popular entre los trasnochadores del tarot y la teletienda, pero su participación en Supervivientes, el reality estrella de Telecinco, mostró su faceta más entrañable, adorable y pro-show. Y le elevó al lugar que hoy ocupa: uno de los sillones fijos en las tertulias de la cadena que dirige Paolo Vasile, un trabajo difícil de mantener en el tiempo, porque como siempre afirmó la gran Mila Ximénez: "En esta profesión hay muchos culos para muy pocas sillas". Quienes le tratan a diario aplauden su cercanía, bondad y un sentido del humor que exprime siempre. En los buenos y también en los malos momentos. Porque antes de componer canciones del verano, echar las cartas en directo y convertirse en uno de los rostros con más brilli-brilli de la pequeña pantalla, el Maestro Joao vivió una infancia complicada. "Tuve una niñez muy pobre, pero no era infeliz, era solamente pobre", ha rememorado estas semanas.

En una interesantísima charla concedida a Outdoor, una de las webs vinculadas a Mediaset, el popular vidente no dudaba en abrir su corazón y narrar las características de una infancia poco común en una zona de Madrid que años más tarde se convertiría en el actual barrio de la Alegría. "Yo vengo de una chabola y no teníamos nada de nada. Ni cuarto de baño había en mi casa. Por ello, cuando hoy tengo tantas cosas, no me queda más remedio que ser feliz. Aquello me marcó, pero también me han marcado amores. Lo que me encanta ahora es transmitir a la gente de los pueblecitos que puede triunfar, porque yo lo he hecho y venía de muy abajo", detallaba sin reparo alguno en dicho encuentro.

Un mensaje que Joao Joaquín Castejón (su verdadero nombre) conoce en primera persona, ya que en muchos momentos de su vida llegó a trabajar como peluquero, camarero y artista para sobrevivir y pagar el alquiler. De hecho, una de sus facetas más desconocidas es la de transformista, actividad que ejerció durante muchos años en espectáculos donde daba vida a personajes como Rocío Jurado, de la que se confiesa fan incondicional.