Juan de Torres creó para la ocasión un espectáculo exclusivo, consistente en dos pases separados por un vídeo resumen de la evolución de la compañía, y en el que es plato fuerte era una nueva coreografía, Iceberg II, con fuerte mensaje conservacionista, uso de la tecnología y una impactante puesta en escena. De Torres ha mantenido siempre la conexión con Navarra, tierra natal de su madre, donde mantiene relaciones personales y familiares, y donde se presenta habitualmente con su compañía profesional, al igual que lo hace en otros puntos de Euskal Herria.

Larumbe Danza continúa hoy celebrando un doble aniversario...

Que tiene que ver con la historia de Larumbe, con la etapa de mi madre Karmen, que serían 50 años, y con lo más reciente, que son los 25 años de la actual compañía. Hay que recalcarlo porque en estos tiempos, que haya una compañía de danza contemporánea privada que lleve adelante una labor de forma continuada, y con continuada quiero decir los 365 días del año, durante 25 años, 50 si se cuenta desde que la fundó mi madre, merece que como mínimo al menos nosotros seamos conscientes del significado y lo celebremos. Por suerte no somos los únicos, sino que hay bastante gente que de una forma u otra ha manifestado su congratulación, y lo hemos festejado estrenando una obra, una pieza, porque si bien Larumbe es pasado, tradición, sentimientos concretos en cuanto a entendimiento de la danza profesional, también es futuro. Yo me siento cargado de toda la experiencia, pero siempre con la vista puesta en el futuro.

50 años desde que Karmen Larumbe creara Larumbe Danza después de haber dirigido Micro Ballet, Ballet Contemporáneo de Bruselas y otras compañías.

El motivo de su llegada inicial a Bruselas fue una colaboración con Maurice Béjart, pero después de unos pocos años ella ya tenía esa inquietud de investigar otros caminos, incluso menos conceptuales todavía, y mira que Béjart fue innovador en su época. Pero mi madre, junto con mi padre, ya veía un camino todavía más afuera de lo que ya existía.

¿Que significa hoy el legado de Karmen Larumbe, casi una marca en sí misma por su personalidad propia, y qué hueco tiene en el mundo de la danza?

Somos parte importante del sector profesional de la danza, y de hecho, al mismo tiempo que dirijo la compañía soy una de las personas que contribuyeron a la creación de la Asociación de Compañías Profesionales en la Comunidad de Madrid y de la Federación Estatal de Compañías de Danza, además de haber sido el primer presidente de ambas estructuras durante una década. Pero a la vez Larumbe es tan original que nunca nos hemos movido, ni en tiempos de mi madre, ni en nuestra propia etapa, por líneas o dinámicas de modas, de tendencias. Siempre hemos elegido otros caminos.

Tienen usted y su pareja un hijo cuya vocación es distinta a la danza, ¿le preocupa cuál va a ser el futuro, ya fuera de la familia, de ese legado?

Sí que me preocupa, y no tanto por el legado de sangre sino por el legado artístico de Larumbe. Creo que de una forma inconsciente hasta hace un tiempo, y de una forma ya más racional en los últimos años, sí que pienso en ello. Desde hace años, y como compañía residente en Coslada, contribuimos y colaboramos con muchos creadores y estructuras de diferentes estilos, porque a mí me gusta la danza con D mayúscula, y de hecho entiendo la contemporánea como la danza que se hace hoy en día, no como un estilo concreto, y así lo programo en los festivales que organizo. También fomentamos a los artistas locales, y no por ello busco la sucesión a través de un artista local, pero sí que es cierto que mediante la colaboración con ciertos creadores y el apadrinamiento de otros en pos de su crecimiento me descubro a mí mismo buscando, pensando dónde podría estar la persona que pudiera hacerse cargo de esta herencia.

Y Iceberg II

He descubierto últimamente, desde que mi pareja Daniela Merlo me dijo que en estos años quería ocuparse más de la parte formativa o docente de la compañía y alejarse del día a día de lo que sería llevarla adelante, que estoy buscando una definición propia, y la encontré no hace tanto tiempo: yo me considero un creador de espectáculos cuyo lenguaje de comunicación y de expresión es la danza. No me considero un coreógrafo, por mucho que Iceberg II tenga una coreografía mía. Eso para mí ha sido muy importante, porque a partir de ese punto, con el concepto creativo ya asumido, voy a saco. Me doy cuenta de que llevo varios espectáculos en los que tengo visualizadas imágenes, y luego poco a poco voy afinando hasta llegar a la pureza del movimiento, pero nunca empiezo por un movimiento y luego voy desarrollando el resto. Siempre es al revés.

Y esto se ve en la nueva creación, con claro mensaje de defensa del planeta y la lucha contra el cambio climático.

En el caso de Iceberg II, después de que en su obra predecesora, Iceberg I, hubiera integrado a los componentes de Larumbe Danza II, jóvenes de entre 16 y 19 años que anhelan a ser profesionales algún día, junto con los miembros de la compañía, ya había una temática en la que me quedé muy a medias, también porque con la tipología de los intérpretes que acabo de describir no podía ir mucho más allá. Me había quedado con ganas de cosas muy concretas, y necesitaba llevar la propuesta más allá, tanto desde el punto de visto estético como en relación al movimiento y el planteamiento general. Tenía muy, muy claro, que necesitaba no solamente la desnudez de los intérpretes para llegar a una imagen que tenía en mente, la de la película de Luc Besson En busca de fuego, en la que se mataban por mantener viva una llamita. Ahora ya no nos matamos por la llamita, pero nos seguimos matando por otros asuntos.

La compañía que crease la navarra Karmen Larumbe, madre de De Torres, está de aniversario.

Otro sello suyo es que siempre lanzan mensajes que además, habitualmente concuerdan con los tiempos que se viven cuando se crean esas obras. En este caso, el mismo día del estreno de Iceberg II concluía la Cumbre del Clima de Glasgow.

Hay una cosa que me obsesiona, y es poder tener un interlocutor, un público no entendido, novel. Como creador es una idea fija: poder generar públicos nuevos para la danza, y para la danza contemporánea en particular. Me preocupa mucho la endogamia que existe en este mundillo, ese elitismo que muchas veces, a la hora de la creación, impide que los coreógrafos nos abramos a hacer un trabajo entendible, legible, por abstracto que sea. Quería hacer un trabajo en el que un ciudadano de a pie, sin ningún tipo de hábito de ver danza, y siendo un espectáculo para público mayoritariamente adulto, pudiese participar.

También ha sido una compañía prolija en recursos escénicos originales, y además con una preocupación evidente por las nuevas tecnologías.

Personalmente, lo de las proyecciones es algo que me viene acompañando desde hace ya muchos años. Proyecciones micro, macro, en 3D... En Iceberg II hay, para empezar, una cámara cenital que muestra, sin ser un tema antropológico, cómo se puede ver al ser humano. A nivel técnico y tecnológico hemos avanzado, pero a nivel especie cada vez me lo parece menos. No hemos cambiado en nada. Antes teníamos una piedra y ahora tenemos un iPhone 13, pero en el fondo, quien sujeta ese objeto apenas ha cambiado. Nos estamos engañando. Esa cámara cenital nos enseña lo mismo que podríamos ver en un parque: hormiguitas que llevan un peso enorme con una fuerza muy apreciable, que es la fuerza colectiva, la organización pura, pero caen cuatro gotas de agua y la colonia entera se va a la mierda arrastrada por ese agua. No queda nada. Nosotros somos iguales.

Y ese es un riesgo.

Nos creemos los reyes del mundo intoxicando el planeta y capaces de todo con nuestra tecnología, pero ya ni tan siquiera nos hace falta un volcán para que se vaya todo al garete; con que llueva un poco más de la cuenta, basta. Eso es lo que simboliza la cámara cenital que hay en el espectáculo. Y pienso: Lo mismo que como yo miro a las hormigas, si a nosotros nos mira un satélite, desde arriba, nos verá así, y eso, a nivel coreográfico, me ha permitido una investigación muy interesante, porque la obra se puede ver convencionalmente, pero también trimendisionalmente, porque esa misma coreografía se proyecta en el fondo del escenario, en la pantalla. Ha sido un reto crear una obra que pueda ser vista en dos superficies a la vez.

Se distinguen también porque hacen habitualmente espectáculos dirigidos al público infantil, que parece muy alejado da la danza contemporánea.

Nuestra primera obra infantil data de hace ya 24 años, y no fue una decisión artística en el sentido de decir, ¿por qué no?, sino que nació del deseo de atraer a un público que todavía tiene una cierta virginidad en cuanto a la racionalidad, porque conforme vamos creciendo y adquiriéndola progresivamente, el impacto de la danza, que es emocional y no se ve desde la racionalidad, como sucede con el teatro, aumenta. Y el hecho de trabajar con niños, que es un público actual, no del futuro, aunque con sus especificidades, nos ha llevado a que el nivel de exigencia sea lo más alto posible, porque hemos entendido que para nosotros no hay diferencia en ese sentido respecto del espectador adulto. El infantil es un público magnífico porque es muy visceral, no tiene fronteras racionales, y sí esa mezcla de locura e inocencia en la que a nivel artístico o creativo conectas muy fácilmente. Eso sí, al mismo tiempo son intransigentes si no conectas, y te lo hacen saber de inmediato.

¿Qué le diría a un niño que no sabe nada de este mundo para que se acercase a la danza, y a la contemporánea en concreto?

Que pruebe. Le diría: Pruébalo, prueba la experiencia, que es lo mismo que le diría a un adulto. El filtro no está en la experiencia, sino en el paso a dar para ir a un teatro, de ahí que nuestra labor, tanto como compañía residente como en los festivales que organizo, sea crear esos puentes, esos caminos, que empujan al ciudadano a que igual que puede ir al cine, a un restaurante o a un estadio deportivo, tenga como hábito en su tiempo lúdico ir al teatro a apreciar y a disfrutar de lo que pasa ahí. Yo creo que hay público potencial para la danza contemporánea, pero que no es conocedor, no es consciente de que lo puede disfrutar con ella.

Cultiva usted su faceta personal y sentimental vinculadísima sobre todo a Navarra, donde al igual que en la CAV actúan muchísimo.

Y me gustaría ir más de lo que estamos yendo. Desde siempre siento una cercanía enorme emocional y vital con Navarra, de ahí mi apellido, y en fechas como estas, de aniversario, considero importantísimo poder festejarlas con la zona de este planeta con la que me siento más cerca, porque realmente siendo una persona que ha tenido el tipo de vida que me ha tocado, en el fondo hay dos lugares con los que me identifico hoy: donde llevo a cabo desde hace ya 20 años mi trabajo de compañía residente, que es Coslada, y lógicamente Navarra, la tierra donde nació mi madre y en la que siempre he estado y me gustaría estar mucho más.

¿Cómo una compañía de danza contemporánea puede alcanzar conexión con el público del municipio donde tiene la residencia, teniendo en cuenta que es una disciplina bastante hermética, al menos en apariencia?

Con trabajo inmenso en el día a día. Nuestra labor no se entiende solo sobre un escenario, sino fertilizando todo un entorno y trabajando con diferentes segmentos de la población. Es un trabajo de danza comunitaria, pero desde la más absoluta profesionalidad. Y desde luego, con la colaboración de las administraciones públicas.

Usted ya está retirado de bailar, ¿el mundo del arte y de la creación, no la vida en general, le ha tratado bien?

Diría que no porque soy artista, y si no hay un clima dramático en torno a mi persona igual no lo sería. En la insatisfacción está la constante necesidad de creación. No me arrepiento ni mucho menos de los caminos elegidos, pero si tuviese lo mismo que tengo ahora en el día a día, solo que con un poquito más de facilidad, sería muy, pero que muy feliz. También creo que hay un problema que todo ser humano tiene, que es la mentalidad: la mezquindad y otros componentes propios de la condición humana y del entorno en el que vivimos que hacen que caminos que deberían ser llanos, por los que transitar más lejos, se vean truncados constantemente por elementos de mediocridad que dificultan el día a día.

¿La pandemia fue un varapalo importante para la danza?

Lo que hemos vivido ha supuesto un cambio de paradigma muy grande, sí. A mí, a nivel personal, y puede resultar chocante, en cierto aspecto hasta me vino bien. Yo estaba lanzado ya en una rueda libre, sin frenos, sin control, simplemente por una cuestión de dinámica diaria, y el hecho de estar obligado a encerrarte un tiempo en una casa y recuperarte a nivel de cansancio, me ha permitido reflexionar. Lo peor es no tener tiempo para reflexionar sobre tu caminar, y en ese sentido me vino hasta bien. Hoy sé que o me paran desde un elemento tan dramático como el que hemos vivido o al final te puedes estrellar. Tampoco negaré que, como cualquier sector de las artes, la danza, que desde siempre tiene que luchar más duramente por su espacio, se ha visto muy negativamente afectada. Pero mantengo la esperanza en el futuro.

PERSONAL

Nombre: Juan de Torres Larumbe.

Nacimiento: Posadas (Argentina), en la década de los 60, aunque por razones profesionales de su madre vivió en Bruselas toda la infancia y la juventud. Reside en Coslada, localidad madrileña de la que Larumbe Danza es compañía residente desde hace 20 años.

Familia: Es hijo de Karmen Larumbe, sin duda la más internacional bailarina de contemporáneo que Navarra ha dado. Está emparejado con la coreógrafa y bailarina italiana Daniela Merlo y tienen un hijo que no se dedica a la danza.

Formación: Comenzó sus estudios de danza a edad muy temprana realizando danza clásica, contemporánea, improvisación, coreografía y música en l'Ecole de Formation Professionnelle du Ballet Contemporain de Bruxelles, dirigido por su madre. Ganó la Medalla de Oro del Prix Français de la Danse y en el New York City Ballet y en la Juilliard School con Héctor Zaraspe. En 1996, tras morir su madre, asumió la dirección general de Larumbe Danza en Madrid, desde el año 2001 Compañía Residente en Coslada. Ejerce como coreógrafo desde edades muy tempranas. Tiene en su haber más de 30 obras, algunas de ellas en colaboración con otros coreógrafos y artistas del mundo del arte contemporáneo de reconocimiento mundial. A nivel empresarial es promotor de jóvenes artistas nacionales, de intercambios internacionales con compañías homólogas y fundador y Director Artístico de los Festivales Madrid dances in€ y Spain Dances In€ A nivel corporativo es Portavoz de la Federación Estatal de Asociaciones de Compañías y Empresas Profesionales de Danza, que presidió desde su fundación en 2009 hasta 2015. Ha sido Presidente de Emprendo Danza desde 2006 hasta 2014 (Asociación de Empresas de Danza), Miembro del Consejo Estatal de las Artes Escénicas y la Música, Miembro de la Academia de las Artes Escénicas, Miembro del Consejo Internacional de la Danza de la Unesco y fue Jurado para los Premios Nacionales 2009. Dirige el festival Gesto, que lleva ocho ediciones.

Idiomas: Habla castellano, francés, inglés e italiano.

Frases con las que se identifica: "No me interesa cómo se mueven las personas, sino lo que les hace moverse" (Pina Bausch). "Si puedes bromear sobre algo muy importante es que has alcanzado la libertad" (Maurice Béjart). "La música traspasa el cuerpo" (Karmen Larumbe).