Itaru Sasaki, propietario de un jardín en una colina en Otsuchi, a unos 500 kilómetros de Tokio, construyó una cabina telefónica pocos meses antes de que Japón fuera sacudido por el devastador terremoto y el posterior tsunami que el 11 de marzo de 2011 se llevaron la vida de miles de personas. Sasaki construyó una cabina, apodada el teléfono del viento y sin conexión a ninguna red telefónica, después de perder a su primo víctima del cáncer. Ahora numerosas personas llegan al lugar para hablar con sus seres queridos que ya están muertos. “Hay muchas personas que no pudieron despedirse de sus seres queridos y que desearían haber dicho algo si hubieran sabido que no volverían a hablar”, declara Sasaki. Los supervivientes del tsunami acuden a la cabina y cuentan a sus familiares que después del desastre natural estuvieron buscándolos. “Te envié un mensaje diciéndote dónde estaba, pero no lo revisaste”, dice Kazuyoshi Sasaki tras marcar el número de teléfono de su difunta esposa Miwako. El teléfono atrae a miles de visitantes de todo Japón, además de generar iniciativas parecidas en otros países. La conmovedora historia también inspiró la creación de la película El teléfono del viento.