Estados Unidos es uno de los pocos países desarrollados que no gozan de una sanidad pública y universal. Esto supone que los ciudadanos cuando tienen que acudir tratarse de alguna dolencia deben recurrir a la sanidad privada.

Y eso hace que sea habitual encontrar en redes sociales experiencias de personas que comparten su indignación por las elevadas facturas que reciben: 2,4 millones de euros por un ingreso hospitalario de cuatro meses o 64.400 euros por una radiografía.

Un caso reciente es el de una mujer estadounidense llamada Midge y que ha compartido en su cuenta de Twitter, @mxmclain, la última factura que ha recibido del hospital tras someterse a una cirugía menor de extracción de un lunar.

La mujer no pudo evitar su sorpresa al revisar la factura. El coste de la intervención era de 192 euros a lo que se añadía un extra de 10 euros por llorar bajo el cargo de “emoción breve”.

Captura de la factura de Midge. Twitter/@mxmclain

Sin embargo, ese no fue el único cargo extra que tuvo la factura de Midge. En el hospital le convencieron para que se hiciera una prueba para detectar si padecía una depresión, examen que el seguro tampoco cubría.