Una señal de alerta saltó hace dos semanas en el colectivo de cazadores de Navarra, al morir cuatro perros de manera fulminante tras capturar una jabalina en las proximidades de Oricáin durante una batida en el valle de Anué. Ocho animales se vieron afectados, aunque cuatro fueron los que murieron rápidamente presentando síntomas compatibles con la enfermedad de Aujeszky, según confirmó el Gobierno de Navarra.

Ante este suceso, el sector cinegético dio la voz de alarma y avisó a la Policía Foral y al departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente, pero el nerviosismo se instaló en los vecinos de la zona, cautelosos ante el recelo de que esta enfermedad pudiera expandirse entre la cabaña de jabalís. No ayudó a calmar los ánimos la información aportada por el Ejecutivo, que subrayó que esta especie es un reservorio natural del virus (que puede mantenerse de forma latente) y que los muestreos de los últimos seis años han detectado un porcentaje de animales positivos de entre el 18% y el 40%. Sin embargo, desde la Federación Navarra de Caza (FNC) se ha matizado la alarma y se ha asegurado que se trata de un caso extraordinario aunque no excepcional. Así lo refleja Nicolás Urbani Barrios, asesor técnico veterinario de la federación autonómica y también de la Real Federación Española de Caza, que apunta que anualmente se declaran varios de estos sucesos. "Es algo que ocurre no solo en España, sino también en el resto de Europa, en países como Francia o Alemania", revela. "Eventualmente, pueden aparecer casos como el de Navarra porque haya un jabalí que presente síntomas clínicos de la enfermedad, como, por ejemplo, que tenga afectada su motricidad, y que, por ello, los perros tengan mayor facilidad para capturarlo, morderlo y, posiblemente, incluso ingerir alguna pieza de carne con tejido muscular.

Así es como se produce habitualmente la transmisión del jabalí al perro de caza", explica. La enfermedad de Aujeszky posee gran importancia sanitaria y económica, sobre todo en el mundo ganadero del porcino. De hecho, existe un programa nacional de erradicación en este tipo de explotaciones y la mayoría son prácticamente indemnes, porque realizan vacunaciones periódicas. No obstante, el virus también afecta al porcino silvestre, el jabalí, en el que los sistemas de vacunación son muy complicados de llevar a cabo. Urbani corrobora que la enfermedad se encuentra latente en un porcentaje importante de la especie, porque el jabalí ya se ha adaptado al virus, pero eso no significa que transmita la enfermedad a los perros que lo muerdan. "Depende de situaciones epidemiológicas muy variables, como el estatus sanitario de la población silvestre, la carga infectante del jabalí (ya que, si la enfermedad está latente, se presupone inferior a fases agudas con síntomas cínicos), cantidad y tipo de tejido ingerido por los perros, etc.", puntualiza. Al no ser una zoonosis, no afecta a las personas, pero en los perros es fatídica, tal y como expone: "Este virus pertenece a la familia herpesvirus, presenta un tropismo hacia el sistema nervioso, por lo que la muerte es muy rápida. El nombre tradicional al que se la asocia, pseudorrabia, hace referencia precisamente a eso, a que es un virus de síntomas nerviosos que hace que los animales presenten unas afecciones similares a la rabia". La vía de transmisión es, sobre todo, por ingestión de músculo del animal enfermo.

Por ello, Urbani destaca que es muy importante la figura del cazador formado en la que trabaja la FNC, puesto que hay que saber eliminar de una manera conveniente los residuos de los jabalís sospechosos, además de dar parte a las autoridades, para que se active el sistema de prevención y vigilancia sanitaria. Navarra es una región puntera en la elaboración de estudios para conocer el estatus poblacional de la fauna silvestre y en la formación en sanidad animal de sus cazadores, por el especial interés de la FNC. "Se solicita la colaboración de las sociedades de cazadores, se instruye a sus miembros a través de los cursos oficiales de cazador formado y se les proporciona sistemas de toma de muestras muy sencillos. Así, con los estudios sobre los animales abatidos, se conoce mejor la situación sanitaria de la cabaña cinegética", añade.

Pese a remarcar que se trata de un caso aislado, Urbani señala que el control de la población es fundamental. "Puede existir una correlación positiva entre la prevalencia y la alta densidad, porque hay más riesgo de transmisión de esa enfermedad, pero también de otras patologías como la tuberculosis o la triquinosis, e incluso de la peste porcina africana, si llegara el caso. Navarra posee actualmente una población importante de jabalí, por lo que la labor de los cazadores en la gestión adaptativa de la población es esencial", manifiesta. El control de la población ayuda a minimizar los daños agrícolas, reduce los accidentes de tráfico causados por estos animales y, como indica Urbani, lucha contra la expansión de pandemias que, en algunos casos, podría generar un vasto perjuicio ecológico y económico. "Cuando hay hacinamiento, en todas las especies es mucho más sencillo que se transmitan las enfermedades, y eso es algo de lo que a día de hoy deben ser conscientes la Administración, los cazadores y los conservacionistas", concluye.