En una de las dos puertas de la habitación 1.201 del Hotel Sofitel Legend Old Cataract Aswan se puede leer la inscripción Agatha Christie. Es el departamento estrella del establecimiento, por mucho que se revuelva en su tumba Winston Churchill, cuyo nombre viene en el inmediato. Tal vez a algunos clientes les suene más el de la autora de tantas novelas de misterio que el de quien fuera primer ministro británico.

Precisamente, aprovechándose del nombre de la novelista, el hotel se ha tejido una leyenda muy propia para justificar las facturas de la suite, aunque no exista la certeza de que se produjera ese alojamiento ni que a la escritora se le ocurriera el texto de Muerte en el Nilo cuando tomaba el té de las cinco en la mesita de la terraza, de cara al río.

En realidad, el mito surgió cuando Universal Pictures, la productora cinematográfica que rodó la versión que se hizo en 1978 de esa novela, fijó su acuartelamiento en este establecimiento y por sus pasillos se vio a Peter Ustinov, Bette Davis y David Niven, entre otros famosos. El departamento de publicidad de la película hizo correr el rumor de que John Guillermin, el director, quería recrear el mismo ambiente que rodeó a la autora del texto cuando lo escribió y de esta forma tan simple nació una leyenda que, como no hace mal a nadie, aún pervive.

Balcón sobre el río

El Hotel Old Cataract, inaugurado el 8 de enero de 1900, está situado en uno de los lugares más estratégicos de las riberas del Nilo. Desde la mayor parte de sus habitaciones, y sobre todo desde la terraza exterior, se domina una de las etapas más bellas del río y sus alrededores, que incluyen la isla Elefantina y el mausoleo del Aga Khan. El imán de los ismaelitas solía venir a este hotel para que cuidaran su salud.

La fama de este establecimiento hostelero fue enorme en sus primeros años de vida. Por aquí pasaron el zar Nicolás II de Rusia, la princesa Diana de Gales, la dama de hierro Margaret Tatcher, intérpretes como Brad Pitt, Angelina Jolie y Omar Sharif, y el susodicho Churchill, que en dos ocasiones utilizó su habitación como lugar de trabajo durante la II Guerra Mundial.

La cuestionada presencia de Agatha Christie, según se dice con toda reserva, pudo haberse dado mediada la década de 1930, en uno de aquellos viajes a Egipto que realizaba acompañando a su segundo marido, Max Mallowan, catedrático de Arqueología de la Universidad de Oxford. Precisamente el trabajo de su esposo le sirvió para ubicar por estas latitudes no solo Muerte en el Nilo, sino también La venganza de Nofret, Intriga en Bagdad o la mismísima Cita con la muerte, ambientada en Petra.

El Nilo nace en el ecuador y muere en el Mediterráneo, formando un amplísimo delta. Su origen hay que buscarlo en dos fuentes, una en África Central, en las montañas del sur de Burundi, cerca del lago Tanganica. Es el Nilo Blanco, el de los cocodrilos e hipopótamos, que atraviesa el lago Victoria, se precipita por las cataratas de Murchison y emerge después en los resecos páramos de Sudán.

El brazo más bravo lo constituye el Nilo Azul, que baja desde los altos de Etiopía a través del lago Tana y se deja caer por las cataratas de Tisisat. Tras un recorrido tortuoso por selvas vírgenes se une al Nilo Blanco a la altura de Jartum, donde pierde los apellidos y se convierte lisa y llanamente en el Nilo. A partir de ese momento y con un único caudal atraviesa los tres mil kilómetros que le restan antes de alcanzar el mar. Entra en Egipto de forma majestuosa a través de los quinientos kilómetros de longitud que tiene el lago Nasser, la mayor obra de estas características creada por el hombre, la gran presa de Assuán.

Salvados de las aguas

Salvados de las aguasEl Nilo aporta el color azul al paisaje de uno de los monumentos más impresionantes, el templo de Abu Simbel, donde no se sabe qué admirar más, si la obra primitiva o la posterior llevada a cabo por el hombre para salvarlo de las crecidas en una titánica labor de desplazamiento. Las cuatro imponentes estatuas de Ramsés II y los dos templos tallados en la roca fueron cortados en 1.048 bloques y, tras cinco años de trabajos ímprobos, se montaron 64 metros más arriba, de cara al lago y a salvo de las crecidas.

Otra de las obras gigantescas realizadas en torno al Nilo fue el rescate del templo de Philae, que resultó anegado cuando modificó su cauce al realizarse la presa de Asuán. La faraónica obra -nunca mejor empleado este término- consistió en rodear herméticamente el templo para proceder al secado de su parte interior y así poder trasladarlo a otro lugar a salvo de las aguas. La magnitud de la empresa llevó muchos años, pero gracias a ella hoy puede ser admirado.

A partir de ese momento, las aguas del río sagrado riegan campos de trigo y de caña de azúcar. Surgen innumerables palmeras y frondosas higueras que dan sombra a bandadas de cigüeñas, pelícanos y grullas. Éste es el paisaje que buscaron los primeros clientes del Hotel Old Cataract, atraídos por las aventuras narradas por los primeros aventureros de la zona. Hasta aquí llega la gran flota de ferrys que transporta turistas de cualquier rincón del mundo.

También lo hacen los nativos en sus primitivas embarcaciones. Sus rostros, curtidos por un sol de solemnidad, dan fe de la dureza de su trabajo. A veces transportan a algún interesado en desafiar al gran río como se hacía en la antigüedad. “Si bebes un sorbo de agua del Nilo es seguro que volverás a Egipto”, dicen inevitablemente a todos sus pasajeros, y una gran mayoría pica el anzuelo sin tener en cuenta que en las orillas se llevan a cabo todo tipo de operaciones de limpieza de personas y animales.

Luxor, el paraje más bello

Luxor, el paraje más belloEl paso del Nilo por Luxor no puede ser más solemne, como corresponde a la ocasión. Doy fe de que nunca en mi vida he visto una puesta de sol como la que se da en este paraje, cuando al astro-rey, el famoso dios Ra de los crucigramas, deja ver sus tonos rojizos y se cuelan a través de las columnas de los templos. Abriéndose camino entre flores de Pascua y plantas multicolores se encuentra la ciudad, con su comercio, el bullicio de sus vendedores, el trajín de las calesas por la avenida que bordea el río y la marea de niños que se ofrecen a ser tu guía. Recomendación: contratar a uno de ellos, que él se encargará de espantar a todos los demás.

En algunos huertos aún se utilizan los sistemas de riego y aperos de labranza faraónicos. En los cementerios se observan innumerables tumbas de las gentes sencillas, que las de abolengo tienen su lugar privilegiado en el Valle de los Reyes. Templos maravillosos que nos hablan en silencio de faraones legendarios como la reina Hatshepsut, el gran Akhenaton que puso en marcha el monoteísmo y Ramsés II, cuyas hazañas aún se cuentan.

Es Tebas, la monumental, con su gran avenida de tres kilómetros y su colosal templo de Amon-Ra, en Karnak, cualquier persona se siente empequeñecida cuando atraviesa el portón de entrada, con una altura equivalente a diez pisos de una construcción moderna, y un espesor de quince metros. Paredes que conservan la historia del lugar a través de jeroglíficos.

La entrada del Nilo en El Cairo es ceremoniosa. Deja atrás Menfis y Giza, que es tanto como decir el incomparable marco de las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos y la esbelta esfinge que quedó chata por culpa de un despiadado artillero. Y luego una capital con loca circulación, humana y a motor. Un mundo de desquiciado tráfico e indefinido número de habitantes, con zonas en las que ni los propios cairotas son capaces de introducirse. Se me ocurrió pedirle a un taxista que me diera una vuelta sin parar en uno de los cementerios donde paradójicamente viven miles de personas en condiciones infrahumanas y se negó a hacerlo por tratarse de territorio peligrosísimo.

El Nilo acaricia también barrios residenciales donde están las principales embajadas, la torre de la televisión, la radio nacional que, por cierto, tiene un programa de discos-dedicados con la Jota de la Dolores como sintonía, las sedes de las principales firmas internacionales… Tras un fabuloso delta, cuyo privilegiado suelo permite varias cosechas al año, llega el vertido en el Mediterráneo. El Nilo, espina dorsal de una civilización que marcó las pautas de la Historia, es el escenario contemplado en la popular novela de Agatha Christie. De nuevo encontramos a unos seres que conviven en el pequeño espacio de un ferry turístico y el intrincado crimen que resolverá Hércules Poirot. Las aguas del Nilo unidas a una intriga que permite sospechar de cualquiera de los personajes. Solo la habilidad del detective belga y su extraordinaria capacidad deductiva servirá para dar con el asesino.

Branagh, de Shakespeare a Poirot.

Branagh, de Shakespeare a Poirot.Muchos analistas han comparado a Kenneth Branagh con Laurence Olivier porque hay algo que une a ambos: la pasión por William Shakespeare. Mucho ruido y pocas nueces, Hamlet, Enrique V, Trabajos de amor perdidos y Como gustéis son adaptaciones llevadas a cabo por el actor nacido en Irlanda del Norte y formado en la Royal Shakespeare Company. Ahora se aparta del clasicismo del de Stratford-upon-Avon para volcarse en un texto popular que corresponde a Agatha Christie. En Muerte en el Nilo, además de encargarse de la dirección, se ha reservado el papel de Poirot. Inevitablemente surgirán las comparaciones.