Acaba de cumplir 65 años y su vida personal ha entrado en combustión, mientras que en lo profesional ha tenido que dejar ir a un personaje con el que ha convivido durante dos décadas: Antonio Alcántara. Imanol Arias no vive su mejor momento, ni personal ni profesional, y su época dorada parece haber pasado en todos los sentidos, sobre todo porque sobre su cabeza pende una espada de Damocles con una punta muy afilada: una petición de 28 años de cárcel por fraude fiscal y blanqueo de capitales. Una historia esta última que comenzó hace cinco años y que le tiene muy preocupado. La petición es alta y la cárcel no sería un buen colofón para el que ha sido uno de los actores más populares del país durante décadas.

Hasta 2016 fue un nombre muy respetado, en la profesión y en su vida personal. Incluso llegó a protagonizar una campaña en la que decía a los espectadores la conocida frase de Hacienda somos todos. Tras conocerse la noticia de su presunta implicación en delitos fiscales, muchos de sus seguidores, y también algunos colegas, alzaron la voz con fuertes crítica hacia él y hacia Ana Duato, compañera de serie y de imputaciones judiciales por delitos del mismo corte.

Durante estos últimos cinco años su personaje, Antonio Alcántara, ha seguido formando parte destacada de esa serie que ha atravesado la historia de España desde el franquismo hasta la actualidad, pese a que una corriente de opinión manifestó desacuerdo con su permanencia en una ficción que emite el ente público. También hay que recordar que está imputado, pero que no hay sentencia firme aún que avale las acusaciones, que tanto él como Duato han devuelto una parte del dinero reclamado por Hacienda, y que siempre han asegurado que dejaron sus asuntos económicos en manos de expertos sin tener jamás la intención de no tributar.

Y para empeorar las cosas, junto con la llegada de su muerte en televisión también llegaba la noticia del fin de su matrimonio con Irene Meritxell, su pareja desde hace once años. Él ha aclarado que siguen siendo muy buenos amigos y que hace unos meses que ya no compartía vida con la fotógrafa. Mientras vende sus propiedades, el actor tiene puestos sus ojos profesionales en una obra de teatro que estrenará el 19 de julio, La muerte de un viajante. A su lado laboral en estos momentos está la actriz con la que se subirá este verano a los escenarios, Cristina Inza, con la que dice tener una excelente relación profesional.

La vida le pinta bastos en estos momentos, y aunque intenta mirar con perspectiva, en sus declaraciones se nota que la situación le está desbordando. Antonio Alcántara se había convertido en su compañero de viaje profesional de muchos años y salir de él le resulta duro.

Durante las dos últimas décadas, Alcántara se había convertido en el relator de una España en continuo cambio. Empezó como un ciudadano que intentaba que su familia pudiera sobrevivir a un país en dictadura y a lo largo de veintidós temporadas ha ido evolucionado. El sufrido padre de familia llegado del pueblo se convirtió en empresario y político. Vivía con intensidad las oportunidades que le daba la vida y mostraba el talante de los hombres de su tiempo. Tenía sus más y sus menos con su mujer y sus hijos, pero sobre todo era un padre de familia al uso de la época. Con la muerte de Alcántara se cierra un capítulo televisivo que ha sido más que popular. La vida sigue, Cuéntame cómo pasó parece que también.

Fin a su refugio gaditano

Imanol Arias ha tenido que hacer ajustes en su forma de vida. Una de las primeras decisiones que ha tomado ha sido poner a la venta todo su patrimonio inmobiliario. Se ha desprendido, seguramente con mucho dolor de corazón, de la joya de sus posesiones, la mansión que tenía en la urbanización de Atlanterra en Zahara de los Atunes (Cádiz). También ha vendido un apartamento en Madrid y la casa familiar de Arturo Soria, un terreno en Marbella y varias parcelas de garajes, entre otras propiedades. El actor se despide así, al menos de momento, de su retiro soñado en la costa gaditana.