Admirado y admirable entrenador: No dejo de escuchar una y otra vez que el descenso del bravísimo Eibar a Segunda supone el final de un sueño. Y aquí es donde me pongo pedante y cito a Kavafis: no digas que fue un sueño. Los siete años que hemos tenido el lujo de ver al Eibar peleando contra equipos que le multiplicaban el presupuesto por ene han sido una realidad inapelable.

Nadie nos va a quitar lo disfrutado y lo sufrido durante todo este tiempo. Nadie nos va a arrebatar el orgullo que hemos sentido al ver cómo unos jugadores modestos se dejaban la piel para defender los colores de un club que se ha mostrado modélico en tantísimos aspectos. Y ahí no caben dudas: usted ha sido el gran responsable de algo que va más allá de los resultados.