Admirado y admirable chef: Una vez más vuelve a demostrar que, aunque no renuncia a predicar y a decir las cosas bien claras, lo suyo es dar trigo en el sentido más literal de la palabra. Mientras otros se adornan con frases chachipirulis, usted se ha presentado con sus pucheros en Polonia para echar un cable a los miles de refugiados ucranianos que llegan huyendo de la salvaje agresión rusa. Y, del mismo modo que nunca guardó silencio ante el prepotente Donald Trump, ahora ha calificado a Putin como matón y ha manifestado su impotencia al ver que las democracias del mundo están mostrando una respuesta tibia. "Cuando nos callamos y miramos hacia un lado, ¡la gente mala siempre gana!", ha dicho. Y yo firmo debajo.