PATÉTICA diputada de Vox: Me la imagino llena de orgullo y satisfacción después de haber conseguido su minuto de gloria gracias a una intervención en el Congreso que pone a prueba la capacidad de sentir vergüenza ajena del más pintado. A estas alturas del tercer milenio, reivindicó los piropos, y puso dos ejemplos a cual más machirulo y rancio. “A mí la verdad es que me da pena no volver a oír ciertas cosas por la calle. Recuerdan ese Dime cómo te llamas y te pido para Reyes o lo de Ese es un cuerpo y no el de la guardia civil”, soltó en la tribuna de oradores. Y aún remató: “Es una pena que su odio a la belleza y al hombre nos hagan perdernos esas muestras de admiración e ingenio popular”. La pena es pagarle a usted 72.000 euros anuales.