“No vemos el momento. Mejor hoy que mañana. Hemos estado muy a gusto, pero regentar un comercio pequeño es un curro duro. Después de 36 años, queremos descansar”.

Ascen Sanz de Galdeano y Garbiñe Zabalza, dueñas de Maitagarri, mítica tienda de ropa de mujer situada en la calle Mayor de Pamplona, se jubilan a finales de mayo. 

A finales de la década de los 80, Garbiñe y Ascen fundaron la tienda de ropa Maitagarri, en la calle Mayor de Pamplona, “de la manera más tonta”.

Garbiñe era vendedora ambulante y ofrecía artículos de bisutería en los puestos de San Nicolás y en ferias de pueblos de Euskal Herria.

Ascen era trabajadora indefinida en la cafetería de la Clínica Universidad de Navarra.

Garbiñe dejó las ferias y Ascen se cogió una excedencia. “Me había tocado el premio gordo de la lotería porque todo el mundo quería ser fija, pero me gustaba más la moda. Nadie me animó, aunque me importó poco. Lo tenía muy claro y ya está”, recuerda Ascen.

Éramos muy jóvenes y, dijimos, ‘venga, a por todas’. No conocíamos el mundo del pequeño comercio y abrimos la puerta de la tienda sin más. Tomamos una decisión arriesgada que nos salió bien”, subraya Garbiñe. 

Garbiñe y Ascen fueron pioneras e introdujeron marcas de ropa y bisutería que hasta ese momento no se habían visto por la ciudad: Elena Cánter, Pilar Vidal, Matilda...

“Trabajábamos con moda de autor y representantes franceses. Los inicios fueron muy buenos porque la gente estaba deseando que llegaran prendas nuevas a Pamplona. Además, aún no existían las grandes superficies que tanto daño nos han hecho”, relata Garbiñe.

Capear el temporal

El primer golpe no tardó en llegar. El 20 de julio de 1992, la cadena francesa de supermercados E.Leclerc aterrizaba en Cordovilla. “Fue muy duro, caótico. La mayor crisis que hemos pasado en la vida”, confiesa Garbiñe.

Una década después, el 16 de octubre de 2002, abrió el centro comercial La Morea y el 28 de octubre de 2005, el Corte Inglés. “Fue la gota que colmó el vaso. Si te están machacando por todos los lados, vives mucho más nerviosa e incómoda porque ya no tienes asegurada tu clientela. Perdimos marcas punteras, aguantamos muy poquito porque los centros comerciales acapararon y absorbieron todo”, lamenta Ascen.

Para rematar, llegó la crisis financiera de 2008. “Telita. Nos quedaban 10 años para jubilarnos y no sabíamos si íbamos a llegar”, recuerda Garbiñe. 

Pero Maitagarri innovó y sobrevivió. El pronto moda, capturar tendencias de moda que acaban de salir de las pasarelas, fue su antídoto ante las grandes superficies.

“Escogíamos nuestro género de un año para otro y así nos adelantábamos a la competencia. Íbamos de almacén en almacén comprando lo que creíamos que iba a ser tendencia. Además, apostamos por muchas marcas pequeñitas que tenían otra filosofía de mercado, que no trabajaban para las grandes superficies”, explica Garbiñe. 

El trato cercano y personalizado fue otra de las claves para que Maitagarri capeara el temporal. “La gente ha crecido con nosotras. Hemos vestido a las madres, las hijas y las nietas.Reconforta contar con una clientela tan fiel cuando los macrocentros ofrecen todo tipo de prendas. Nosotras llamamos a cada persona por su nombre y apellido y sabemos lo que les gusta”, comenta Garbiñe. 

Las socias de Maitagarri también ejercieron de “psicólogas” entre el vecindario del Casco Viejo. “Hemos escuchado sus historias y problemas. Sobre todo, a las abuelicas que se pasan todos los días por la tienda después de ir a misa en San Saturnino”, indica Garbiñe.

También han cuidado a txikis que esperaban a sus madres en la tienda y siempre están mirando por el escaparate para saludar a personas conocidas. 

Durante la pandemia, los clientes les devolvieron todo el cariño recibido. “Apostaron muy fuerte por nosotras. Cuando volvimos a abrir, el barrio entero se volcó con nosotras, nos apoyaron al cien por cien. Vino hasta gente que no conocíamos. Estamos muy agradecidas y les vamos a echar de menos”, avanza Ascen. 

En busca de relevo

A finales de mayo, Garbiñe y Ascen se jubilan, pero no quieren que Maitagarri desaparezca. “Estamos deseando que una persona coja el relevo y mantenga la esencia de la tienda. Las nuevas generaciones preguntan, pero no pasan de ahí, no se atreven a regentar un comercio local”, lamentan las dueñas de Maitagarri. 

Garbiñe y Ascen han disfrutado mucho de estos 36 años de tienda, pero están deseando que llegue el día de la jubilación. “Ya vale de estar tanto tiempo aquí”, bromean, aunque reconocen que el buen tándem que han hecho les ha permitido vivir la vida que querían.

“El comercio local es esclavo, hay que meter horas y trabajar el fin de semana, pero no nos ha impedido hacer lo que nos gusta. Al estar dos personas, quizás no hayamos ganado tanto dinero, pero hemos tenido muy buena calidad de vida. Nos hemos turnado para que cada una disfrutara de las vacaciones que necesitaba. Lo de vivir bien lo hemos hecho muy bien”.

A partir de ahora más. ¡A disfrutar!